Estando tan cerca de descubrir su verdadera identidad, Yoan Palacios incursionará la odisea de vuelta a casa topándose con toda especie de noticias.
Negado a seguir perdiendo, se sumergirá en turbias aguas con el objetivo de conseguir las respuesta...
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Después de arremeter su ira descontrolada contra Yoan, Chess los dejó un momento a solas, sabía que Yoan no se iría sin su madre, así que, no había peligro de fuga. Mientras tanto, Yoan se concentraba en seguir respirando, aunque eso le provocaba un dolor que no había sentido antes, palpó su tórax, tenía al menos, dos costillas rotas de cada costado.
— Yoan.
— Lo siento.
— ¿De qué hablas? Cariño, tranquilo.
— Má, nadie va a venir, no le dije a nadie, todos piensan que estoy haciendo el intercambio por los diamantes.
— ¿Les mentiste?
— ¿Tenía opción?
— Siempre hay opción ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no me dijiste quién eres?
— No era momento oportuno.
— Este tampoco lo es.
— No llores ¿Sí?
— Mi hermoso niño, yo sabía que había algo especial en ti.
— ¿Estás herida?
— No, no físicamente ¿Cómo estás?
— No lo sé, má. — sintiendo un profundo dolor, logró sentarse. — Solo par que conste, jamás me habían dado semejante paliza.
— Perdóname, todo sería más fácil si no fuera una inútil.
— No eres una inútil má, si he podido estar cuerdo es gracias a ti, si vuelves a decir eso, me voy a enojar y estoy seguro que no quieres verme enojado.
— Oh no, eres como tu padre cuando te enojas. — se miraron unos segundos. — No te rindas, le haces mucha falta a mi vida. — pero, en realidad, cada vez resultaba más complicado resistir.
— Hola, príncipe del norte. — Chess volvió a patearlo.
— ¡Ya déjalo! ¡Maldito inadaptado social! — Roma gritaba y suplicaba por la vida de su hijo, sin ser escuchada por el hombre que le quitaba la vida, poco a poco.
Por otro lado, Malik estaba impaciente, mirando a Jacquie y al resto.
— ¿Por qué no vuelven?
— Dale tiempo, YY es muy audaz, seguro piensa cargárselo en ese momento. — suspiró profundo, aunque no era muy firme, caminaba de un lado a otro, la rodilla le dolía, pero no dejaba de hacerlo.
— Te vas a lastimar, Malik, pon el trasero en la silla antes de que yo misma te ponga ahí. — espetó Jacquie, nerviosa, está preocupada, es normal, no debe ser fácil saber que el hombre que rescató tu corazón del desahucio se encuentre en peligro.
— Debió llegar ya, lo sabemos todo, no sé por qué le hacemos caso, deberíamos ir a buscarlos.
