Rosé se hallaba demasiado estresada.
En menos de una hora debía estar en el trabajo para empezar todo para la llegada de las personas que alquilarían el restaurante hoy.
Mingyu siempre se había caracterizado por ser un bebé tranquilo, no lloraba más de lo necesario y Rosé no había tenido problemas en irse al trabajo y dejarlo con la señora Choi, su bebé era muy apacible.
Pero hoy se hallaba especialmente desesperante.
Se había levantado llorando y Rosé corrió a su cuarto asustada ya que él nunca hacía algo así, y desde ahí no había parado de llorar. Rosé había comprobado su temperatura y todo parecía normal, tampoco parecía que le doliese algo y mucho menos mostraba signos de haberse golpeado con alguna cosa. Por lo que Rosé estaba confundida.
Le había intentado dar leche, pero el pequeño la había rechazado, al igual que la papilla y los mimos. Ella no sabía qué más hacer.
Tampoco sabía si faltar al trabajo por cuidar de su pequeño, le pagarían el doble y con ese dinero podría comprar un montón de cosas que hacían falta en su hogar.
Rosé lo colocó en su hombro e intentó que se calmara, lo cual, luego de unos minutos, funcionó. Ahora el pequeño se hallaba hipando y acomodándose en su hombro.
—Ya, bebé. ¿Estás bien? Me diste un susto muy grande —le riñó suavemente Rosé, escuchando cómo Mingyu se quedaba dormido de nuevo.
Lo acostó suavemente en su cama mientras ella se cambiaba a la velocidad de la luz y guardaba todo lo necesario en la pañalera y en su bolso. Hoy sería un día estresante porque estaría preocupada por Mingyu todo el día, tendría que llevarlo al médico si seguía llorando con tal magnitud.
Rosé lo tomó en sus brazos e hizo que se acostara en su hombro.
Luego de unos minutos había llegado donde la señora Choi, quien la miró con expresión preocupada al ver al bebé tan decaído.
—No sé qué ha pasado, despertó llorando y a penas hace unos minutos se detuvo —explicó la chica.
La señora Choi tomó a Mingyu en sus brazos, con cuidado de no despertarlo y abrió un poco la pequeña boca, encontrando el motivo de la molestia.
—Ya se está asomando su primer diente, es normal que lloren ante el dolor, incluso tiene un poco de sangre en los alrededores. —Rosé abrió los ojos, sorprendida— No te preocupes, cariño. Tengo una crema que le adormecerá un poco las encías para que no le duelan mucho, me aseguraré de aplicársela antes de que despierte.
Rosé sonrió agradecida y se despidió con una reverencia, antes de encaminarse al trabajo.
Ese tipo de cosas le estresaban de ser una mamá primeriza, no sabía mucho de bebés y cualquier molestia de Mingyu no la sabia interpretar. Agradecía el tener a la señora Choi, la cual le explicaba todo lo que sucedía, de otra manera Rosé habría decaído desde hacía mucho tiempo.
Cuando llegó al trabajo, guardó su bolso en su casillero y se colocó la elegante bata negra, saludando a Yoongi para seguidamente ayudarlo a organizar las mesas y la ambientación.
Eran aproximadamente las tres de la tarde cuando habían terminado todo y el primer hombre importante había llegado. Se trataba de un señor de pulcro traje negro y canas en su cabello perfectamente peinado hacia atrás. Tendría casi cincuenta o sesenta años. Se sentó en la mesa que le indicó Rosé y vió cómo éste se sentaba en el lugar indicado, en silencio, ignorando las preguntas de Rosé de sí quería algo para comer mientras los demás llegaban.
Rosé, un poco extrañada, se encaminó hacia Yoongi, quien se hallaba en una esquina mirando al señor que acababa de llegar con cara de asco.
—Obsérbalo, te miraba como si fueras inferior que él. Observa este lugar como si fuera inferior que él. Ese tipo de personas me dan náuseas, son el verdadero virus de la sociedad —habló Yoongi entre dientes, virando los ojos.
—No todos son así —opinó Rosé, pensando en Jungkook y sus amigos.
Yoongi la miró con incredulidad.
—Vivimos en un mundo capitalista, Park Chaeyoung, eres muy joven para entenderlo porque no comprendes lo bueno y lo malo de este sistema. Pero el caso es que esta gente de mierda siempre va a actuar como si el mundo les besara los pies. El dinero es poder, y el tener tanto dinero de alguna u otra forma te convences de que tienes poder, y esos deseos reprimidos de poder saldrán a la luz algún día. —replicó Yoongi, frunciendo el ceño— Pero también hay ricos de ricos, Park Chaeyoung. No creas que alguien es rico por tener una empresa, una casa y un auto, en esa clase de personas existen excepciones. De los parásitos que te hablo son gente que tiene un imperio, y harían todo lo posible por conservarlo, es genético.
Rosé calló ante su radicalismo, quizá Yoongi no tenía buenas experiencias con gente rica y ahora pareciese misántropo, pero sabía que en realidad Yoongi sólo detestaba que para ellos fuese tan fácil menospreciar a una persona que sólo no había tenido la suerte de tener lo que ellos.
>>¿Ves a los que están entrando? —Rosé se giro hacia la puerta y se sintió que sus piernas perdían fuerza, palideció y su corazón se aceleró— Apuesto a que están en el negocio por sus padres, no se trata de ninguna meritocracia. Aquél pelinegro parece ser el centro de todo ello, todos aquellos ancianos alabándolo como si fuera algún dios, probablemente sea un completo engreído por tener el dinero suficiente para irse un fin de semana si lo desea a un barco lleno de putas con su amigo el rubio... ¿Rosie estás bien? Estás muy pálida, ven.
Rosé sentía que su mundo se había detenido en el instante en el que Jungkook y Jimin ingresaban por esa puerta acompañados de Namjoon, Seokjin y otras cinco personas más para sentarse en aquella mesa.
¿Por qué su pasado le estaba dando putazos de aquella manera?
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Looking For Dad - Rosekook [#2] ᶜ
FanficDespués de aquel fatídico día, Rosé decidió marcharse de aquella casa para no causar más daños en la vida de Jungkook y Doyeon, priorizando a su bebé y la salud mental de ambos. Después de un año, las cosas han cambiado drásticamente, pero siempre l...