Era el mes de mayo. Los jardines rebosaban de flores. El prado estaba más verde que nunca, y a lo lejos, las olas rompían fuerte contra los acantilados, no queriendo quedar fuera de esta conspiración que la naturaleza había planeado para que este fuera el día más feliz en la vida de Branagh.
Asistido por su tío, quien sería el padrino de la boda, Branagh se calzaba el atuendo con los colores tradicionales de su clan. Una camisa blanca, y un quilt amplio haciendo juego con el tartán y la boina que lucía la insignia del clan Cunningham de Connacht. Su cabello estaba cortado a la altura del cuello, por lo que cubría parcialmente la falta de oreja y la cicatriz de la cabeza.
De pronto Maude y Declan, los padres de Branagh, entraron a la habitación. Ellos también estaban vestidos de acuerdo a la ocasión, con toda la elegancia posible.
-¡Hijo mío, estoy tan feliz por ti! -exclamó su madre extendiendo sus manos para coger las de él.
-Gracias, madre.
-Dreide es una gran mujer -añadió su padre-. Uno no es un hombre completo hasta que encuentra una gran mujer que lo acompañe en la vida.
Entonces, yo estoy incompleto, pensó Branagh, pero no iba a echar a perder la felicidad de sus padres exteriorizando sus verdaderos sentimientos.
Todo este último año se había dejado querer por Dreide. No se opuso a que lo de ellos avanzara más allá. Se dejó llevar de la mano al inevitable paso del matrimonio, porque no le importaba con quien se casaría, ya que Bera continuaba marcada a fuego en su corazón. Quería a Dreide y sentía deseos naturales por ella, ya que era una mujer hermosa, pero aquellos sentimientos no lograban penetrar lo suficiente como para olvidar a la vikinga con ojos color de mar. Aun listo para contraer matrimonio con Dreide, todo su ser temblaba clamando por la bella nórdica que había dejado atrás.
-¿Ya llegaron todos? -preguntó, en un intento por despejar su cabeza.
-Todos esperan en la capilla -dijo el padre.
***
Branagh acompañado de sus padres, abandonó Cunningham Hall; cuando secuestraron a su hijo, Declan decidió llevarse a la familia fuera del pueblo y ahora habitaban una pequeña fortificación en las afueras; para dirigirse a la capilla construida en la parte de atrás de la propiedad, junto al lugar que habían destinado como el nuevo cementerio familiar.
Mucho esfuerzo y dinero se había necesitado para levantar el pequeño castillo de los Cunningham, ya que en su mayoría era piedra sólida y troncos del roble más firme, sin embargo, al cabo de dos años había quedado terminado por completo. Declan era considerado uno de los hombres más ricos de Connacht, pero Branagh siempre lo negaba porque sentía cierto pudor al hablar de los bienes materiales de la familia. Ahora Branagh traería a vivir a su esposa a Cunningham Hall, e intentaría ser feliz con ella, aunque mientras viviera no olvidaría a Bera.
***
Mientras avanzaban por el jardín, Branagh no pudo dejar de preguntarse si había tomado la decisión correcta, y en a lo único que pudo responderse fue que estaba cansado de estar solo. Dreide sería una buena compañera: tenían los mismos gustos e intereses, y estaba seguro que sería una buena madre. Tal vez ella no se convertiría nunca en el amor de su vida, pero estaba seguro que no encontraría otra compañera mejor para recorrer lo que le quedara de esta vida.
***
Dreide llevaba un vestido de color rosa pálido y su cabeza estaba adornada por una corona de flores azules. Se veía radiante, y si Branagh tuvo dudas, al verla se disiparon: había hecho la elección correcta.
El padre O'Reilly dio un breve sermón acerca de lo que significaba un compromiso como este, y después comenzó a recitar las palabras de rigor, mientras las manos de los novios eran atadas con un listón rojo. Después ellos dijeron sus votos, y los anillos nupciales fueron bendecidos. Para finalizar, y después que el padre diera la orden, Branagh posó un casto beso sobre los labios de su esposa. Luego ambos salieron entre vítores y aplausos al jardín, donde ya estaban las mesas servidas con lo mejor de lo mejor. Declan no había escatimado en gastos, ya que cada vez que miraba a Brangh, recordaba la parábola del hijo perdido, con la diferencia que su hijo había sido arrancado de sus brazos, y se merecía todo lo que él le quisiera dar.
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El legado de una vikinga
Historical FictionComo la mayoría de los habitantes de los fríos parajes escandinavos en la Alta Edad Media, Bera soñaba con participar en los saqueos al oeste, junto a los suyos. Cuando al fin se le presenta la oportunidad, el ansia por la incursión se mezcla con e...