ErickAl día siguiente, después de clases, busco a Zabdiel que debe estar ensayando con los demás.
Antes de que pueda entrar a la sala de ensayo alguien me jala del brazo.
No puedo decir nada porque Joel estampa una hoja contra mi cara y cuando estoy apunto de reclamarle me doy cuenta que son los resultados del examen.
– Ahora quiero mi sushi
– Esa no es una forma amable de pedir algo –lo miro mal y regreso rápidamente mi vista a la hoja.
– Tengo hambre y tú tampoco has sido amable.
– De verdad sacaste la puntuación más alta –digo sin poder creerlo– ¿No lo modificaste o algo así?
– Claro que no niño, ahora vamos.
Apenas empezamos a caminar cuando escucho la voz de Samantha.
– ¿Joey a dónde vas? –pregunta acercándose.
– Iré a comer –le responde mirándome.
– ¿No te molesta si me lo llevo? –me pregunta ahora a mí– es que sacó la calificación más alta y me gustaría que fuéramos a comer, ¿Que dices Joey? –lo mira
– Si está bien, quizá otro día podamos comer –me dice– nos vemos.
Solo asiento y los veo alejarse, mientras siguen caminando y ella lo toma del brazo, el nudo en mi garganta se va haciendo más grande y la presión en mi pecho aumenta.
No quiero esperar a Zabdiel porque sé lo enojado que se va a poner si me ve así. Solo me queda regresar a mi dormitorio y poder llorar agusto.
– ¡Oye tú!
Me doy la vuelta y veo a un chico moreno más alto que yo mirándome fijamente.
– ¿Que pasa? –le pregunto tratando de sonar bien.
– Eso dime tú, tienes los ojos llorosos.
– No me siento bien y ahora si me disculpas, tengo que irme –le dije dando la vuelta.
– Solo quería decirte que no debes llorar, los niños bonitos no lloran –me dice y yo volteo de nuevo a verlo.
– Gracias, supongo, ahora tengo que irme –dije y empecé a caminar rápido hacia las escaleras.
– Me llamo Richard –escucho que grita.
– Soy Erick –le respondo también gritando.
Lo único que quiero ahora es llegar a mi cuarto y poder llorar libremente.
Soy muy estúpido, llorando por otro estúpido que me dejó solo y no le importó en lo más mínimo.