capitulo 32

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Entonces, todos los detalles que ha pasado por alto se están volviendo cada vez más claros. Tao Ran finalmente entendió el frío y el calor de Li Zekun, y miró las peleas y las decepciones que a menudo aparecían en sus ojos.
En ocasiones, Li Zekun se saldrá de control al igual que una cucaracha que se abre para revelar la carne blanda de las alas que posee. Sus verdaderas emociones, sus deseos eróticos y locos aparecerán de la nada sin que puedas hacer algo para evitarlo.
Tao Ran es como un barco en medio de una lluvia torrencial, y la acción violenta de Li Zekun es ondulante y lo golpea constantemente justo igual que una inmensa ola. Hizo un gran esfuerzo para voltear la mano de Li Zekun y sujetar el cuello del hombre con fuerza. Hay un jadeo caliente, chocando en el lóbulo de la oreja de Tao Ran. En lo profundo, en la parte más escondida del cerebro de Tao, hay un "Pequeño Xia" que no deja de molestarlo.
Los ojos de Tao Ran estaban un poco vacíos. Se encontraba muy sorprendido y no sentía el dolor de querer morir por semejante descubrimiento. Solo estaba muy angustiado, y era todo por Li Zekun. Finalmente supo que Li Zekun no iba a amarlo nunca. Su amor es profundo y precioso, pero no estaba dispuesto a dárselo a él. Cualquiera que fuera la razón, había perdido la oportunidad de ir con la persona que más amaba.
Tao Ran tuvo una pesadilla. Su familia estaba allí, llorando mientras entraba en el crematorio. Se encontraba rodeado de frío y lleno de extraños con miradas maliciosas. Había almas deambulando que se negaban a irse. Finalmente, su propia alma errante susurró una única oración:
—¿Por qué Li Zekun no vino a verme?
Tao Ran se despertó, salió corriendo de la habitación y se precipitó pesadamente contra la puerta del hotel. Tao Ran no tenía pantalones, pero el chófer del taxi parecía no querer preguntarle nada. Cuando entró en la casa, medio aturdido y lastimado, volvió a caer desmayado.
Li Zekun se despertó más tarde, su mente aún no estaba clara, y el sol ardiente se reflejó con rudeza sobre la cama a través de las cortinas del hotel. Ayer, había conseguido tener una reacción muy fuerte por haber mezclado sus ansiolíticos con el vino, consiguiendo algunos efectos alucinógenos muy aterradores en él. El dolor de cabeza y de cuerpo eran muy fuertes, y apenas entrar al baño se había convertido en una interminable travesía que consistía en vomitar.
Después de recuperarse un poco, Li Zekun comenzó a fruncir el ceño. Salió del baño y por primera vez, se percató de que no había nadie en la cama.
Se sentó en el borde del colchón e intentó recordar cada tramo de la noche anterior. Encontró que su cerebro estaba roto y algunos detalles habían sido olvidados. Desde el punto de vista sensorial, de hecho, podía decir que estaba muy feliz. Li Zekun incluso tenía una especie de extraño sentimiento con respecto a Cheng Xia. Su cuerpo y su mente estaban satisfechos, porque habían pasado cuatro años sin experimentar una sensación tan erótica como la que había vivido en la cama... Pero si se fijaba más detalladamente en los medios más escondidos de este asunto, definitivamente quedaba claro que era una persona asquerosa.
Li Zekun determinó que le había hecho algo muy malo a Tao Ran, porque el niño no es el tipo de persona que desaparece así como así de algún lugar. Estaba un poco molesto y odiaba la sensación de haber sido traicionado. Li Zekun no debió haber confiado en ningún invitado a la fiesta, y ahora estaba convencido de que, además, le habían entregado una copa de vino adulterado.
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Tao Ran tenía fiebre y estaba acostado en la cama de una manera extraña. Su memoria parecía estar recuperándose lentamente. Lo siguiente que pudo ver era a él, acostado en la cama de la habitación abrazándose como lo hacía justo ahora. Era invierno y el viento del norte gritaba por la ventana. La nieve se había acumulado tanto que quería salir a jugar con ella... Pero siempre había una persona que se negaba porque decía que tenía que descansar.
La sensación de una mano acariciando su cuero cabelludo le obligó a escapar de su sueño... Sin embargo, se mostró muy reacio a abrir los ojos.
—¿Por qué regresaste solo?
Li Zekun era realmente terrible utilizando sus palabras cuando estaba avergonzado, incluso se había atrevido a mostrarle una mirada violenta.
Tao Ran estaba muy incómodo. Extendió el brazo y empujó la mano de Li Zekun lejos de su cabello. Su voz salió quebrada.
—No me toques... Por favor, no me toques.
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Li Zekun se sorprendió, y el siguiente paso fue llenarse completamente de una ira que no podía controlar. Tao Ran fue entonces sacado de la cama con una furia impresionante. Gritando a causa del enorme tirón, y de los dedos pesados que se le hundieron en la piel.
—¡Seguramente fuiste tú quién terminó por envenenarme! —aseguró sin ningún sentido.
—No lo hice —explicó Tao Ran.
Li Zekun se burló de él y, sin previo aviso, le dio una palmada en la cara.
—¡Lo hiciste para escapar de mí!
Tao Ran cayó con fuerza sobre el suelo. Miró a Li Zekun con los ojos inflamados y las pupilas negras cubiertas de niebla. Todavía había mucho dolor en su corazón, lo suficiente como para no querer escucharlo.
—No lo hice.
Es una oración muy débil, porque perdió toda la fuerza para discutir. Ya está absolutamente destrozado. ¿Qué más quiere quitarle? Li Zekun se inclinó y tomó la barbilla de Tao Ran con una mano.
—Puede que tu boca sea ruda, pero mírate... Ya estás llorando.
Tao Ran entrecerró los ojos y sus pestañas barrieron una pesada mancha de lágrimas que sobresalían amargamente de su piel.
—Porque... Me gustas.
Pero no era una razón suficiente como para soportarlo. Era muy extraño, lo quería y a la vez, deseaba no volver a verlo jamás.
Li Zekun comenzó a reír.
—¿Esta es una táctica común con tus clientes? ¿Eh? ¿Prostituta?
Tao Ran finalmente tuvo problemas con controlar su temperamento, y elevó una mano para rasguñar desde la parte superior de su párpado hasta más de la mitad de su mejilla. Sus uñas se desprendieron de la cara de Li Zekun, dejando detrás un delgado hilo de sangre.
—¡Ya te dije que yo no lo hice!
—¿Qué demonios hiciste? —Li Zekun tocó su ojo derecho, justo en la parte en la que le estaba ardiendo. Cuando miró su dedo, se dio cuenta de que había conseguido hacerle sangrar. Es el comienzo de otra incontrolable oleada de odio, y las preguntas y los argumentos anteriores perdieron rápidamente toda su importancia.
Li Zekun lo miró fijamente y luego lo empujó contra la cama—. ¿¡Estás buscando que te mate!?
Tao Ran no luchó. Li Zekun puede sentir la depresión de la persona que tiene en frente simplemente con colocar la palma de su mano en su garganta. Ran tiene miedo. Li Zekun lo sabe muy bien.
Desde esta perspectiva, Li Zekun puede ver que tiene moretones y marcas de dientes sobre su cuello blanco. Cicatrices y heridas que todavía supuran y que parecen incluso, inyectados en sangre. Li Zekun dejó de presionarle el cuello.
—Discúlpame... Discúlpame, de verdad puedo jurar que no fue mi intención.
—No.
Tao Ran se levantó de la cama apenas tuvo la oportunidad, y pronto ya era nuevamente Cheng Xia. El pobre Tao Ran está triste y agraviado, pensó: ¿Por qué no te disculpas conmigo también? Infeliz, ni siquiera hicimos nada malo.
Li Zekun no sabía qué hacer. No podía sentirse completamente satisfecho tocando a Tao Ran, pero no quería deshacerse de él. Después de pensar durante un tiempo, finalmente decidió como iba a manejarlo.
Tao Ran ya se había aproximado hasta la puerta y parecía absolutamente dispuesto a irse de allí... Hasta que vio a Li Zekun sacar su teléfono móvil y presionar un número que no conocía.
—Tan Shijie.
Li Zekun presionó sus manos libres después de la conexión.
—Hola. ¿Qué pasa? Ayer te perdí el rastro, hermano.
Li Zekun miró fijamente los ojos de Tao Ran, su voz era clara, no demasiado lenta.
—¿Recuerdas a Tao? Resulta que tengo un problema con él.
—¿Oh? ¿Qué es lo que sucedió?
—Resulta que me ha hecho sangrar... ¿Está bien si lo mando de vuelta a tu local?
—Li Zekun... —Tao Ran finalmente hizo ruido, la frecuencia de su cabeza no funcionaba bien. Temblaba y se sentía terrible—. No...
—No hay problema, te ayudaré con eso —respondió Tan Shijie—. Resulta que Qiao Ming llamó de repente y preguntó por él hace apenas unos días. No va a costarle tanto recuperar a sus antiguos clientes.
Tao Ran salió corriendo en su dirección, tropezó y continuó gateando hasta llegar al lado de Li Zekun. Su brazo se extendió para sujetarle del zapato.
Li Zekun lo pateó.
—Me equivoqué. Li Zekun, me equivoqué. ¡Me equivoqué!
Las rodillas de Tao Ran chocaron contra el piso y después, se inclinó a sus pies mientras se disculpaba de un modo interminable.
—¿Entonces quieres que mande a alguien para que lo recoja?
Li Zekun miró la cara de Tao Ran, y descubrió inmediatamente que estaba pálido. Aterrado.
—Olvídalo, creo que ya llegamos a una solución.
Luego colgó el teléfono.
—¿Vas a admitir tus errores?
Li Zekun estiró sus brazos y observó una vez más a Tao Ran.
Tao se levantó lentamente pero no alzó la vista. Su voz era fría.
—Me equivoqué.
—¿En qué te equivocaste?
—Soy desobediente.
Ese no era el punto, pero Li Zekun no lo forzó y preguntó:
—¿Qué más?
—No debí darte el jugo, no debí irme, no debí pegarte. —Finalmente, lo levantó. Li Zekun estaba un poco satisfecho con eso—. Pero tú no debiste violarme toda la noche, ni golpearme después como se te dio la gana.
Li Zekun elevó una ceja.
—Eres un niño terco. ¿No es verdad? ¿Tienes ganas de ir con Ming acaso? ¿Lo extrañas mucho?
Tao Ran abrió los ojos todavía más, y luego sonrió. Había algo extraño en él. Una luz sombría que no había visto nunca, como si Tao se hubiera desvanecido y en su lugar estuviera otra persona.
—Será mejor que no comiences a arrepentirte de tus palabras después. ¡Porque no voy a creerte nada! Porque, ¿sabes qué? ¡El Cheng Xia que no dejas de mencionar ya no te quiere!
Tao Ran no pudo terminar lo que quería decir. Li Zekun estaba furioso y se puso en cuclillas sobre el vientre de Tao Ran como si quisiera volver a asfixiarlo de nuevo. Tao se apoyó rápidamente en la cama, se puso de rodillas y lo golpeó en la cabeza con la jarra de agua que tenía en el buró. Li Zekun gritó y el sudor frío que bajaba por su frente le dio el impulso necesario como para propinarle un golpe en el estómago con su puño. Las venas azules brincaron de su dorso.
—¡No lo menciones!
Tao Ran no lloró, sus labios estaban blancos, como si aquel puñetazo hubiera acabado con cada gota de sangre en su sistema. Li Zekun tuvo miedo repentinamente. Se aproximó a Tao Ran y dijo como antes:
—Discúlpame.
Tao Ran lo miró profundamente. Hizo un gran esfuerzo para escupir con el poco aire que le quedaba:
—No lo hago.

Nadie se vuelve a encontrar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora