Capítulo 13 - Conciencia

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Se respiraba un ambiente de visible incomodidad y hostilidad por parte de una persona, supondrán de quién, y era tan poco el movimiento de cada uno de los presentes que si tuvieras los ojos cerrados no notarías a nadie en la biblioteca.

Minutos antes, justo en el momento del repentino acto de Rubén hacia Guillermo este logro calmarse un poco y aceptar sentarse en una de las sillas a ponerse a llorar desconsoladamente en el hombro de Mangel. El de gafas era el que menos entendía la situación, si sabía que su amigo de ojos achinados no pasaba el mejor día de su vida, pero no esperaba un acto de violencia contra Rubén. Aún así le quiso preguntar.

— ¿Pero que te ha pasado Guille? — Dijo Mangel durante el abrazo.

— Yo solo... — Trataba de explicarse en medio de sus sollozos — Quiero dejar... De sentir que decepciono a todos...quiero dejar de sentirme un idiota....

— Vale está bien. Para eso estamos contigo ¿No Rubiuh? — Dijo un Mangel confundido.

— S-si claro... — El pobre apenas se sostenía un pañuelo para su labio roto.

Y silencio. Guillermo de a poco comenzaba a calmarse y tranquilizarse. Ya después de unos 3 minutos ya no sollozaba pero tenía sus ojos rojos e hinchados. Faltaban 10 minutos para que acabase el almuerzo y todo era un caos.

Guillermo se odiaba a sí mismo, Mangel estaba confundido y Rubén no sabía ahora como interpretar toda la información que le dió Guillermo.

empezaba a dudar de sí mismo...

— Vale... Opino que esto del tema de Rubius como tutor se aplase hasta mañana. — Decretó Mangel, pidiéndole a Guillermo que se fuera al baño a lavarse la cara mientras el de gafas iba con Rubén a la enfermería. Se encontrarían después en el salón para las últimas clases.

Ya en la enfermería le estaban aplicando los primeros auxilios a Rubén para su herida del labio. A su estaba Mangel.

— Vale. ¿Entonces dices que un gato llegó de la nada y te atacó? — Preguntó el enfermero con incredulidad

— ¡Si! Es que ya sabe... Algunas rejas están dañadas así que... Pasan... Animales. — Dijo Mangel tratando de sonar seguro.

— Está bien. Iré a escribir tu justificación para la clase Doblas.

Y el enfermero salió del lugar dejando a los dos chicos.

— Gracias por no decirle nada sobre Guillermo. Ya serían muchos problemas para él.

— Descuida... — Rubén sonaba triste. Cómo antes. — ¿En qué momento pensaste que esto sería buena idea?

— No pensé que pasaría esto. Lo lamento. Después de la escuela hablare con él.

Pero a Rubén ya nada le importaba. Lo que le dolía no eran los golpes que le proporcionó Guille, sino las palabras que le dijo.

¡Pretendes estar bien cuando en realidad solo eres un estúpido con problemas que quiere atención!

Ya nada sería como antes. El enfermero los dejó salir hacia su aula. Habían empezado la clase cuando llegaron los chicos. Rubén le mostró la justificación al maestro y este los dejo entrar en silencio.

Pero Rubén solo quería que el día terminara pronto para irse a su casa y no volver a levantarse de la cama. Estaba agotado y deprimido.

¿Cómo unas simples palabras podían caerle tan mal?

A la hora de la salida Mangel acompañaba a Rubén. Guillermo caminaba a la par de Frank y Alex hacia la puerta, Samuel lo estaría esperando para llevarlo a casa.

Al salir Mangel se despidió de Rubén y le prometió que lo llamaría. Que resolvería esto por él.

— Mangel... Samuel dice que si quieres te podemos llevar. — Dijo Guillermo ignorando la presencia del de ojos verdes.

— V-vale está bien. Hasta mañana Rubius.

Y ambos se fueron. Rubén solo emprendió el camino solo no sin antes toparse con Alex en frente de él.

— Tío ¿Que les pasó a tí y a Guille? — Preguntó Alex.

— Solo fue una pequeña discusión. — Dijo sin ánimos.

— ¿Pequeña? Tienes el labio roto.

Y hubo silencio.

— .... Oye, no tengo nada que hacer. ¿Te gustaría salir a algún lado?

Alex trataba de animar a su amigo. Sabía que no pasaba el mejor momento pero quería al menos hacerlo sentir agusto.

— Creo que paso hoy Alex. Me gustaría quedarme en casa.

— Oh vale... Nos vemos entonces.

Despidió a Alex y se apresuró para llegar a casa. Llegó, subió a su alcoba y se tiró a su cama. Le pesaban los ojos pero le dolía la cara. Sus brazos se sentían débiles y sus piernas sin fuerzas para caminar. Estaba hecho un desastre.

Ahora Rubius sabía a lo mucho que podía llegar Guillermo y en definitiva no quería acercarse a él.

Eran las 3:40 de la tarde y aún no se levantaba, hacía una tarde soleada, sin rastros de nubes, pero no era perfecto. Se sentía vacío.

Se tocó su labio y pensó en la manera en que Guillermo le confesó su irá hacia él mismo y no era justo.

No era justo que al tener una buena casa, una buena familia, unos buenos amigos y cero problemas para interactuar pueda pensar de esa manera, según Rubén. Y que aún así quisiera herirlo con esas palabras.

Al momento sonó el teléfono del rubio. Supuso que era Mangel pero al tomarlo y mirar la pantalla leyó que en realidad se trataba de Samuel.

Eso lo hizo levantarse precipitadamente y alterarse un poco. ¿Acaso Guillermo le dijo algo y ahora Samuel estaba en su contra? Luego de 5 toques le contestó.

— ¿H-hola? ¿Con quién hablo? — Tonto, se dijo en sus adentros.

De seguro no con tu madre. — Dijo riéndose.

— ... Perdón.

— Solo te llamaba para saber cómo estabas. Mangel me contó todo.

Y Rubén le sorprendió eso. Aunque muy en el fondo le alegraba que alguien se preocupara por él, y más él.

— Estoy bien, si. Descuida.

— Lo lamento, de cierta forma es mi culpa. No quería meterte en esto de esta manera. Tampoco pensé que a Guille le caería tan mal.

Está bien.

— Aún así Mangel lo convenció de que recibiera tu ayuda para estudiar, pero con la condición de que sería en nuestra casa y con mi supervisión. Claro, si eso es lo que quieres. No te obligaremos a nada.

Rubén no podía creer que en serio Samuel fuera el hermano de Guillermo. Era en definitiva más maduro, y más lindo. Tragó saliva y pensó muy bien su respuesta. Pensó en los serios problemas de autoestima de Guillermo y en lo mucho que le hubiera gustado que alguien lo ayudase.

— Pues... Si. Está bien. ¿Que tal.. el miércoles?

Y luego de unos minutos de silencio Samuel volvió a la llamada.

— Vale está bien. Muchas gracias Rubén.

| People (Rubegetta) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora