Un año después...
Rosé suspiró con cansacio y se estiró cómodamente en su cama para desperezarse. Sus músculos últimamente se atrofiaban con facilidad, así que se volvió una costumbre para ella el estirarse cada que tuviese oportunidad.
Se levantó de su cama con cuidado y se encaminó a la habitación de enfrente. En donde un pequeño niño de siete meses descansaba tranquilamente en su cuna, abrazado de su peluche favorito, un pequeño conejito blanco que Rosé le había regalado cuando cumplió cuatro meses y desde ahí, no había querido despegarse de él.
El pequeño mingyu era un pequeño dormilón, desde que nació, había resultado ser un bebé bastante tranquilo, no despertaba a Rosé más de una vez en la noche y eso sólo los primeros dos meses.
La ahora pelirrosa se acercó a la cuna con cuidado, apoyando sus manos en los barandales y sonrió. El aura cerca del pequeño era tan apacible que sentía que podía quedarse viéndolo dormir y nunca cansarse.
Aquel niño era la fiel copia de Jungkook, sus facciones eran exactamente iguales a las de su padre, y entonces Rosé sintió sus ojos picar. Aún le afectaba todo aquel asunto de hace un año atrás, pero no podía permitirse llenar a su pequeñito de pesimismo, ya que los bebés aún a esa edad eran muy receptivos emocionalmente. No quería afectar a su Mingyu de ningún modo.
Tomó al pequeño bebé durmiente en sus brazos, con cuidado de no hacer ningún movimiento brusco que pudiese despertarlo de mala manera.
—Vamos, corazón. Despierta, es hora de irnos —habló Rosé suavemente, dando pequeños besitos en el suave rostro de su hijo.
El pequeño Mingyu despertó al instante, dando un gran bostezo con su pequeña boquita, llevando uno de sus puños para sobarse uno de sus ojos. Y cuando la chica pensó que lo había logrado, su bebé recostó su cabeza en su hombro para seguir durmiendo.
Rosé rió con ternura.
—Vamos, pequeño dormilón —Rosé los llevó directo al baño, donde una tina descansaba en una de las esquinas del baño. La chica llenó la tina con agua tibia, segurándose de que no fuese ni muy caliente ni muy fría.
Desvistió a su bebé con cuidado, quien por suerte se había despertado para entonces, y lo llevó hasta la bañera con cuidado.
Lo bañó con delicadeza entre juegos para que no se aburriese de estar ahí y lo envolvió en una cómoda toalla.
Había huido aquél día a Daegú e incluso su tía no sabía de su paradero, había preferido no preocuparla, además conocía a su tía y terminaría diciéndole a Jungkook. Así que hablaban por teléfono algunas veces y ella le decía que si quería enviarle cosas al bebé, podía dárselas cuando ella y el bebé fueran de visita. En las dos veces que había ido, no se había quedado más de dos días, a pesar de que su tía le había jurado que no mencionaría nada de que se hallaba allí.
Rosé quería evitar volver al pasado lo más que pudiese por ahora.
Afortunadamente, había encontrado un trabajo nada más llegar a Daegú, era un restaurante elegante de la ciudad llamado "Glow Meal". Ganaba casi dos millones de wons al mes y eso le alcanzaba perfectamente a para pagar un pequeño apartamento de una planta de dos habitaciones, un baño, una pequeña sala y una cocina. Con ello pagaba también los servicios, la comida y todo lo que necesitase su bebé. No les sobraba ni les faltaba nada, así que Rosé estaba conforme con su nueva vida.
Llevó a su bebé hasta el cambiador, donde le cambiaba el pañal y le ponía nueva ropa para ese día mientras el pequeño Mingyu balbuceaba graciosamente con su voz aguda.
—Ma...ma...mamamamamama —parecía que el pequeño quisiese decirle algo, pero la única sílaba que sabía pronunciar perfectamente hasta el momento era "ma"
Rosé dejaba a Mingyu al cuidado de una pequeña guardería no muy costosa en la casa de dos hermanas de cincuenta años cada una. Eran muy amables y cuidaban al bebé de lunes a viernes, ya que los fines de semana ella podía descansar. Trabajaba de ocho de la mañana a ocho de la noche y sólo tenía una hora de almuerzo, donde llevaba a su bebé a comer.
Ella le dejaba a las hermanas todo lo necesario para los cuidados de Mingyu, se podía decir que era una madre bastante dedicada, a pesar de ser tan jóven. Planeaba ahorrar lo suficiente para que cuando Mingyu cumpliese dos o tres años, y no necesitase tantos cuidados como ahora, podría estudiar un técnico y ejercer una profesión en la que pudiese permitirle a su hijo una buena educación e infancia.
—Nos tenemos que ir, corazón. Espérame aquí, mamá se irá a vestir —el pequeño sólo la miró, mientras Rosé lo llevaba a su cuna, y se sentó en ella para jugar con los juguetes que había dentro de ella.
Rosé se apresuró a entrar al baño y darse una ducha rápida. Al salir, se vistió con el uniforme que tendría que usar aquel día. Peinó su cabello en una coleta alta, organizó las cosas de Mingyu en la pañalera y su bolso para luego tomar a su bebé entre sus brazos y salir de su departamento.
Vivía en un antiguo edificio en el centro, quedaba cerca a su trabajo, así que podía perfectamente irse caminando y así disfrutar del sol de la mañana, al igual que su hijo, quien adoraba observar a las personas y los objetos en la calle. Todo le parecía sumamente curioso y cuando algo llamaba especialmente su atención, se removía en su lugar entre risas. Haciendo reír a su madre de igual manera.
Se acercó a la casa/guardería en la que dejaba a su hijo y tocó el timbre.
—Oh, Rosie, cariño. ¿Cómo has estado? —saludó la hermana mayor, con mucha amabilidad.
—Muy bien, señora Choi. ¿Han estado ustedes bien también? —preguntó Rosé por cortesía.
—Hemos estado a esta pequeña bolita de arroz —habló con ternura, tomando al pequeño entre sus brazos, quien la saludo con unos ruiditos y balbuceos animados.
—Ha tenido un poco de dolor de estómago, así que ayer compré unas gotas en la farmacia. —explicó Rosé con un puchero, sacando el producto de su bolso— Es un pequeño spray con sabor a cereza. Tiene que aplicarlo en su garganta antes de que coma alguna cosa, procure que ingrese bien a su garanta, suele botarlo si queda en su boca.
La mujer la miró con aprecio.
—Lo tendré en cuenta, ten un buen día en el trabajo, cariño —la señora le dió una última sonrisa antes de ingresar a la casa con Mingyu en sus brazos. No sin antes dejar que Rosé le dejase un pequeño beso en su naricita como forma de despedida.
La pelirrosa suspiró. Ahora podía decir que estaba mucho más tranquila que lo de nunca había estado.
NA:
Volvimoooos. Espero que les haya gustado la portada y los banners. Me esforcé un montón.
Gracias por leer esta historia :3
Nos vemos el miércoles.
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Looking For Dad - Rosekook [#2] ᶜ
FanfictionDespués de aquel fatídico día, Rosé decidió marcharse de aquella casa para no causar más daños en la vida de Jungkook y Doyeon, priorizando a su bebé y la salud mental de ambos. Después de un año, las cosas han cambiado drásticamente, pero siempre l...