capitulo 21

787 79 19
                                    


Qiao Ming empujó el marco de sus lentes y llegó a su lado rápidamente utilizando su par de piernas largas.

—Escuché que no ibas a volver, pero hubo muchas noticias tuyas recientemente. ¡Dios! ¡Ni siquiera tuve que buscarte! Por favor, mira… ¡Esto es a lo que se le llama destino!

—¿Qué sabes del destino?

Los ojos de Li Zekun son agudos.

Qiao Ming no respondió. El hombre que funcionaba como su guardaespaldas, notó su conversación y se acercó a ellos.

—Qiao...

—¿De dónde lo sacaste? —Qiao Ming lo miró, lo señaló con un brazo y dijo—: ¿También está enfermo?

Tao Ran se estremeció fuertemente y sujetó la ropa de Li Zekun para que no avanzara. Cuando Li Zekun habló, hizo un gesto con la mano y apartó al niño de nuevo.

—¡Estoy aceptando sus malditas condiciones! ¡No los he buscado, ni una sola vez! ¿Por qué insistes en pelear conmigo?

—¡Al demonio las malditas condiciones! —Qiao Ming se aproximó más—.Si quieres hablar con elegancia, entonces envíame una invitación después.

Li Zekun perdió la calma por completo.

—¡Qiao Ming, eres un infeliz sinvergüenza!

Qiao Ming sonrió con indiferencia.

—Un desvergonzado, acusándome a mí de no tener vergüenza, ¿en serio? Bueno, supongo que no te importa cómo te llamen. Te hiciste la víctima por… ¿Cuántos? ¿Cuatro años? Dando lástima por aquí y por allá, diciendo que amabas a mi Xia para después venir muy feliz de la vidapavoneándote con otro.

—No tengo nada que decir.

Li Zekun dio un paso atrás y vio a Qiao Ming, caminando peligrosamente delante de él.

—Entiendo, ya no voy a molestarte. Eres hijo del alcalde después de todo... Sigo apreciando mi vida. No quiero tener un extraño accidente de pronto, como el del doctor.

Li Zekun se dio la vuelta y se fue, pero Tao Ran no reaccionó por un tiempo largo. Li Zekun se volvió y le gritó:

—¡Tao!

Qiao Ming miró fijamente a Tao Ran, allí. Parado de manera indefensa como si fuera un cervatillo. Sus ojos estaban ligeramente húmedos.

—Oye, tu uniforme escolar me es bastante conocido.

Tao Ran no se atrevió a mirar hacia arriba... Pero de igual manera fue arrastrado por los ojos de Qiao Ming. Sus piernas parecieron volverse de gelatina. Cuando Qiao Ming frunció el ceño, se dio cuenta de que Tao Ran le era verdaderamente familiar. Quería echar un vistazo más profundo de su cara y aproximó sus dedos para sostenerle de la barbilla. Sin embargo, Li Zekun bloqueó su mano.

—No lo toques.

Qiao Ming no lo intentó de nuevo, pero incluso a través de la distancia se percató de su barbilla afilada, de sus largas cejas, de esa cara... Hermosa cuando comenzaba a llorar. Se puso a reír de manera histérica, como si hubiera escuchado un chiste verdaderamente bueno.

—Dios, no es cierto. ¿Intentas remover tus pecados rescatando gente de la inmundicia? —Qiao miró a Tao Ran con una sonrisa extensa y tenebrosa. Susurró entonces—. Tao Ran... ¿Te acuerdas de mí?

Tao Ran no pudo controlar la frecuencia de los temblores en sus manos. Lo que siente ahora, es el instinto del cuerpo en el que está. Siente el dolor y el castigo de Tao. Es una sensación profunda que experimenta intensamente, incluso si el cuerpo ha cambiado de alma. Estaba, por consiguiente, sujetando fuertemente el brazo de Li Zekun.

Li Zekun no lo evitó esta vez. Miró a los profundos ojos de Qiao Ming y lo escuchó decir:

—Tao también fue mi puta.

—Qiao, vámonos, no olvide su compromiso de la tarde. —La voz del hombre a sus espaldas es muy magnética mientras habla en mandarín.

Qiao Ming bufó y se despidió de Li Zekun. Cuando pasó, se detuvo junto a Tao Ran y se inclinó para susurrarle al oído: «Adiós, lindo bebé».

Li Zekun respiró con fuerza, con el pecho violentamente ondulando unas cuantas veces y, desconcertado, se alejó con rapidez. Tao Ran está ocupado con su pasado y sus recuerdos y cuando se da cuenta, Li Zekun ya no está más. El hombre parece casi estar trotando por los pasillos del centro comercial y Tao Ran, no puede hacer más que correr detrás de él. Finalmente lo alcanzó y golpeó su cintura por detrás, casi suplicando:

—Li... Li Zekun...

—Joder. ¡Joder, estúpido!

Li Zekun apartó a Tao Ran, poniéndose en cuclillas. Jadea, se está ahogando, pero no sabe si es por lo ocurrido o por algo más.

Realmente, no puede respirar. No puede hacer nada.

✤✤✤✤✤✤

Li Zekun se subió al automóvil al agotarse dos de sus cigarrillos. Después de que Tao Ran lo acompañara de copiloto, la ira de Li Zekun también se extendió hacía él.

—¡Si eres lo suficientemente maduro como para actuar igual que un adulto, entonces vete caminando! —Li Zekun apretó los dientes—. No puedo soportarlo. ¡Los niños juegan, ¿sabes?! Las personas de tu edad suelen salir a jugar normalmente en la calle. ¡No se abren de piernas con tanta facilidad como tú!

—No lo hago... —Los ojos de Tao Ran están rojos. Tomó mucho valor para extender la mano en un intento por estrechar la de Li Zekun. Su voz está ligeramente ronca al suplicar—: No te enojes conmigo...

Li Zekun dejó escapar una gruesa línea de lágrimas antes de golpear los dedos de Tao Ran.

—¡No me toques! ¡¿Por qué demonios no tendría que enojarme!?

La mano de Tao Ran estaba roja y su expresión, se veía inmensamente triste. El dorso le ha comenzado a doler.Bajó su cabeza casi por completo y su voz sonó malhumorada.

—No te preocupes, no es como si yo fuera importante...

Li Zekun pisó el freno, y en el puente interminable que llevaba al viaducto, susurró:

—Bájate.

Tao Ran estaba rígido y lo miró con incredulidad, sus ojos estaban aterrorizados e inocentes, como si fuera un gato en la lluvia. El corazón de Li Zekun duele inexplicablemente, pero ignoró todo esto por la fuerza. Se inclinó y agarró de pronto el cuello delgado de Tao Ran, su voz era fría.

—Si te atreves a abrir de nuevo tu maldita boca en el futuro, prometo que te voy a matar.

Las lágrimas de Tao Ran salieron, casi como si tuviera una fuente en la cara. La mano de Li Zekun en su piel, ardiendo, parece ser tan corrosiva que incluso consigue proporcionarle algo de ardor. Cuando Li Zekun sollozó de nuevo, apretó un poco más su palma y esperó a que Tao Ran gimiera en agonía para comenzar a ofrecerle un par de disculpas que no se escucharon verdaderas. En el corazón de Li Zekun, Tao Ran es un personaje suave y débil. Como un perrito. Es lindo y suave, se asustará una vez y aprenderá a comportarse en la próxima oportunidad... Sin embargo, en esta ocasión, la actitud de Tao Ran solo encendió mucho más el fuego de su pecho.

Tao Ran no ha podido respirar con normalidad, y sus párpados tiemblan como si hubieran aceptado su destino fatídico. No pide compasión y tampoco intenta soltarse... Una resistencia solo puede traer consigo una consecuencia mortal, piensa. Li Zekun finalmente aflojó su agarre, e instantáneamente después Tao Ran comenzó a jadear mientras tosía y se sostenía del tablero. Zekun reinició el auto. Con una malicia aturdida en su tono, dijo:

—Tienes huesos duros.

—Debes estar muy agradecido por eso.

Nadie se vuelve a encontrar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora