9: Venganza

822 114 4
                                    

-¿Qué quieres decir, cristiano? -preguntó mi padre intrigado.

-Hay que proteger la aldea, rodearla con una muralla de troncos. Ellos regresarán.

-Nunca hemos cercado nada, aquí todo el mundo entra y sale cuando quiere.

-Escuche, jarl Asgeir, ese hombre volverá, lo sé.

-¿Y tú, cómo sabes tanto?

-Los clanes de acá no son tan distintos a los de mi país. Hay disputas por tierras, por los animales, por cuestiones políticas. Es como si siempre estuvieran buscando un motivo por el cual enfrentarse.

-¿Y ustedes cercan su propiedad?

-Construimos muros de piedra, o de troncos.

Mi padre observó un tiempo largo a Branagh, evaluando lo que él le sugería. Luego movió la cabeza, y le extendió un vaso de cerveza.

-Agradezco tu preocupación, pero no es necesario. No creo que se atrevan a volver. –Dicho esto dio por zanjado el asunto y desvió su atención a otro asunto, ignorando por completo a Branagh.

-Espero estar equivocado -dijo él de malhumor cuando pasó por mi lado.

-Dormiré con mis armas listas -repuse, para que supiera que yo lo tomaba en serio.

Después de comer, nos pusimos a charlar junto al fuego, y para mi sorpresa Branagh se sentó junto a mí. Pensé que querría insistir con la cuestión de la cerca, pero no fue así.

-Hagamos un intercambio, habla del Valhalla, y yo te contaré lo que desees.

-¿De lo que yo quiera? ¿Estás seguro?

-Sí.

-El Valhalla es uno de los palacios de Odín, allí es donde recibe a los héroes caídos en el campo de batalla, o los que han sacrificado su vida. Cuando mueres vienen las valkirjas y llevan tu alma al palacio de oro. Pero para que eso ocurra, debes morir sin temor, sin derramar lágrimas, porque el Valhalla no es para los cobardes. Todos aspiramos llegar al salón de los héroes, porque allí se pelea de día, y después de curar las heridas, todos participan del banquete.

-¿Y es así todos los días?

-Sí.

-¿Y los que no son héroes, dónde van? ¿Los viejos, o los enfermos?

-Van al Reino de Hel. Con los criminales, los ladrones, los mentirosos. Ni los dioses pueden salir de ahí.

-Me parece injusto, ¿por qué un hombre que muere de viejo debe ir junto a un criminal?

-Nosotros no podemos cambiar las leyes que los dioses han escrito. ¿En tu religión es diferente?

-Para nosotros existen tres lugares: el cielo, donde va casi todo el mundo; el infierno, donde van los que no se arrepienten de sus pecados; y el purgatorio, donde van las almas que aún no saben a qué lugar pertenecen.

-¿No hay banquetes?

-No.

-Dime algo, ¿me odias? -No supe por qué, pero sentí la necesidad de saberlo. Rogaba a los dioses que su respuesta fuera negativa.

-¿Debería?

-No me respondas con una pregunta, solo di sí o no.

-No, y no sé por qué. Tendría que odiarte después de todo lo que ha pasado, pero no puedo hacerlo. Yo...

-Creo que ya es hora de dormir -anunció de pronto Agnetha, saliendo de la nada.

Branagh ya había tomado la costumbre de ir a dormir al establo, aunque tenía muchas invitaciones para pasar la noche en casa de alguna mujer de la aldea, él prefería hacerlo de esta forma, sin comprometerse con nadie. Padre le había ofrecido una choza, pero también se negó por encontrarlo innecesario. Alegaba que los animales le brindaban suficiente calor. Pero claro, decía eso porque no sabía cómo era el invierno en nuestra tierra.

El legado de una vikingaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora