Doyeon se recostó sobre sus brazos en su mesa de trabajo.Esa mañana su madre y su padre la habían llamado temprano para avisarle que se tardarían más en volver y que no sabían la fecha exacta. La niña trató de disimular su tristeza en el teléfono, así que simplemente les deseó suerte.
Extrañaba el ambiente hogareño. Recordaba que como Rosé trabajaba cuidándola, pasaba mucho tiempo con ella, no se sentía tan sola como ahora.
Sabía que que su madre y su padre no tenían culpa alguna. Sus trabajos eran lo que los mantenía ocupados por casi todo el día, sería injusto de su parte molestarse por algo como ello.
Pero eso no evitaba que sintiese un feo dolor en su pechito.
No era que le molestase estar con sus abuelos. Pero últimamente el abuelo iba tampoco pasaba mucho tiempo en casa y su abuela hacía comentarios muy feos acerca de su madre. Ya tampoco le hacía las galletitas de animal otos sino que invitaba a otras amigas de su edad para hablar de cosas que Doyeon no entendía.
Estaba cansada.
—¿Estás bien, Doyeonnie? —preguntó Jeonsang, sentándose a su lado— Te estuve esperando para comer, pero nunca saliste así que entré.
Desde aquella vez de la obra de teatro ella y Jeonsang se habían vuelto casi inseparables. Pasaban todos sus descansos juntos e incluso algunas veces volvían a jugar en el mismo parque. La niña agradecía tenerlo como amigo, gracias a él no se sentía tan sola.
Pero al inicio todo había sido raro, desde que había empezado a pasar más tiempo con Jeonsang la mayoría de las chicas de su clase la miraban mal y susurraban a sus espaldas. Al principio, no entendía el por qué de su comportamiento hasta que le preguntó a su amigo y él le había dicho que la mayoría de chicas de su clase le enviaban cartas perfumadas y dulces, pero que él estaba muy chiquito para tener novia, por lo que siempre las rechazaba.
A lo mejor tenían celos, Doyeon había visto esa misma mirada en su padre con Rosé.
—No tenía ganas de comer —susurró Doyeon, volviendo a ocultar su rostro entre sus brazos.
—Pero comer es importante, por eso te traje esto —Jeonsang le susurró dejando una pequeña caja de jugo y un paquete de papitas en su puesto para que Doyeon comiese.
La niña aceptó solo porque le dolía un poco su estómago.
—Sólo... Extraño a mis papás y a Rosé unnie —le dijo Doyeon, sin molestarse en explicarle con más detalle ya que ya le había contado a Jeonsang toda aquella historia.
—¿Ellos siguen en Daegú? —preguntó el niño, abriendo su propio jugo.
—Sí, y van a pasar más tiempo allí, quisiera estar con ellos —susurró Doyeon, agachando su cabeza para cubrir un poco sus ojos, que empezaban a cristalizarse.
Pero Jeonsang lo notó.
Empezó a maquinar en su pequeña cabeza una idea para logar hacer sentir feliz a su pequeña amiga. Si había algo que odiaba era verla triste.
—¿Y si vas con ellos? —preguntó Jeonsang.
—Mis abuelos no me llevarían y no quiero molestar a mis padres con eso tal vez estén haciendo algo muy importante —refutó, no encontrando salida alguna.
Pero entonces Jeonsang abrió mucho sus ojos, pues se le había ocurrido una idea maravillosa que no podía fallar.
—Vamos juntos —propuso el niño, logrando que Doyeon lo viera con el ceño fruncido.
—¿Tu mamá nos puede acompañar? —preguntó la niña confundida ya que por lo que tenía entendido ella se hallaba en un viaje de negocios.
—No, sabes que no está aquí. Pero te podría acompañar a Daegú y luego cuando veas a tus padres ellos hablaran con mi madre y nos devolveremos juntos cuando ellos lo decidan —explicó Jeonsang, como si fuera lo más obvio del mundo.
Doyeon abrió los ojos asustada.
—No podemos hacer eso, Jeonsang. ¿Cómo podríamos ir a Daegú por nuestra cuenta? —le reclamó la niña.
—Tengo dinero en mi mochila y la estación de trenes no está lejos de aquí, si conseguimos que alguien compre nuestros boletos por nosotros, será muy fácil ingresar después —explicó el niño, emocionándose de repente.
Doyeon no estaba del todo convencida.
—¿Pero no será muy extraño ver a dos niños sin compañía de un adulto subir a un tren e irse a otra ciudad? —la niña veía muchas fallas en ese plan, sin contar en el posible regaño que le darían sus padres por hacer semejante cosa. Ellos siempre le decían que tenía que salir siempre con compañía de un adulto y en caso de que se perdiera tenía un pequeño collar con el número de su padre, por lo que sólo tendría que localizar a un policía o alguna tienda para pedir ayuda y que marcasen a ese número. Por lo que esa idea era impensable para ella, estaría terriblemente asustada si salía sin ningún adulto responsable.
Pero tal parecía que Jeonsang era mucho más liberal.
Aquel chico tenía un pensamiento totalmente libertino y despreocupado, lo cual sorprendía bastante a Doyeon, pero no hacia más que admirar a su amigo.
No estaba segura de su idea.
Pero por otra parte...
—Te prometo que no nos pasará nada, tengo todo planeado y no les va a extrañar que no estemos a un adulto, pero debemos procurar no ser tan evidentes y una vez lleguemos ahí, llamaremos al número de tu padre para que nos recoja en la estación de tren de Daegú... —Jeonsang se lo pensó mejor— No, mejor llamamos a tu padre para que le diga a tu madre que nos vaya a recojer. Le tengo miedo a tu padre.
Se sinceró el niño, sintiendo un escalofrío al recordar las mirada de Jungkook en su persona.
Doyeon se lo pensó, en realidad extrañaba mucho a sus padres y la idea no era con malos propósitos, sólo sería una manera de hacerles ver que quería pasar más tiempo con ellos.
Tenía mucho miedo pero quería hacerlo.
>>Sé que da un poco de miedo, pero no te preocupes, vas a estar conmigo. Además, solo quiero que no estés triste —explicó su amigo, tomando su mano.
Doyeon sonrió.
—Está bien.
ESTÁS LEYENDO
Looking For Dad - Rosekook [#2] ᶜ
FanficDespués de aquel fatídico día, Rosé decidió marcharse de aquella casa para no causar más daños en la vida de Jungkook y Doyeon, priorizando a su bebé y la salud mental de ambos. Después de un año, las cosas han cambiado drásticamente, pero siempre l...