Estando tan cerca de descubrir su verdadera identidad, Yoan Palacios incursionará la odisea de vuelta a casa topándose con toda especie de noticias.
Negado a seguir perdiendo, se sumergirá en turbias aguas con el objetivo de conseguir las respuesta...
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A la mañana siguiente, Malik se dio a la tarea de ir a ver a su amigo muy de mañana, era lógico que Malik perdería su lugar como líder de los Royal, pero antes de subordinarse de nuevo ante William, se le había ocurrido algo, sin duda, mejor.
— ¿Qué haces aquí tan temprano, Malik? — le preguntó algo sorprendido, Malik entró al departamento.
— Necesitamos hablar.
— Dime.
— ¿Sabes en dónde está Jason? — la sonrisa se posaba en sus labios, una sonrisa de alguien que ve el triunfo avecinarse.
— No, no sé dónde está.
— Pero tu novia lo sabe.
— No lo sé.
— Mira, Balam, la única forma en la que yo te voy a perdonar que estés cogiendo con esa dama es que, me ayudes a recuperar mi lugar de caudillo.
— ¿Quieres que le pregunte a Astrid en dónde está Jason para que tú lo atrapes, se lo entregues a tu papá y nadie pueda decir que no mereces ser líder?
— Sí, eso ¿Vas a decirme que estás enamorado de ella? Por favor, sé que esto comenzó como un juego para dar con Jason, porque eres el mejor amigo que existe.
— Sí estoy enamorado de ella. — cruzó los brazos.
— De acuerdo, se te fue de las manos, pero todo estará bien, ya verás ¿Entonces?
— Te llamo. — le palmeó la espalda.
— Eres grande Mauro Balam Gabriel Edilson Castillo.
— Sí, sí, Isaac Gibran Eiden Malik Palacios. — Balam estaba seguro de que Malik contaba con que le entregara a Yoan, pero es algo que Balam ya no puede hacer, porque el daño sería mayúsculo, esperó un tiempo prudente para salir del departamento mientras Astrid aun dormía, llamó a Yoan.
— ¿Inoportuno?
— No ¿Qué pasa? ¿Están bien? Supe lo de anoche.
— Estamos bien, necesito hablar contigo, urge.
— Te veo en la catedral.
— Voy. — salió del departamento y se dirigió a la catedral, cuando arribó, Yoan se encontraba ahí, de forma discreta, Balam se sentó a un lado de él en la capilla. — Hola.
— ¿Qué sucede?
— Mi familia sabe que salgo con Astrid.
— No era algo que pudieras ocultar por mucho tiempo.
— Lo dice el sujeto que ha salido más de un año con mi hermana sin que a mi madre se le atraviese la idea siquiera por la mente.
— Ese no es mi problema, estoy listo para exponerlo, si no lo he hecho, es por seguridad de Jacqueline, yo la amo, no tengo miedo de exponer lo que siento por ella.
