8: El rey Rurik

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Desde ese día Branagh se volvió apático, ya no quería practicar la lengua o simplemente salir a recorrer la aldea. Era como si hubiera perdido las ganas de vivir. Imaginé que él pensaba que su prometida ya no lo querría con una oreja menos. Yo moría por decirle que no importaba, que no había perdido su atractivo, pero no era la indicada para hacerlo.

Las mujeres venían a traerle cosas, algunas le hicieron camisas nuevas, otras ofrecían lavarle la ropa. Se había convertido en un héroe para ellas, por haber tenido el atrevimiento de enfrentarse al oso. Sí él hubiera querido hacerle caso a alguna, las candidatas sobraban, pero él apenas las miraba. Ellas no se desanimaban ante su indiferencia y continuaban visitándolo a diario.

***

-¡Bah! El que lo mató fui yo -refunfuñaba Rolf cuando oía a las mujeres hablar de Branagh-, y no me dan ni una pizca de crédito.

-Pudo haber corrido -aseveraba Agnetha-, pero enfrentó al oso con sus manos.

-Sí, Rolf, hay que concederle eso al muchacho -decía mi padre.

Continuaron pasando las semanas, y el estado de ánimo de Branagh, no pareció mejorar. A pesar de que ya era aceptado en la mesa, y se hubiera podido escapar si quería porque ya nadie le vigilaba, insistía en comer solo. No abandonaba esa actitud taciturna. Como si su mente estuviera muy lejos.

-¿A dónde estamos exactamente? -le preguntó un día a mi hermano, mientras yo intentaba aprender a usar el telar.

Gardar sacó una varilla del fogón y se puso a dibujar en el piso.

-Nosotros vivimos en un fiordo. No sé el tamaño exacto de nuestra tierra, pero lo que te puedo asegurar es que, para llegar a tu país, debemos navegar por el mar hacia el sur y luego al oeste. Pasamos cerca de El Vik y de Jutlandia. Es un viaje de muchas noches antes de llegar a tu hogar. ¿Por qué lo preguntas?

-Es que no entiendo cómo con esos barcos tan livianos pueden navegar tan lejos. ¿Qué hay hacia el norte?

-Creo que las últimas aldeas están cerca de Lofoten, más allá solo hay hielo.

-¿Y van navegando a todas partes?

-Sí, porque estamos rodeados de agua. Solo a Upsala vamos caminando, aunque hay que cruzar las montañas.

-Entonces estamos en una isla.

-No, ya te dije que es un fiordo.

-Comprendo, en Eire también hay fiordos. Y Upsala ¿qué es, otra aldea?

-Upsala es... ¡Oh, miren quién viene aquí! -Jon entró corriendo a brazos de su padre-. Dile a Bera que te lo cuente. Ahora estoy ocupado.

Gardar tomó al niño en sus brazos y salió al encuentro de Eyra, dejando a Branagh con la palabra en la boca.

Branagh miró hacia mí, luego se puso de pie y se marchó. Yo resignada volví a lo mío, no cabía duda de que ni siquiera deseaba dirigirme la palabra.

***

Una mañana que estaba trabajando con la piel del oso muerto, con la que le haría una capa a Branagh, porque era su oso, llegaron tres barcos desconocidos a nuestra ensenada. Al verlos de lejos, en un primer momento la gente pensó que el jarl Hakon estaba regresando, pero al observar que no traía su escudo, corrieron a la casa a dar la voz de alerta.

-¡Jarl! ¡¿Dónde está el jarl?! -gritaba un muchacho que fue el primero en llegar.

-¿Quién me busca? -inquirió él saliendo de la parte de atrás, donde se refugiaba cuando quería estar solo, o tener sexo con Agnetha.

El legado de una vikingaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora