Capítulo 33 - Desorden

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Apuntaban las 5 de la tarde. Álvaro ahora estaba sentado en el sillón leyendo un fragmento del libro que tenía en sus manos: una recopilación de cuentos de terror. Los demás escuchaban atentamente. Ya Raúl había leído un fragmento de una obra de Freud así que quedó Álvaro leyendo animadamente. 

Rubén dejaba que el momento y el lugar lo relajara, además de la cerveza y los snacks le ayudaban a sentirse cómodo, como en casa. Era agradable. 

— Vaya Álvaro. Qué relato tan interesante. — Dijo Lanita que ahora estaba sentada en las piernas de su novio. — Y mejoraste bastante tu lectura a voz alta. 

— Gracias Lana. — Dijo Álvaro sonriente a la par de que se levantaba. 

— Vale chicos ahora continuaremos con la bienvenida de Rubén. — Pronunció Luzu. — Auron trae la cerveza que está en la nevera por favor. Y mientras Lanita y yo sacaremos las botanas. 

Y todos se pusieron manos a la obra. Álvaro como parte del plan sacó a Rubén fuera del apartamento para que los demás prepararan lo que tenían para su nuevo integrante. 

Rubén no entendía nada, pero se dejó llevar a las afueras del recinto, más específicamente en la entrada. 

— Y bueno ¿Qué te ha parecido las dinámicas del club? — Preguntó animadamente el de gorrita de lana. 

— Pues está muy bien. Digo, es el primer club al que pertenezco y ha estado increíble. 

— ¿En serio? Vaya con tu pinta pensé que hasta pertenecías al club de matemáticas. 

— Iugh jajaja. No me gusta mucho las matemáticas. — Y ambos se rieron. Para Rubén se pareció curioso que lo vieran como a un chico inteligente. 

— Vale y… ¿Te gustan los videojuegos? 

— Si si. Ahora mismo estoy jugando bastante al World of Warcraft. 

— ¡Genial! Deberíamos jugar unas partidas. 

Y mientras Álvaro y Rubén compartían sus gustos de videojuegos Lanita los sorprendió, para que entraran. Lanita le tapo los ojos a Rubén con sus manos, que de cierta forma fue una tarea ardua ya que el rubio era bastante más alto. 

— ¡Sorpresa Rubén! ¡Bienvenido! — Y Lanita al destaparle los ojos dejó que Rubén viera todo lo que sus nuevos amigos le prepararon: un letrero que decía con letras decoradas en escarcha dorada: Bienvenido Rubén. Un sin fin de cerveza y snacks que estaban en la mesa de centro decorados mientras que los demás tenían gorritos de cumpleaños puestos y lo que más enterneció a Rubén fue que en el centro de la mesita estaba un pequeño regalo que por la pinta parecía ser un libro. 

Todo lo miraba con cariño y afecto. No pensaba que ellos, que antes para él eran unos completos extraños ahora serían sus amigos. Era increíble ese sentimiento, de grandeza, de plenitud y confianza que estaba invadiendolo. 

— ¿Y? ¿Te gustó? — Preguntó Lanita con entusiasmo.

— Me encantó. M-muchas gracias. — Aún Rubén no lo podía creer. 

— ¿Qué esperamos? A celebrar. — Y acto seguido Luzu puso música desde su teléfono.

☁️

A las 7 de la noche, tal y como acordaron fueron hacia la casa de Guillermo para esperarlo. Alex y Mangel ya estaban listos, les avisaron a sus padres que Alex se quedaría en una clase de pijamada en la casa de Mangel para que lo dejaran ir. Al minuto llegó Guillermo y se fue a reunir con sus amigos. 

— Bueno vayamos rápido que mis padres no demoran en llegar. — Dijo Guillermo mientras comenzaba a caminar, alejándose de su casa. Mangel y Alex mientras le explicaban el plan. 

— ¿Y sabemos cómo vamos a llegar hasta allá? Está al otro lado de la ciudad. — Recalcó el azabache a la par que llegaban a una parada de autobuses. 

— Descuida, lo tengo todo cubierto. Hay que caminar unas cuadras más. — Respondió el de gafas. 

Alex y Guillermo empezaron a caminar por detrás de Mangel, algo preocupados, pero tenían que confiar en su amigo. 

— ¿Oye ahora que lo pienso Guille… — Dijo Alex para tratar de meter una conversación y alivianar los nervios. — No te llamábamos Willy? 

— Si. Pero no me gustaba porque era un apodo feo. — Dijo el azabache. — Mangel me lo puso cuando estábamos en una fiesta justamente. 

— Je. Je. Ahora te empezaré a llamar así. 

— ¿Pero por qué? 

— Ya estamos. Suban al auto. — Mangel al anunciar lo anterior hizo que sus 2 amigos pararan en seco y miraran extrañados el auto. En dónde estaba el conductor estaba justamente Cheeto. 

— Venga chicos. Suban. — Dijo Cheeto animadamente para que subieran. Mangel les abrió la puerta trasera y mientras subían el de gafas se fue al asiento del copitolo.

— Será una noche de locos. 

Tras unos 20 minutos manejando llegaron a la casa del de barba. Era una casa bastante grande, que hasta tenía piscina en el patio trasero y una zona de barbacoa. Los 3 se bajaron del auto mientras que Cheeto parqueaba su auto. 

— Pues venga a divertirse ¿No? — Dijo Mangel mientras entraba a la casa junto a sus amigos. 

Alex y Guillermo tenían que admitir que estaban más nerviosos que su amigo de gafas. Pero era después de todo una fiesta, un sitio para relajarse y disfrutar. 

Y entre cervezas, retos, cantos de borrachos y brindis los 3 amigos celebraron por todo lo "malo" que les pasa en su vida. Se hallaban en el sillón gigante de la sala teniendo en sus manos una botella de vodka. La música se hallaba a tope poniendo variaciones entre electro y reguetón. Las personas se amontonaban ya sea en el patio trasero, en donde estaba la piscina, para lanzar a unos desafortunados al agua o bien, en la cocina para hacer retos. 

— ¡Yo brindo por mi ex Irina! — Dijo Mangel felizmente mientras alzaba su botella. — G-racias a ella sé la mierda que es el amorrr… 

Y todos bebieron entre risas.

— ¡Yo brindo por mis padres! ¡Que nunca me pusieron atención! — Dijo Guillermo y otra vez bebieron. Ya a este punto solo balbuceaban alguna que otra frase. 

— ¡Y yo brindo por Frank! ¡Que me calienta increíble! — Dijo Alex para que en el último brindis se acabarán todos sus botellas. Los 3 comenzaban a ver borroso, a decir cualquier idiotez y reírse de cualquier cosa.

Bienvenidos a peor capítulo de la adolescencia.

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