15: Espíritu atormentado

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(Bera)

Por fin había llegado el día que tanto temía: la llegada de Gunnar que venía a cumplir con el compromiso.

Aún no atracaba bien el barco en el muelle, cuando Gunnar saltó sobre las tablas con el rostro resplandeciente, mi padre me miró como esperando mis acostumbradas protestas, pero yo aguardé en silencio la llegada de mi prometido.

Gunnar venía corriendo, pero cuando llegó enfrente de mí se paró en seco.

-¡Por fin, novia mía, no sabes con cuánta ansiedad esperé este día!

-¡Soy testigo de eso! -confirmó su padre que venía un poco más atrás-. Ha rebautizado su barco, ahora se llama Bera.

Todos rieron, menos yo. Pasee mi vista por el público presente, esperando ver a Branagh, pero él no estaba, tampoco Helga, ni Vali.

-¿Y los otros barcos? -preguntó mi padre ansioso.

-Estarán aquí antes del viaje -respondió el jarl Hakon-, están terminando de repararlos.

-¿Ha venido su esposa? -le pregunté yo.

-Ella envía sus saludos, pero no vino porque después no tendría cómo regresar a casa. Dijo que esperará orando a los dioses para que todo resulte bien y podamos reunirnos pronto como una gran familia.

-¿Ella viajará también a las islas? -pregunté.

-¡Por supuesto, a Freydis le gustan las aventuras y está muy interesada en viajar también!

-¿Vamos a la casa? -invitó mi padre-. Más tarde podemos ir por los barcos.

-¿Ya están terminados? -preguntó Gunnar.

-Sí -respondí con entusiasmo-, y quedaron preciosos.

-Los barcos no son preciosos -dijo él con burla.

-Estos sí, ya verás.

Caminamos todos de vuelta a la casa, con todo el pueblo detrás, como siempre. Antes de entrar, mi padre se volvió para hablarles a todos.

-¡Esta noche festejaremos que por fin los barcos están listos! ¡Al menos eso espero! -agregó y todos se largaron a reír-. ¡Mañana celebraremos una boda, y en una semana zarpamos a las islas británicas!-. Cuando dijo esto último todos aullaron. Yo me acerqué a él, y tiré de su capa.

-¡Padre, aún no tengo el vestido, no tengo nada! -murmuré.

-¡Ya te las arreglarás! -respondió él de igual modo y se entró al salón con los invitados.

Cuando todos entraron, pasé lo más pegada a la pared que pude, para que no advirtieran mi presencia. Me fui a la parte de atrás, y comencé a pasear alrededor de la pequeña mesa. Murmuraba en voz baja cuando llegó Agnetha. Ella inmediatamente captó mi malestar y estiró su mano para detener mi paseo.

-¡Bera! ¿Qué te sucede?

-Padre... Ha anunciado la boda para mañana. No tengo nada preparado, y...

-No quieres -agregó Agnetha con suavidad.

-¿Cómo sabes que no quiero?

-Lo puedo leer en tus ojos. Sé que estás enamorada de Branagh.

-¿Tanto se me nota?

-Al menos yo lo noté. ¿Él lo sabe?

-Branagh no me ama. Me besó, y después me dijo que no me ama.

El legado de una vikingaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora