Capítulo 25 - Caos

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Rubén con disimulo miraba su celular desde su bolsillo delantero. Él releía y releía ese mensaje que le mandó Samuel y es que no entendía.

¿Por qué Samuel quería verlo? ¿Por qué precisamente a él?

No sabía que responderle, aunque no quisiera ir por no crear más drama en su vida también se sentía en la responsabilidad de ayudarlo ¿Y por qué? Porque su corazón se lo decía. Se había vuelto un hábito para él tratar de ayudar a las personas y mostrarse más solidario, y aunque fuera algo agobiante debía admitir algo, y es que ahora transmitía un aura de paz hacia las personas.

Sí. Rubén Doblas se había convertido en alguna clase de amigo guardián, aquel que te ayuda cuando más lo necesitas, en alguien en quién confiar y en alguien más seguro de sí mismo.

En todos estos años en el instituto jamás habría captado la idea de que pudiera ser considerado "alguien más", y ahora mírenlo. Rubén ahora reía, tenía amigos; y aunque no fueran perfectos, comprendía perfectamente el porqué. Y aún así con todos los defectos quería mucho a sus nuevos amigos: Mangel, Alex, Frank, Guillermo, Luzu, Lanita y por supuesto, Samuel.

Samuel para Rubén representaba la seguridad, amistad, rebeldía y confianza. Le gustaba cuando lo veía por qué percibía todo eso en él, percibía todo lo que Rubén quería ser.

Y por eso cuando le escribió, diciéndole que la había cagado le extraño enormemente. ¿Cómo era posible? ¿Él? ¿De qué forma la cago? Le daba curiosidad saber.

Rubén:
Claro. ¿Te parece si nos encontramos en el restaurante?

Samuel:
¡Si! ¡Si! Después de tus clases. Nos vemos.

☁️

Las clases pasaron tan rápidamente que los chicos ya estaban saliendo hacia sus recintos. Exceptuando unos cuantos como Rubén, Mangel y Alex.

– Vale. Nos vemos chicos. – Se despidió Frank.

Rubén estaba nervioso. Esperaba junto con Guillermo, Alex y Mangel en una pared de la fachada de la escuela.

– Vale. Yo ya me voy a mi casa. – Se despidió Rubén de sus amigos y caminó rápidamente hacia su casa.

En el camino repasaba todas los posibles problemas que tuviera Samuel, y entre ellos hasta pensó en alguna que otra actividad ilegal.

Llegó a su casa y se cambió de ropa, poniéndose también un buzo color negro junto con una gorra del mismo color. Rezaba para que no se encontrara con sus demás compañeros.

Caminó hasta llegar a la entrada del restaurante de pasta. Tuvo que esperar unos minutos hasta que llegó Samuel en su auto. El moreno invitó al rubio a que entrara al asiento del copiloto.

Rubén tenía sus nervios a punto de quiebre. Se sentó junto a Samuel en el auto.

– ¿S-samuel? – Preguntó Rubén. – ¿De que querías hablar?

– Perdona, pero me gustaría hablarlo en un sitio más íntimo. Espero no te moleste. Te llevaré a casa después. ¿Si?

Rubén asintió y por consiguiente Samuel emprendió el viaje a "el sitio". Ese lugar el cual había visitado un montón de veces junto a Guillermo, sus amigos, amigos de su hermano y que tenía una vista espectacular de toda la ciudad.

Iban subiendo por la vía y Rubén se sentía aún más temeroso. Veía a Samuel con una expresión de seriedad que daba escalofríos. En serio pensó que hizo algo ilegal.

Parqueó y se dispuso a bajarse del auto. Rubén lo siguió y siguieron caminando en silencio por los altos robles del pequeño bosque. Hasta encontrar el famoso "sitio": un pequeño mirador con una banca para sentarse rodeado de césped, perfecto para hacer un día de campo.

– Por favor siéntate. – Ofreció Samuel. – En serio perdona pero no tenía a nadie más.

– Vale está bien. ¿Pero por qué aquí?

– Este sitio me transmite paz, es lo que necesito en estos momentos... – Samuel estaba nervioso y sus manos temblorosas eran una evidencia de esto.

– ¿Samuel que te pasa?

– Solo... – Respiró profundo. – Que me he dado cuenta de la mierda de persona que soy.

Rubén estaba impresionado. Él, Samuel, el hombre el cual le inspiraba admiración, le inspiraba la confianza que tanto quería tener, estaba en medio de una crisis.

– ¿Por qué dices eso? – Preguntó extrañado el rubio.

– Joder no se... Creo que al darle una repasada a mi vida me he dado cuenta de lo idiota que soy con las personas.

– Pues... conmigo no has sido un idiota, si eso te hace sentir mejor.

Samuel soltó una risita acompañado de un suspiro. Era agradable hablar con Rubén. No sabía por qué, pero desde que lo conoció le pareció la persona más bondadosa del mundo.

– He tratado mal a mis amigos más cercanos. Y he tratado de arreglar las cosas pero... Me siento peor... – Dijo Samuel.

Rubén miraba a Samuel tratando de insistir con su miraba para que le siguiera contando cosas.

– He utilizado a algunas personas para mi beneficio. Y apenas ahora estoy resolviendo esto. También me siento confundido. – Dijo pesadamente el moreno.

– ¿Confundido con que?

Samuel miró al de ojos verdes por un segundo antes de responderle. Sus ojos le transmitían paz.

– Con todo tío. – Y es que la vida de Samuel había tenido demasiados cambios que lo hicieron perderse en algún punto de su vida. – No entiendo...

– Bueno... – Pensó alguna palabra Rubén para animarlo. – Bienvenido a la vida real. Hace poco entendí lo complicada que es la vida y que cada una de ella es distinta, por lo tanto hay distintos problemas. – Continuo hablando. – Creo que lo mejor que podemos hacer es no dejarnos ahogar con nuestras inseguridades y pedir ayuda. Encontrar distintas soluciones con otras personas funciona.

– Está bien. – Dijo Samuel dedicándole una sonrisa hacia Rubén. – ¿Y tú? ¿Que crees que debería hacer?

– Deja de rayarte. Los problemas son como una bola de nieve. Trata de detenerla empezando por encontrar una solución. Si crees que lo que haces es lo correcto pues sigue haciéndolo. Y si duele entonces busca consuelo en los más cercanos. – Se detuvo un momento Rubén tratando de analizar la situación. – Samuel...

– ¿Si? – Preguntó Samuel mirándolo a los ojos.

– Eres una gran persona. No dejes que los demás te digan lo contrario.

Samuel sonrió ante las mismas palabras que le había dicho hace poco hacia el rubio. Estaba feliz con escuchar eso. Tanto que le dió un abrazo sin pensarlo a Rubén.

| People (Rubegetta) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora