Estando tan cerca de descubrir su verdadera identidad, Yoan Palacios incursionará la odisea de vuelta a casa topándose con toda especie de noticias.
Negado a seguir perdiendo, se sumergirá en turbias aguas con el objetivo de conseguir las respuesta...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
DOMINGO 18 DE OCTUBRE
— Stella, silencio. — mi hija me miró, enojada. — ¿Vos te vas a poner así con tu viejo? ¿Vos quien crees que sos, boluda? Yo mando en esta casa, es mi casa del carajo ¿Comprendes? Si yo digo silencio, vos te callas, es la regla general. — me miraba, seria, unió sus manitas.
— Papá.
— Ese soy yo, yo soy el papá, vos sos la hija, vos obedeces al papá, es lo ordinario ¿Comprendes?
— Oye, no seas boludo, ¿Por qué la regañas?
— Porque de otro modo, no obedecerá, cuando Dani crezca, ya me decís vos, además, no me digas cómo debo educar a mis demonios.
— Tranquilo nene, solo era una pregunta.
— Stella, decí a tu tío Gi qué mierdas hiciste.
— Dayé la padé. — la boluda decía el delito.
— Dayaste la padé, eso no se hace. — encogió los hombros.
— Mami me dio coyoyes.
— Los colores son para los libros, boluda. — mascullé.
— Gama.
— No, Gideon, no intervengas, ahora, Stella, ¿Qué tenés que hacer? — hizo un puchero. — No, esa mirada, no, no, no, no te veo a vos, no, vos no me vas a dominar, vos vas a limpiar el desorden que hiciste, porque vos sos una niña grande, tenés dos años, boluda, sos una piba responsable de lo que haces. — le di un trapo limpio un poco húmedo. — Ahora vaya y limpie esa pared que manchó.
— Le voa decí a mi mami.
— Me importa un carajo lo que le digas a tu vieja, vas a ir a limpiar tu desorden ahora.
— ¿Por qué?
— Porque vos lo hiciste. — señalé su habitación. — Papá dijo que ahora. — sin quitar el puchero de su rostro, tomó el trapo.
— Ya no te amo a vos.
— Yo te voy a amar a vos siempre, ahora ve a hacer lo que te pedí, por favor. — entonces, se fue.
— Sos un pelotudo con la pibita.
— No la voy a consentir, tené que arreglar las cosas cuando la caga.
— Boludo, tené dos añitos.
— Y es muy buena con los teléfonos y la tab, si queré privilegios, se los va a ganar, no voy a tolerar a una niña malcriada.
— Eso sí.
— Bolu, tenés que ayudarme con esta Tablet del carajo que no puedo desencriptar.
— ¿Vos la encriptaste?
— Sí, pero fue antes del rapto, luego entonces, no puedo recordar la contraseña. — estaba a punto de ponerme a desencriptar cuando escuché una canción muy poco del gusto de una niña de dos años.
