Joel observa desde lejos a un pequeño ojiverde, que sostiene un gatito en sus manos, parece que le está hablando así que se acerca un poco para escuchar.
– Quisiera poder llevarte conmigo –dijo triste– prometo que te voy a conseguir un hogar bonito.
Erick seguía agachado con el pequeño gato en sus manos, diciéndole cosas bonitas y dándole pequeñas caricias que lo hacían ronronear.
– Eres muy bonito –seguía diciendo mientras sonreía.
Hasta que notó la mirada del risado, el cual rápidamente se escondió.
Hace varios días que lo ha estado observando desde lejos, porque apenas vió sus lindos ojitos verdes quedó hechizado.
Y aunque pensó que se le iba a pasar, no fue así, todos los días lo buscaba y estaba detrás de él, como un acosador.
Los días seguían pasando y él no se atrevía a hablarle, sabía que el niño no le hablaría primero porque era tan tímido que apenas lo veía, salía casi corriendo.
– Oye Joel –habló uno de sus mejores amigos, Johan– hemos notado que siempre estás detrás de ese niño.
– ¿De qué hablan?
– El niño de primer grado –dice ahora Christopher.
– No tengo idea de lo que están hablando.
– Claro que sabes Joel, no has dejado de observarlo desde que entró a la escuela.
No pudo negarse, ya que rápidamente su mirada se centró en cierto ojiverde que iba llegando, con la mirada plantada en el piso, tratando de no mirar a Joel.
Sus amigos empezaron a reírse de él, ya que veía al chico casi con la boca abierta.
– Investigamos su nombre para tí –le dijo Christopher, haciéndolo volver a la realidad.
– Se llama Erick –informó Johan– solo tiene a su padre y lo cuida mucho.
– No me interesa saber eso.
– Sí, claro –dijo Christopher– después averiguaremos más sobre él.
Sus amigos seguían burlándose de él pero no le tomó mucha importancia, solo estaba concentrado en el niño de primer grado.
– Erick –susurró despacio, probando el nombre en sus labios.
Le encantaba.