A la mañana siguiente, llegaron temprano varias jóvenes a buscar a Bera. Medio dormida la sacaron de la cama para darle el baño ritual de las novias. De mala gana, Bera se dejó lavar perfumar, y peinar. Para terminar, le pusieron una corona de flores sobre la cabeza, y las joyas de Agnetha.
-Te ves hermosa, hija mía -dijo la mujer con cariño-, pero te ves triste. Ten fe en el destino, no creo que los dioses le deparen un mal futuro a una joven tan linda y buena como tú.
-¿Usted cree, madre?
-Frigg, sabe que te estás sacrificando por tu padre, ella sabrá darte la felicidad en el momento justo: puede ser que te enamores de tu esposo, o que otro hombre venga a ocupar su lugar en algún momento de tu vida... Ahora ven a la mesa, los niños te prepararon un desayuno especial.
-No tengo ganas de comer nada.
-¡Por favor, no los dejes esperando!
-Iré, pero no me pondré el vestido aún, no quisiera mancharlo.
Estaba haciendo acopio de todo el valor que poseía para continuar adelante con la boda, cuando lo único que deseaba era que se abriera un maldito agujero por donde desaparecer. Pero si lo hacía, los sueños de conquista de su padre quedarían truncados. Las ilusiones de muchas familias también se romperían. Ahora solo quedaba esperar que Gunnar fuera un buen esposo y no la hiciera sufrir.
La mesa estaba decorada con las primeras flores de la estación, que los niños habían salido a cortar especialmente para ella. Había pan, queso de cabra, leche y miel.
-¿Cómo te sientes? -quiso saber Agnetha.
-Como si no fuera yo. Me parece estar mirando todo desde afuera. No logro convencerme de que realmente me voy a casar. Mi vida cambiará, ya no seré libre de hacer lo que se me antoje. Gunnar querrá gobernar sobre mí, y no creo que me guste.
-No tiene por qué hacerlo si no se lo permites. Desde el comienzo debes manifestarle tu posición al respecto.
-¿Y si me obliga, o no me deja salir cuando yo lo desee? ¿Y si me llena de hijos?
-Los hijos son una bendición de los dioses, y no creo que te vaya a mantener encerrada. Él conoció a Bera la guerrera y debe aceptarlo.
-¡¿Ya está lista la novia?! -preguntó en voz alta Eyra, desde la puerta.
-La novia, no tiene apuro -respondió Bera con una mueca de disgusto-, aún es temprano.
-El novio está ansioso. Estuvo en casa un rato, y se lo veía muy nervioso.
-¿Ves que no eres la única con dudas en su corazón? Para él también significará un cambio importante, ya no podrá hacer la vida que llevaba antes, pues tendrá responsabilidades.
-¡Bera! -entró Ari corriendo al salón-. ¡La Gydja ya espera en la playa!
-¡Solo falta la novia! -agregó Eyra con jocosidad.
Bera, se levantó en silencio y fue a buscar el vestido. Con ayuda de Agnetha, y de las chicas que no habían desistido de esperarla, se vistió con el atuendo nupcial. Su amargura, no le permitió darse cuenta de lo hermosa que estaba, pero las demás mujeres se lo dijeron, aunque a ella no le importaba saberlo.
-¡Mírate! -le rogó Agnetha, entregándole una bandeja de plata para que observara su reflejo-. He visto pocas novias tan hermosas como tú.
-¿Vamos? Quiero salir de esto cuanto antes.
-¡Espera, voy por la espada!
Al abrir la puerta del salón se encontraron con Gunnar y los invitados, prácticamente la aldea completa, que esperaban a Bera para acompañarla hasta el lugar de la ceremonia. Todos avanzaron en procesión detrás de los novios hasta la playa, cantando y tocando los tambores.
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El legado de una vikinga
Historical FictionComo la mayoría de los habitantes de los fríos parajes escandinavos en la Alta Edad Media, Bera soñaba con participar en los saqueos al oeste, junto a los suyos. Cuando al fin se le presenta la oportunidad, el ansia por la incursión se mezcla con e...