(Bera)
La primera nave en atracar fue la nuestra. Mi padre saltó a tierra seguido por Gunnar y Branagh, y otros hombres más atrás. Yo también quería bajar, pero él levantó la mano ordenándome que esperara. Algo en la actitud de los que estaban en tierra, le hizo tomar precauciones, y esta vez decidí obedecerle. Como siempre tuvo razón, ya que el recibimiento no fue el que esperábamos: los hombres del río Shannon se adelantaron con sus armas listas para el ataque.
-Nos da gusto encontrarlos -saludó mi padre, pasando por alto la inhospitalidad de los residentes.
-¿Qué quieren aquí? -preguntó uno de ellos.
-¿Dónde está su líder?
Más hombres armados aparecieron, y mujeres también. Los nuestros imitaron el gesto y se pusieron en guardia. Nadie más dijo palabra, pero los grupos de ambos lados creció. De pronto se oyó un murmullo, y alguien avanzó desde atrás.
Ya nos habíamos dado cuenta que el asentamiento correspondía a habitantes de otra región. Eran del otro lado de las montañas, pero pensamos que eso no supondría problema, pues ambos pueblos estaban pisando tierra extranjera, y por obligación nos convertiríamos en aliados.
La sorpresa que nos llevamos a continuación, demostró que estábamos totalmente equivocados.
Quien apareció, abriéndose camino entre los del asentamiento, no era ni más ni menos que el rey Rurik.
-¡Así que llegaron por fin! -exclamó acercándose a mi padre, como si nada hubiera sucedido entre ellos-. ¡Sean bienvenidos!
-Solo pasamos a saludar -repuso mi padre en tono hosco.
-Jarl Asgeir, creo que sería buena idea que dejemos nuestras rencillas en el pasado. -El rey Rurik, puso uno de sus brazos sobre los hombros de mi padre como si fueran viejos amigos-. Ambos estamos en una tierra extraña, y podríamos ayudarnos el uno al otro.
-¿Y qué propone, rey Rurik?
-Como quizás usted sepa, por aquí abundan los templos y toda esa basura cristiana. Qué le parece si nos unimos para atacarlos, y luego nos repartimos el botín.
-Gracias, rey Rurik, pero hemos venido en paz. Queremos negociar con esta gente. Cambiar nuestros productos por tierra. Deseamos fundar un asentamiento para vivir en paz.
-Y luego se convertirán en cristianos, ¿no?
-Eso no está en nuestros planes, rey Rurik... Creo que ya es hora de marcharnos.
-Entonces, ¿no hay trato?
-No.
-¿Y sabe lo que eso significa?
-Totalmente.
Mi padre levantó la mano, y todos volvimos a los barcos. Navegaríamos río arriba hasta encontrar un lugar más apropiado. Y si no lo había, dejaríamos los barcos y nos adentraríamos por tierra firme hasta hallarlo. Sabía muy bien que un encuentro desafortunado no disminuiría los deseos de mi padre por asentarnos en este lugar.
***
-No podremos bajar la guardia. El rey Rurik puede caer sobre nosotros en cualquier momento. Dejó en claro lo que podría suceder de no aliarnos con él en esta empresa.
-Se siente dueño de esta tierra, como si hubiera llegado primero -repliqué con pesar, y todos asintieron.
-Me consta que no es el primero. Sé que hay asentamientos en la costa. Y también sé que han tenido problemas con gente de otras regiones escandinavas...
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El legado de una vikinga
Historical FictionComo la mayoría de los habitantes de los fríos parajes escandinavos en la Alta Edad Media, Bera soñaba con participar en los saqueos al oeste, junto a los suyos. Cuando al fin se le presenta la oportunidad, el ansia por la incursión se mezcla con e...