Branagh sentía la cabeza liviana y el pecho henchido, pues pensaba que había hecho una buena una buena obra al ir a prevenir a sus amigos. Se había tardado más de lo que pensaba, pero todo había salido bien. Ahora se dedicaría a su esposa y a la granja, y después, también a su hijo.
Cuando entraron al sendero de entrada a la casa, le pareció extraño no encontrar gente trabajando en el campo, todavía quedaban montones de cebada que necesitaban ser recogidos.
Dejó el caballo en la entrada de la casa, mientras sus hombres hacían lo propio, y fue al interior esperando encontrar a su madre o a Dreide.
-¿Madre? ¿Dreide?
Unos pasos cansados se aproximaron al salón.
-Padre, ¿dónde están todos?
-Por fin llegas.
Los ojos de Declan estaban enrojecidos por tanto llorar. Se notaba que no se había cambiado de ropa hacía varios días. Olía a sudor y alcohol.
-¿Por qué estás así? ¿Qué ha ocurrido?
-Ellos vinieron.
-¿Quienes?
-¡Tus malditos vikingos! Mataron a tu madre. Se llevaron a Ciara y a Dreide, junto a todas las mujeres jóvenes que encontraron cerca.
-No. Ellos no...
-¡Y qué importa si fueron de una tribu o de otra, son todos iguales!
Branagh fue hasta la pared más cercana y le pegó con el puño. El rey Rurik había venido a cobrar su venganza. Lo había reconocido. A él no se le pasó por la cabeza que eso pudiera ocurrir.
Miró a su padre y fue a abrazarlo.
-No me toques. Permitiste que sucediera esto... Solo te esperé para que lo supieras por mí.
Declan comenzó a salir de la habitación.
-¿Hace cuánto que sucedió?
-Hace tres días... Tu madre yace en el huerto.
Branagh salió inmediatamente de la casa. Necesitaba reunir más hombres. Iría por Arthur a la granja de los Magh y marcharían tras el rey Rurik. Oraría por llegar a tiempo.
Los hombres estaban cansados y hambrientos, pero aún así aceptaron con gusto participar en la cacería, pues hijas y esposas formaban parte de las muertas o secuestradas por el danés y su gente.
Cuando tuvo todo organizado fue a ver a su padre, quería despedirse y asegurarle que traería con bien a su hermana y a Dreide, junto con las otras jóvenes. No pudo hacerlo. Al entrar en la habitación que compartieran sus padres, lo primero que vio fue a Declan colgando de una viga del techo.
-¡Padre!
Sollozando, Branagh bajó a Declan y lo acunó entre sus brazos. Luego lo llevó hasta el huerto y lo enterró junto a su madre. Dijo una oración por ellos, y luego ayudó a enterrar a los hombres caídos en la granja y los traídos de Munster.
***
Los padres de Dreide acusaron a Branagh de ser el causante de lo ocurrido, ya que todos sabían de su simpatía por los nórdicos. Arthur, el hermano de Dreide quería matarlo allí mismo, pero decidió que buscarían primero a su hermana y después vería qué hacer con su cuñado.
-Nos llevan tres días de ventaja -señaló Branagh en cuanto partieron-, no podemos detenernos a descansar para poder darles alcance, lo malo es que no sabemos qué rumbo tomaron.
-Yo mismo rastrearé las huellas -dijo Arthur-. Soy el único que lo puede hacer con seguridad.
Y en efecto, logró seguir los pasos de los daneses como si hubieran pasado recién por ahí.
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El legado de una vikinga
Historical FictionComo la mayoría de los habitantes de los fríos parajes escandinavos en la Alta Edad Media, Bera soñaba con participar en los saqueos al oeste, junto a los suyos. Cuando al fin se le presenta la oportunidad, el ansia por la incursión se mezcla con e...