36: Epílogo

1.1K 105 17
                                    

Bera

Es difícil describir lo que sentí cuando los barcos entraron al fiordo y pude ver la aldea desde lejos. Nunca me pareció más hermosa, y pensé que tendría que hacer más sacrificios a los dioses para agradecerles el poder pisar tierra escandinava otra vez. Este era el único lugar de Midgard en el que quería estar para siempre, y el que no abandonaría sino para subir al Valhalla o entregarle mis huesos a Hell.

Solo esperaba que todo el tiempo que me quedara por vivir en esta tierra de hombres, lo pudiera pasar junto a Branagh, y también que él no se fuera antes que yo, porque no quería vivir ni un solo instante sin él.

***

Mi hermano Gardar recibió con pesar la noticia de la muerte de Agnetha y el pequeño Karl. Le asombró enterarse de la muerte de Gunnar, pero recibió bien a Branagh.

Erik estuvo feliz de volver a encontrarse con Rolf, él ya tenía esposa y dos hijos, por lo que ambos se habían convertido en hombres serios con responsabilidades. Y a pesar de que mi amigo recién esperaba su primer hijo, consideraba a los de Maeve como suyos.

Mi padre miró a su alrededor y se acercó a nosotros, intrigado.

-¿Estamos en casa, Bera? ¿Hemos vuelto?

Por primera vez en mucho tiempo vi una luz de comprensión en sus ojos. Mi hermano y yo lo abrazamos. Parecía que el jarl estaba recuperando la cordura.

***

Gardar era un jarl muy querido en la aldea y respetado por los pueblos vecinos. Él junto a Eyra, y su hombre de confianza, Erik, habían hecho un muy buen trabajo. Si bien la aldea no había crecido mucho en tamaño, estaba en mejores condiciones que cuando la dejamos.

-En tres inviernos no hemos tenido problemas con nadie -nos contó la primera noche, sentados alrededor del fuego-. Hemos intentado dedicarnos al comercio y no a los saqueos. Cuando ustedes se fueron, solo quedaron ancianos y enfermos, pero con el tiempo comenzó a llegar gente de algunas aldeas del interior, y por eso ahora han podido ver que tenemos jóvenes y niños... Mucho me temo que en este momento no hay casas para ustedes.

-No importa -dijo Branagh, interviniendo por primera vez en la charla-, tuve tiempo de vender todas mis posesiones y tengo como comprar materiales para construir casas nuevas.

-Gracias, Branagh -repuso mi hermano, aceptando la ayuda sincera que Branagh le ofrecía-. ¿Cuándo se casarán ustedes? -nos preguntó a continuación.

-¿No es muy pronto? Tenemos que enviar a alguien a Trondheim. El jarl Hakon merece saber que su hijo ha muerto, Gardar.

-Murió como un valiente, y una cosa no tiene nada que ver con la otra.

-¿Nos das tiempo hasta que las casas estén listas?

-Sí, Gardar, esta boda merece una gran celebración -dijo Eyra, como siempre entusiasta por estos acontecimientos.

-Está bien, pero nos daremos prisa con las casas.

***

Esta vez contribuí alegremente en los preparativos para lo boda. Maeve me había ayudado a confeccionar un vestido hermoso con telas que habíamos ido a comprar a Kaupang, inclusive, también trajimos una camisa para Branagh del mismo color.

Así fue como otra mañana, llegaron las mujeres de la aldea a prepararme para la ceremonia que se llevaría a cabo en la playa.

Yo estaba ansiosa, pues según las costumbres de Branagh, no dormiría conmigo hasta que no fuésemos esposos y se había mantenido fiel a su promesa.

Los tambores comenzaron a tocar y yo salí del gran salón. La brisa marina agitaba mi cabello adornado de flores y mi vestido del color de las conchas que a veces encontrábamos en la arena.

En el lugar me esperaba mi futuro esposo junto a la Gydhja.

Ella celebró la unión con los anillos que Branagh había comprado a escondidas y en vez de espadas intercambiamos cuchillos: él no tenía y yo no podía entregarle la que Gunnar me había entregado y que una vez perteneciera al jarl Hakon.

***

-Hace cinco inviernos que te conozco, extranjero, pero solo me tomó unas noches comenzar a quererte.

-Y yo a ti, guerrera malhumorada. ¿Recuerdas cómo eras? ¿Lo que hiciste arriba del caballo cuando te secuestré?

-¿Y tú, recuerdas como corrí hacia ti la primera vez que quisiste escapar?

Ambos reímos. Nuestro amor había comenzado de forma inusual, pero estaba destinado a ser imperecedero.

-Desde esa noche que estuvimos juntos, he soñado con volver a tenerte en mis brazos y besarte. Tendernos en el lecho cubiertos con las pieles y permanecer juntos hasta que despunte el alba, y cuando yo te diga que es hora de salir de pesca, tú tires de mí y no me dejes apartarme de tu lado.

Sus palabras me hicieron llorar. Nuestro amor, por el tiempo que durase sería grande.

-Hay algo que debo decirte, Branagh... Einar es tu hijo.

-¿Cómo? ¿Por qué no me lo dijiste?

-No quería que estuvieras conmigo por obligación, o peor aún, que intentaras quitármelo.

-¿Gunnar lo sabía?

-No. Por eso me embaracé de él. Agnetha decía que Einar se parecía más a tí, y que Gunnar necesitaba una distracción para no fijarse tanto en él.

-Si no hubiera sucedido todo lo que ocurrió, yo nunca me hubiera enterado.

-Sí.

-¿No hay más secretos?

-No.

Nos quedamos mirando a los ojos por largo rato. Después me tomó entre sus brazos y me levantó para llevarme al lecho. Yo entrelacé mis brazos alrededor de su cuello y lo besé.

***

Ahora han pasado muchos inviernos, mi cabello está teñido con la nieve del tiempo, y la espalda de Branagh ya no está recta como antes. Cuando el frío arrecia dice que le duelen las rodillas y debe ayudarse con un bastón para caminar. Tenemos varios hijos y muchos nietos.

Nunca nos fuimos de Sognefjord. Hemos sido inmensamente felices, a pesar de que varios han partido ya al descanso eterno como le gusta decir a Branagh.

Mi padre fue el primero, que aunque logró recuperar su cordura, nunca más volvió a ser el mismo.

Mi hermano Gardar, también partió antes de tiempo, producto de unas fiebres, dejando sola a Eyra con cuatro hijos. Ahora mi hermano Ari el jarl.

Erik y su mujer también están descansando, y Rolf y Maeve están más viejos que nosotros, pero todavía están en pie.

Lo último que supimos del rey Rurik, poco tiempo después de llegar de Èyre, fue que contrajo una extraña enfermedad que lo llevó directo a Hell, por no haber tenido oportunidad de caer luchando como todo guerrero anhela.

Nosotros, Branagh y yo, no sabemos cuando llegará nuestro tiempo de partir, solo esperamos que lo hagamos juntos tal como hemos estado desde siempre. Quizás yo me tenga que marchar al infierno igual que todos los viejos, y Branagh a su Paraíso, pero lo que en verdad soñamos es que nuestros dioses se pongan de acuerdo y nos dejen ir de la mano juntos a la eternidad.

El legado de una vikingaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora