Estando tan cerca de descubrir su verdadera identidad, Yoan Palacios incursionará la odisea de vuelta a casa topándose con toda especie de noticias.
Negado a seguir perdiendo, se sumergirá en turbias aguas con el objetivo de conseguir las respuesta...
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Will iba de mal en peor, los días en los que estaba de malas, aumentaban gradualmente, su argumento era dolor de cabeza, pero al menos hoy, creo que está molesto por la junta que tuvieron en la casa de los Castillo.
— Esa maldita zorra ¿Quién le da derecho de hablarme así?
— ¿Will?
— No me hables ahorita, Chiara.
— ¿Qué sucede?
— Maurice volvió, Jason Briar lo trajo a Santiago y a cambio, quiere una tregua que no pienso darle, si Rusia no es toda nuestra, es por culpa de la gente de ese infeliz, así que no, no hay tregua, no de mi parte.
— Si desacatas, tendrás problemas, William.
— ¿Problemas? ¿Yo? ¿Problemas? Por favor Chiara. — fue directo al refrigerador a sacar una cerveza, se sentó en la barra, la destapó y la bebió, un par de minutos después, Montse comenzó a llorar. — Calla a esa chillona, siento que la cabeza me va a explotar. — fui a verla, estaba inquieta, la sostuve, pero no dejaba de llorar, le di su chupón y salimos de la habitación. — Luego Malik apareció, creí que se lo había tragado un tiburón al igual que al Magnusson, a no, que lo vomitó ¿Cierto?
— ¿Cómo puedes ser tan cruel? Y sí, vi a Malik. — se bajó de la barra.
— ¿Viste a Malik?
— Sí.
— ¿Dónde?
— En la oficina, fue a habilitar la suya.
— ¿Volverá a la firma?
— Creo que, si fue a habilitarla, la respuesta es sí.
— Me lleva el puto carajo con ese imbécil.
— Will, es tu primo.
— Es un puto dolor de cabeza, como el que tengo ahora, no sé por qué en sus tantos viajes intergalácticos con la droga, no se quedó en el viaje.
— ¡William!
— ¡No me grites estúpida! — el grito de Will, asustó a Montse, escupió el chupón y comenzó a llorar a todo pulmón. — Cállala ¿Por qué es tan chillona?
— La asustaste con tus gritos ¿Cómo no quieres que llore?
— Llora, aunque no grite, es una chillona, no la soporto.
— Will, solo está cansada.
— ¿Y que no se da cuenta que, si llora, se cansa más? ¿No te has dado cuenta de eso Montserrat?
— Déjala en paz, es un bebé.
— Uno que ya me tiene harto y en cuanto a ti, no quiero verte cerca de ese cocainómano idiota ¿Comprendes?
