21: Regreso al océano

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Casi todo el resto de noche que nos quedó después de organizar nuestras cosas, estuve intentando convencer a mi padre para que regresáramos a Escandinavia, pero no quiso escuchar. No supe a qué se debía tanta terquedad, si a un deseo verdadero de asentarse en esa tierra, o a no darse por derrotado. Siempre su terquedad le precedía.

Ni siquiera quiso escuchar a Agnetha, quien le pidió lo mismo que yo. Él le ofreció dejarla ir con Hakon, pero ella dijo que su lugar estaba con él. Me sobrecogió escucharla diciendo que aprendería a superar todos los altibajos que el destino le tuviera preparado, pero siempre y cuando fuera junto a él. Si alguna vez tuve dudas del amor que Agnetha sentía hacia mi padre, comprendí que estaban infundadas.

***

Ahí estábamos nuevamente. A bordo de nuestros barcos, regresando por donde habíamos venido. Luego de sepultar a los muertos bajo montículos de tierra, abordamos las naves, y nos alejamos de allí.

Esta vez yo no viajaba en el mismo barco que Gunnar, pero él no me quitaba los ojos de encima, aunque hubiera distancia entre nosotros. Aun así, yo me acerqué resuelta a Branagh. Todavía estaba esperando que él me dijera qué sientía por mí.

-¿Tu padre es como Aodham? -le pregunté, más para entablar conversación que por interés real de saber cómo era.

-No. Mi padre es un hombre justo. No vive en un castillo. No tiene poder. Apenas posee una porción de tierra y unos cuantos sirvientes.

No repuse nada a su afirmación, a pesar de recordar que extrajimos muchos objetos de valor de su casa.

-¿Los extrañas?

-Sí, sobre todo, a mi madre y a mi hermana pequeña, Ciara.

-Pronto estarás con ella.

-Es lo que más deseo, pero...

-¿Qué?

-Cuando regrese a mi hogar ya no te volveré a ver.

Branagh me miró directo a los ojos. Todo se detuvo a mi alrededor, pues en ellos estaba la declaración que tanto esperé. Sentí deseos de besarlo. De entregarme a él, aunque estuviéramos en el lugar equivocado.

-Solo si tú quieres -repuse, y tomé su mano para conducirlo a donde sabía que Gunnar no nos podría ver desde su barco.

-¿Qué haces? -preguntó preocupado.

-Bésame -supliqué.

-Es peligroso, pueden vernos.

-Desde aquí, Gunnar no nos puede ver. No hay hombres del jarl Hakon en esta nave. Y si alguno de nuestros hombres se atreve abrir la boca, yo misma le cortaré la lengua.

-¡No, Bera!

-¿No me deseas?

-Más que a la vida misma. Yo... ¿Por qué ahora, Bera? Tú aceptaste ser la esposa de Gunnar.

-Quizás nunca más tengamos la oportunidad. Tú te vas a marchar cualquier día de estos... ¡Sabes que tenía que casarme con Gunnar! Solo bésame, y me quedaré en paz.

-Si te beso no podré detenerme.

Branagh se dio vuelta hacia otro lado para no continuar mirándome, y yo me sentí vacía.

-Si no estuviera con Gunnar, ¿habría alguna posibilidad para nosotros?

-Puede ser. -Fue todo lo que dijo. Yo me alejé y no volví a intentar seducirlo.

Cuando quedé sola, Agnetha se me acercó. Su rostro era de preocupación.

-¿Qué sucede, Bera?

-Nada, madre.

-Bera, siempre he sabido que Branagh te gusta. Si tienes algo con él, que no se enteren Gunnar ni Asgeir.

-No te preocupes madre. No tengo ni tendré algo con con Branagh. Él no quiere. Creo que es por sus ideas cristianas. En cambio, yo... Lo quiero, madre.

Ella me abrazó con ternura y recostó mi cabeza en su pecho. Mis lágrimas comenzaron a caer lento al principio, pero luego corrieron como los saltos de agua de las montañas escandinavas. Lloré sobre el seno de Agnetha. Lloré mucho, y no solo por Branagh, sino por quienes había dejado atrás: mi hermano, su esposa, los viejos de la aldea... Lloré por mi tierra, que no sabía si la volvería a ver otra vez. Hasta lloré porque ya no existía la misma camaradería de antes del viaje. Ya nadie tenía tiempo para bromear, o reírse a costa mía. Ahora todos andaban ocupados en guardarse las espaldas. De repente mi vida se había vuelto triste. Cuando terminé de vaciar mis lágrimas, me di cuenta que mis hermanos pequeños y Rolf, mi incondicional amigo, se habían aproximado para ver qué me ocurría. Mi padre ni siquiera se interesó por saber a qué se debían mis lágrimas. Sin embargo, el momento pasó, y yo me enderecé como debe hacerlo una guerrera de corazón fuerte.

Al poco rato pasamos frente al campamento del rey Rurik. Tuvimos que soportar con estoicismo la burla de él y de sus hombres que se allegaron a la ribera del Shannon para burlarse de nosotros, sobre todo de mi padre. En ese instante, muchos hicieron amago de preparar sus arcos para lanzar flechas hacia esos malditos, mas mi padre no lo permitió.

Después de esto, comencé a desconocer cada vez más a mi padre, y decepcionarme más también. El que muchos inviernos atrás fuera un guerrero que no permitía a nadie que le pusiera un pie encima, ahora se estaba volviendo un hombre blando. Un hombre que hacía todo lo que estuviera de su parte para evitar una confrontación. El hombre que alguna vez partiera a cualquiera en dos si lo ofendía, ahora era capaz de recibir cualquier afrenta sin inmutarse. Ese día presentí que el jarl Asgeir estaba demasiado cerca del cristianismo. Desee tener el valor suficiente para arrebatarle la vida yo misma, y así evitar que traicionara a nuestros dioses, pero no podía hacer tal cosa basada en una presunción. Esperaba estar equivocada y que Odin le transmitiera su sabiduría e hiciera lo correcto. No quería perder a mi padre en manos de esa nueva creencia.

***

El sol estaba en lo alto cuando terminamos de salir del río Shannon. Aconsejado por Branagh, mi padre dio la orden a Rolf de que tocara el cuerno para que las naves se alejaran de la costa.

A pesar de que esa era una zona bastante rocosa, conformando una sólida pared de acantilados, no era la intención de Asgeir llamar la atención. Cuando estuvimos en mar abierto mi padre dio nuevamente la orden de tocar el cuerno, pero esta vez fue para que todas las naves viraran a estribor. En ese momento, Gunnar también dio una orden, pero fue para que su barco se aproximara al nuestro. Sin embargo, la corriente no le permitió allegarse lo suficiente como para abordar con tranquilidad, mas, ese no fue impedimento para que de todos modos saltara y nadara hasta nuestra nave.

Yo pensé que me extrañaba, y que por eso había decidido cambiarse de barco, pero estaba muy equivocada.

-¡¿Qué fue eso, Bera?! -me preguntó a gritos, con el rostro contraído por la ira.

-No sé de qué hablas -me defendí aun sabiendo a qué se refería.

-¡Tú y el cristiano, no lo niegues!

-Hablábamos de su familia. Eso es todo. -Un buen número de gente se había reunido en torno a nosotros.

-¡No mientas, nadie se aproxima tanto para hablar de la familia!

-¡Estás haciendo el ridículo! -le espeté, ahora sí muy molesta.

-¿Te divorciarás de mi a causa de él? -preguntó enseguida bajando el tono.

-Debería. Pero no por Branagh, sino por atreverte a hablarme de esta forma. Mi padre nunca lo ha hecho, que es el único que podría. Por lo tanto, no se lo permito a nadie. -Me di la media vuelta y lo dejé solo.

Disimuladamente el resto comenzó a sonreír con la burla dibujada en sus rostros. Yo les hice un gesto y todos abandonaron su pose de observación. No era mi intención hacer de Gunnar el hazmerreír de la tripulación. Al poco rato dirigí mi vista hacia él, y mi padre estaba a su lado. Supuse que lo estaría aconsejando. Luego miré a Branagh, y a su rostro que lucía siempre sereno. ¿Sería mío algún día?

***

Un nuevo anochecer se nos vino encima cuando llegamos al punto que Branagh le había indicado a mi padre: la desembocadura de un nuevo río: el Suir.

El legado de una vikingaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora