capitulo 8

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Tao Ran casi no logró sostenerse de las escaleras, solo alcanzó a subir al auto y apoyó la frente pesadamente en el cristal para ponerse a dormir. Li Zekun lo miró por el espejo retrovisor y apagó el aire acondicionado.
El pico de la madrugada ocasionó un pequeño atasco en la carretera y Li Zekun estaba un poco molesto por eso. Sacó la cabeza por la ventana y luego se volvió para revisar la temperatura de la frente de Tao Ran. Ya estaba más caliente... Li Zekun no dudó en meterse en el carril destinado a las bicicletas y corrió libremente allí por un tiempo. Finalmente, encontró una pequeña clínica en el navegador electrónico del tablero y aumentó la velocidad sin pensarlo primero. No sabe si su licencia de conducir sea suficiente para los policías cuando le pregunten por su forma tan atolondrada de conducir.
Li Zekun entiende que no es una persona importante para él y no es como si Tao Ran se estuviera muriendo... Pero Li Zekun no pudo controlarse por un momento, como si hubiera un miedo instintivo que lo impulsó a moverse. Li Zekun se estacionó y dijo:
—Bájate y vamos al hospital.
Tao Ran sacudió la cabeza, pero no abrió los ojos. Le temblaron las pestañas y se tragó una diminuta bolita de saliva que tenía atorada en la garganta. Li Zekun vio que se estaba estremeciendo, era como una combinación entre frío y miedo. El corazón de Li Zekun volvió a doler profundamente, extendió la mano y gentilmente colocó el flequillo del niño tras su oreja.
Li Zekun tuvo un momento de horror cuando vio que las lágrimas de Tao Ran se deslizaban por las esquinas apretadas de sus ojos. Sus pestañas estaban mojadas y pegadas una con la otra. Parecía que no había recuperado la conciencia, pero se aferraba fuertemente a la mano de Li Zekun, parecía querer que lo llevara entre sus brazos. Lloró con los ojos cerrados, y luego gritó silenciosamente el nombre de Li Zekun una y otra vez.
Todo el cuerpo de Li Zekun estaba rígido.
Tao Ran ya estaba sobre él antes de que se diera cuenta. Los huesos del joven eran delgados y su cintura se mostraba suave y pequeña. Li Zekun comenzó a darle un par de leves palmaditas como si fuera un perrito y cuando comenzaron a atenderlo, Zekun salió a fumar al corredor. Su mente estaba un poco desordenada. Llena, repleta de pensamientos desconcertantes. ¿No hubiera sido suficiente con darle una porción de leche de soja y arroz con miel? ¡Que idiota es!
Al regresar, Tao Ran ya estaba despierto, y sus ojos se veían oscuros. Sin embargo, al verle, su pupila parecía ser un poco más brillante, mostrando un placer muy simple que Li Zekun no pudo comprender.
—Pensé que te habías ido.
Li Zekun se sentó junto a él, se apoyó en la cama.
—Estabas llamándome en sueños... Si me hubiera ido, me sentiría culpable después.
—Olvidé lo que... Soñé contigo, pero ya olvidé de que trataba. —Tao Ran apretó los labios y suspiró—. Pero mi corazón está tan triste ahora.
Li Zekun se rio ligeramente, hasta el punto de que no había ironía ni frialdad.
—Te traje esto, para que sueñes conmigo después. —Extendió la mano para insertar la pajilla de plástico en un envase de leche de soja que había comprado en una máquina expendedora—. No has comido bien en estos días, ¿verdad? También te traje un sándwich.
Tao Ran miró rápidamente a Li Zekun y vio que no tenía planeado ningún ataque, respondió suavemente asistiendo con la cabeza. Sus manos no estaban estables y los ojos estaban muy concentrados en el pan integral. Se tomó su tiempo quitando el perejil de sobre el queso... Y la respiración de Li Zekun se detuvo una vez más. Cheng Xia odiaba el perejil, incluso si le habían dicho que lo comiera.
El adolescente en la cama del hospital parece tener una nueva coincidencia con Cheng Xia. A Zekun incluso le da la impresión de estar viendo a Cheng y no a Tao, arrugando las cejas para recoger las hojas de cilantro.
—¿Conoces a Cheng Xia de algún lado?
Li Zekun se dio cuenta de que no había mencionado ese nombre por mucho tiempo.
La mano de Tao Ran se detuvo y levantó la vista lentamente
—No lo sé. No lo creo.
Los ojos de Tao Ran son demasiado claros y no parece estarle mintiendo. Seguramente es cierto que Cheng Xia y él no tuvieron nunca ningún encuentro casual, pero sigue siendo muy extraño. Li Zekun suspiró suavemente, algunos hábitos sutiles y el lenguaje corporal del niño imitaban a la perfección los del suyo.
Por primera vez, Li Zekun sintió claramente que Tao Ran era como su Cheng Xia. Era un tipo de sentimiento misterioso y aterradoramente incómodo. Li Zekun se rascó la barbilla y miró a Tao Ran por un largo tiempo.
—Vas a venir conmigo a casa. ¿Está bien?
Él prometió permanecer con Tao Ran antes, y había intentado llevarlo a un hotel después. Sin embargo, ahora la mentalidad le ha cambiado un poco. Incluso si no le gusta lo que está pasando, lo protegerá hasta que al menos termine la escuela preparatoria.

Nadie se vuelve a encontrar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora