capitulo 7

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Li Zekun no es una persona violenta ni impulsiva. No le gusta desahogarse causando dolor de manera unilateral a aquellos que son más débiles que él. De hecho, en los últimos cuatro años, ha habido muchas personas con las que ha coqueteado descaradamente. Tao Ran ni siquiera está cerca de este nivel. Li Zekun simplemente no puede soportar la manera en la que se comporta, la forma en que le mira, como se mueve ni como se ve... Siente que, a su lado, su comportamiento puede entenderse como si estuviera traicionando su antigua relación.
Tao Ran todavía estaba sentado allí en la misma posición, la cabeza le colgaba y los hombros se le habían encogido en una postura muy frágil. Li Zekun lo miró y la luz de la ventana le lanzó un reflejo muy fuerte que le provoco parecer como si estuviese brillando. Zekun no puede evitar fruncir el ceño.
—... Yo diría que fueras a dormir, ya prometí encontrar un lugar para que puedas vivir. ¿No?
Li Zekun no quiere traer de vuelta el calor del momento como si fuera un fantasma obsesionado y ahora, mientras lo procesa, siente un gran dolor de cabeza. Se sentó en la cama principal y pensó por un momento antes de verse atacado por una pequeña idea. Miró el reloj, eran menos de las ocho de la noche cuando llamó directamente a Yang Yanxue.
—¿Kunzi?
La llamada a Yang Yanxue fue atendida muy rápido. Al fondo se escuchaban anuncios de televisión y el sonido de trastes golpeando en la cocina. Seguramente estaba con su esposa en casa.
—Yan. ¿Puedes hacerme un favor? ¿Sería mucho pedir que me ayudaras a encontrar un internado en el que pueda inscribir a un conocido mío?
Yang Yanxue tiene la capacidad de hacer lo que le pide en ese mismo momento. Trabaja en la oficina del condado como diputado desde hace ya dos años, esta pequeña cosa no es demasiado problema para él. Pero de igual manera su voz se escucha sorprendida.
—¿Por qué estás buscando una preparatoria? ¿Me estás llamando desde tu antiguo departamento?
No lo culpó por estar alarmado. Al partir Cheng Xia, Li Zekun dijo firmemente que sería imposible para él encontrar una vida después de su muerte. La casa estuvo absolutamente vacía durante cuatro años y de repente, había una persona más allí con él. Li Zekun resopló.
—Entiendo que te estoy molestando…
—¿Quién es el chico? —Yang Yanxue está un poco sin palabras, temiendo en secreto que estuviera próximo a hacer una estupidez. Su mente es mejor que la de Li Zekun al momento de recordar conversaciones pasadas. La voz de Song se escucha en sus oídos cuando dice—: Si se trata de ese jovencito Tao, primero necesito que me digas que edad tiene.
—¿Puedes conseguirle un lugar en Pugao? Estoy en la completa disposición de pagar cualquier documento por lo que su fecha de nacimiento no es importante.
Yang Yanxue sonrió.
—Kunzi, tu tono es escalofriante. Si realmente estás tratando de conseguirle escuela, entonces debe tratarse de un SUM muy bueno.
Li Zekun sonrió y dijo:
—Más o menos.
—¿Entonces no necesito darte una escuela privada para él?
Li Zekun negó con la cabeza.
—Pugao está bien. No te sientas mal por el dinero, solo las personas importantes van en escuelas privadas. ¿No?
Honestamente Li Zekun temía que Tao Ran fuera acosado en un internado lleno de "riquillos". Puede que sufra un poco en Pugao, pero aprenderá como es debido —y al salir, dejará de molestarlo—. Li Zekun habló con él de forma casual durante dos minutos más antes de colgar el teléfono…
Acostado en la cama vació sus pensamientos, y no pudo controlar el pensar en Cheng Xia. Su niño era muy inteligente. Había sido admitido en la Universidad Normal de Beijing sin el más mínimo esfuerzo. Estaba aprendiendo textos en mongol y seguramente hubiera sido un traductor estupendo... Li Zekun se cubrió los ojos con el dorso de su mano. Sonrió con amargura.
—Desearía haberte visto llegar más lejos...
Li Zekun no supo en qué momento se había quedado dormido, rara vez había soñado con Cheng Xia en los últimos cuatro años. Hoy apareció en su sueño. Cheng Xia no le dio una buena cara. Parecía MUY enojado con él, lo miró como si estuviera decepcionado. Dolido.
—No me trates así. Ayúdame.
Li Zekun se despertó abruptamente. Son solo las tres y media de la mañana, y el cielo tiene pocas nubes grises. Salió de la cama descalzo y apoyó la frente en el frío vidrio de la ventana del segundo piso.
—¿Qué quieres decirme con eso, mi amor? ¿Qué hice mal?
Li Zekun de verdad trataba de portarse bien. Además del muchacho en su casa, no había nada más. Tenía solo 19 años cuando murió, su genio era más explosivo que un arma y por lo tanto tal vez no debería ser novedad que se enojara... Pero de igual manera estaba intranquilo. Quería que el alma de Cheng Xia estuviera en paz, pero aparentaba ser todo lo contrario. En los últimos años, a Cheng Xia parecía gustarle lo que Zekun le daba. Lo dejaba ver dibujos animados, lo acompañaba al cine. A veces se burlaba de él cuando rompía su récord en el juego de las serpientes... Xia agarraba su teléfono móvil y editaba los nombres para ponerse a sí mismo en el primer lugar.
Lo que ellos tuvieron, era la más clara definición de lo que "Amor" significaba.
¿Entonces qué pasó?
Li Zekun hizo un gran esfuerzo para liberarse de los recuerdos, pero ya no podía dormir. Volvió a la cama y alisó las sábanas, finalmente decidió pasar las siguientes horas sentado en el suelo. Cuando salió del dormitorio, vio a Tao Ran. Todavía estaba en el mismo lugar del día anterior, no se había levantado y no tenía conocimiento de cuánto tiempo había permanecido con la cabeza inclinada hacia abajo.
—¿Qué estás haciendo? —Li Zekun se apoyó en la puerta para verlo mejor. Tao Ran no abrió sus labios, y sus ojos estaban oscuros—... ¿Estuviste arrodillado en la sala de estar por una noche?
—Si me muevo voy a tocar algo, y dijiste que no lo hiciera —dijo Tao Ran, su voz era ronca y apagada. Li Zekun suspiró, su carácter era igual al de Cheng Xia.
—Ven aquí, te llevaré a un hotel por hoy.
Li Zekun y Tao Ran intentaron bajar por las escaleras, pero cuando se acercó a la esquina notó que había un poco de debilidad en sus pies al momento de bajar los escalones. Li Zekun lo sostuvo y descubrió que sus manos estaban frías. Li Zekun se agachó y le tocó la frente con la otra mano. Hacía frío, estaba lloviendo, había logrado estar en medio de la sala toda la noche y ahora ardía en fiebre. Su cabello se pegaba a su piel húmeda.
—¿Eres estúpido? ¿Tanto te costaba pararte? —Zekun entró en la casa, tomó su propio abrigo y se lo puso encima—. Dame un descanso.

Nadie se vuelve a encontrar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora