Lucid Dream [Hyunin]

3

Es mi primer día de escuela en Seúl.

Esperaba a que sea más emocionante, pero la mudanza y el viaje de diez horas me dejó agotado.

La razón de la mudanza es por mis extraños sueños que tengo cada noche con un chico, no sé quién es ni sé su nombre, pero es parte de mi imaginación. Mi madre se preocupó tanto que vinimos a la capital de Corea para comenzar una nueva vida, es lo que quisimos hacer desde que mi padre se fue con otra mujer. Nada nos afecta, en realidad, pero mis sueños me atormentan cada noche y necesitaba un nuevo aire.

Me levanté sin ganas de la cama, eran las 6:35 así que tenía más que tiempo suficiente. Fui a darme un baño, ya que hacía un poco de calor y bajé a desayunar.

Me parecía raro que no haya soñado con ese chico. Me gustaría saber por qué me pasa todo eso y de dónde salió esa persona, pero no tengo ninguna respuesta. ¿Será que ya no aparece por la mudanza? Tampoco lo sé.

Mi madre me recomendó hablar con un onirólogo, pero ¿quién estudia los sueños? Oía extraño.

Cuando me puse a ordenar mi cuarto, lleno de cajas y valijas por todos lados, encontré un pequeño sobre con cartas que escribí en mi niñez. Aunque no les di mucha importancia porque iba a llegar tarde a mi primer día de clases.

Seúl era una ciudad grande, y no sabía qué bus tomar o dónde pedir un taxi, así que tendría que averiguarlo yo solo.

Salí de mi nueva casa y miré para todos lados, no había ninguna parada de vehículos como el tren o autobús. Así que tomé el taxi y en diez minutos llegué a mi nueva escuela y memoricé el camino, es algo lejos pero fácil de llegar.

Había entrado dos minutos tarde. En los pasillos no había nadie así que busqué mi casillero, el cual estaba en la otra punta del establecimiento. Fui y guardé todo lo que no necesitaba. Ahora el problema era encontrar la clase del señor Lee.

– Disculpe, ¿sabe dónde está el salón de geografía?– Le pregunté a un chico que pasaba por allí, divagando con sus manos en los bolsillos del uniforme.

– Arriba, en el 112– Dejó de caminar y me miró, sonrió de costado y me guiñó el ojo antes de irme.

Eso fue raro, pero era un chico bastante lindo.