Ya con los nervios calmados los chicos continuaron su día en la escuela un poco más tranquilos, de no ser por lo finales que se acercaban, pero qué más se podía hacer: solo estudiar, aunque eso tampoco era excusa para que Mangel invitara a sus amigos el próximo viernes a una fiesta que se haría en una casa de un amigo a las afueras de la ciudad.
Mangel podía verse divertido y gracioso, aunque la realidad era que estaba triste por la reciente ruptura. Pero era Mangel coño, no podía permitirse estar triste, era quién acudían cuando estaban mal o tristes sus amigos. Debía demostrar que era fuerte, que lo iba a superar. Y vaya que era difícil aparentar ser fuerte.
No logró calmarse así que se tuvo que excusar a la hora del almuerzo de su grupo de amigos para ir al baño. Rubén, como si tuviera un sexto sentido, entendió y fue a acompañarlo.
Mangel llegó casi que corriendo al baño azotando la puerta a simplemente gritar y llorar. Era complicado entenderlo, y ahora prefería descargar toda su ira y tristeza en ese lugar frío de porcelanas blancas y azulejos verdosos. Los vidrios eran testigos de los sollozos del de gafas y por la furia que sentía le pegó un puñetazo a uno de ellos dejándole la mano algo cortada. El estruendo se hizo notar y Rubén entró viendo plasmado la escena.
Mangel sentado, apoyado en una pared junto con los vidrios del espejo sosteniendo su mano que empezaba a sangrar con lágrimas en sus ojos ¿Todo eso por una chica que le había roto su corazón?
— ¡¿Coño Mangel, qué haces?! — Preguntó Rubius agachándose a su altura sosteniendolo de los hombros. — ¿Estás bobo o qué?
Mangel no pronunciaba nada de palabras. Hace un momento dejó de sollozar pero sus lágrimas salían de sus ojos.
— Dios... Mira tu mano. — Dijo Rubius sosteniendo la mano herida de su amigo.
— ¿Crees que... Me suspenderán... Por esto? — Preguntó algo risueño, posando su mirada a los ojos verdosos de su amigo.
— Si te descubren sí. No diré nada, pero joder. ¿En serio destrozaste ese espejo por una chica?
— Rubius... Estoy agotado. —Dijo sin aliento Mangel. — Estoy cansado de que sea yo el que ayude y apoye a mis amigos... Y a mí nadie me ayude. ¿Quién me soportará ahora a mi? — Suspiró. — Esa persona era Irina joder. Y ahora me dejó y estoy solo...
Rubén escuchaba las palabras tan dolorosas que decía su amigo. Y se sentía mal, porque gracias a él es que empezó a tener amigos, a vivir una vida normal de un adolescente, a encontrarle color al mundo. Se sentía un pésimo amigo porque ahora quería ayudarle pero no sabía cómo. Lo único que se le ocurrió fue lanzarse a abrazarlo. Un abrazo lleno de calor y afecto.
— No sé si esto ayude pero...
— Calla cabezón. Solo calla. — Dijo Mangel recibiendo el abrazo y soltando alguna que otra lágrima en el hombro de su amigo.
Rubius hizo caso a su amigo. Dejó que se desahogara en ese abrazo. No le preguntó nada más y no le hablo más. Solo hizo caso y permitió que esa muestra de afecto dejara fluir al alma de su amigo para calmarlo.
— Tus abrazos son la hostia tío. Gracias. — Dijo Mangel sosteniendolo aún al rubio. — Ya se por que Samu te abrazó con tanto cariño.
— ¿E-eh? ¿Q-qué dices? — Preguntó Rubén separándose de su amigo.
— Joder Rubius. Soy su vecino.
☁️
Samuel y Silvia mientras conversaban en su cafetería favorita los proyectos futuros dentro de la universidad. La cafetería daba aires de estar en el siglo XIX. Era agradable ver los bellos cuadros y los muebles de madera que adornaban el sitio. Descubrieron el lugar cuando andaban una noche por las calles de Madrid y encontraron la delicia del helado en su máximo esplendor.
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| People (Rubegetta)
FanfictionFecha de publicación - 27 de enero 2020 Fecha de finalización - 23 de Julio 2020 _°_°_°_°_°_°_°_°_°_°_°_°_°_°_°_°_°_°_°_°_°_°_°_ El ser humano siempre estará predispuesto a mantenerse en comunidad, se quiera o no, solo por que así se puede subsistir...