34: Invitación

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Bera

Esa misma noche nos despedimos de nuestros muertos. Al no ser posible llegar al mar y tampoco contar con naves en el río, dispusimos los cuerpos sobre montículos de leña seca.

Serían muchas fogatas diseminadas por el prado. Bastantes hombres y mujeres habían caído, pero al amanecer estarían bebiendo y comiendo con los Æsir [son los principales dioses del panteón nórdico Están emparentados con Odín y habitan en Asgard, siendo mencionados bajo el término genérico guðin, «dios».] en el Valhalla. A mi hermano, lo dejamos junto a mi madre para que la llevara de la mano a través de las puertas doradas, pues ambos habían muerto defendiendo a la familia. Me despedí de Gunnar con un beso en la frente, y después encendimos todas las piras al mismo tiempo.

Maeve puso a su madre dentro de una fosa rectangular y la cubrió con tierra. La adornó con flores y plantó encima una cruz, ya que la anciana era cristiana, sin embargo, no quiso recitar ninguna oración a su dios.

El resto de la noche la pasamos en el gran salón, recordando a quienes habían partido. Finalmente el sueño y el cansancio nos venció y nos dormimos allí mismo, reunidos como una gran familia.

***

Por la mañana, un movimiento rudo me despertó. Era Rolf.

-Ven -me dijo-, tienes que ver esto.

Fui corriendo detrás de él, ya que era imposible que pudiera mantener su paso. En el exterior toda la gente intentaba volver a la normalidad, aun con sus rostros apesadumbrados.

-¿Qué quieres que vea? -le pregunté a Rolf, sin comprender todavía.

-Es Asgeir, míralo.

Rolf indicó hacia donde quedaban los restos de las piras que habíamos encendido por la noche. Se paseaba entre las cenizas casi desnudo, apenas cubierto con una piel de oso. Alarmada por aquella visión corrí hacia él.

-Padre, ¿qué sucede?

-Agnetha, ¿dónde está Agnetha? Hace rato que la busco. Unos muchachos me dijeron que la encontraría por aquí, pero no la veo. ¿Tú la has visto, Bera?

Mi padre había enloquecido.

-Yo te llevaré con ella, pero tienes que tener paciencia.

-¿Sí? ¿La buscarás por mí?

-Sí. Ahora vamos al salón para que te cubras y comas algo.

-¿Me lo prometes?

-Sí, padre, te lo juro.

***

-¡El jarl no se encuentra bien, y debemos elegir a alguien en su lugar mientras se recupera!

Toda la aldea estaba reunida en el gran salón. Los había reunido para explicarles lo que estaba ocurriendo con mi padre, pero no quería ser demasiado sincera con ellos, no quería que pensaran que se había convertido en un chiflado en el que no se podía confiar más.

-¡Tu, Bera! -exclamó Rolf, desde atrás mío.

-¿Yo?

-¡¿No es así, amigos?! ¡Bera siempre ha estado preocupada de nuestras necesidades!

-¡Bera! ¡Bera!

De repente todos estaban gritando mi nombre. Luego de pasar mis ojos por esos rostros decidí aceptar. Era la única forma de poner en práctica mi plan.

Levanté mis manos para que hicieran silencio.

-Acepto ocupar el puesto de mi padre hasta cuando él se recupere, pero como no sabemos cuándo será eso, quiero proponerles algo, eso sí, nadie está obligado a aceptar... Quiero regresar a casa, y me gustaría saber quienes querrían venir conmigo.

El legado de una vikingaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora