Capítulo 21 - Juventud

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La tarde de Guillermo, Miguel Ángel y Rubén se tornó al principio de una penumbra de incomodidad, ya que el rubio no dejaba pasar las acciones del azabache de hace unos días y eso sumándole al hecho de que no sabían por dónde empezar el tema del examen de matemáticas: inecuaciones.

Por suerte, gracias a las preguntas divertidas de Mangel sobre el tema, la paciencia de Rubén de poder explicarles a sus compañeros sobre algún punto y el que Guillermo también tratara de contribuir con aportes hicieron de la tarde de estudio más amena y mientras pasaba el tiempo los chicos pudieron entender los puntos difíciles del tema, casi que estaban listos para el examen.

Era hasta agradable ver al trío estudiando, por qué se percibía un ambiente de comodidad.

Eran las 5:35 de la tarde y justo lograron abarcar el tema en su totalidad para mañana. Decidieron descansar un rato. Guillermo se ofreció a preparar la merienda así que fue a la cocina haber qué podría hacer.

– ¿Rubiuh? – Llamó la atención su amigo de gafas.

– Dime. – Respondió el rubio guardando sus cuadernos en su mochila.

– Gracias.

– ¿Por qué?

– Por qué se que no es fácil entender a Guille pero aún así lo perdonaste y bueno... – Rubén pensó en esa respuesta un largo rato. Mangel trataba de seguir hablando pero recibió una respuesta inesperada.

– Aún no lo perdono. No sé... Se me hace difícil hacerlo, pero no lo puedo odiar toda la vida. – Dijo en un tono monótono Rubén. Para él, que casi no expresaba sus ideas esas palabras fueron precisas. –  Aún así lo quiero ayudar. Guillermo necesita de nuestra ayuda. – De cierta forma Rubén veía en Guillermo una proyección de él mismo.

– Entiendo. Lo ayudaremos... Aún así gracias.

Al momento bajó Samuel peinado, perfumado y vestido con una camisa blanca, una chaqueta negra, unos jeans y unos tenis. Se notaba que iba a salir.

– Chicos. ¿Han visto a Guillermo? – Preguntó Samuel al notar que su hermano no estaba en la sala con los demás.

– Está en la cocina. – Respondió Mangel. – ¿Vas a salir? – Pregunto al ver lo arreglado que estaba el mayor.

– Me voy a ver con unos amigos. – Dijo para después retirarse hacia la cocina en busca de su hermano para avisarle.

Samuel vió por un micro segundo a Rubén, lanzándole una sonrisa de amabilidad al rubio al verlo. Rubén solo lo miró inexpresivamente, no quería ni devolverle su sonrisa. No era por grosero, solo se sentía cansado de tanto drama.

Samuel no lo miró más, aunque admitía que tenía ganas de que esos ojos esmeraldas lo vieran por un tiempo más...

☁️

Samuel caminaba por las calles de su pequeña ciudad hacia un bar en donde se encontraría con sus amigos: Jesús, David, Herny y Elyas. Eran un grupo más grande de amigos pero algunos no pudieron asistir. Samuel los conocía desde que entró a la universidad y aunque fueran algo molestos era divertido poder pasar tiempo con ellos.

Samuel era alguien que a simple vista podías confiar en él, por eso su facilidad de hacer amigos, por qué te hacía sentir cómodo y lograbas establecer un vínculo con él. Esas personas, aunque no lo veas, son las que más solas se sienten. Pueden tenerlo todo, pero se sienten un don nadie cuando no están rodeados de personas. Y era tonto sí, pero ese pensamiento siempre le recorría en su mente cuando le pasaba algo malo. Sentía que si no se sentía perteneciente a algún grupo entonces era un inútil.

El moreno entró en el bar. Ya que era miércoles no había tantas personas. La música por ahora era lenta, con tonos graves que daban una atmósfera más embriagadora. Las luces moradas con rojo hacían un buen ambiente.

– ¡Eh! ¡Samuel! – Gritó un chico de ojos azules cielo desde una esquina en donde habían apartado una mesa. Los 4 chicos trataban de llamar la atención del moreno para que se acercara.

Samuel se sentó saludando a todos sus compañeros. Habían pedido una primera ronda y junto con algunas cervezas comenzaban a platicar plácidamente sobre sus vidas, soltando de vez en cuando chistes malos a los que Jesús respondía con una risa irónica que causaba aún más risas entre sus amigos.

Samuel disfrutaba estar con ellos pero había algo en su mente que no le permitía pensar con claridad. No lograba disfrutar de la reunión por todos los acontecimientos que transcurrían dentro de su cabeza, y es que para el de ojos avellana le era fácil ocultar lo que sentía a los demás y mantenía la compostura fácilmente, pero notó que una lágrima rodaba por su mejilla derecha. ¿Por cuánto tiempo había pensado?

Se limpio rápidamente sin que sus amigos lo notaran y se integró rápidamente a la conversación. No quería levantar sospechar.

Después de una hora tuvo ganas de ir al baño. Se excusó mientras Herny y Elyas cumplían un reto de "quién termina de beber primero una botella de vodka".

Samuel fue a lavarse la cara. No entendía por qué se sentía tan agobiado. ¿Era por la universidad? ¿Por sus problemas en casa? ¿Por su hermano? ¿Por Silvia?
No lo comprendía y mientras pensaba y miraba el espejo caían lágrimas. Samuel no sollozaba, solo dejaba caer lágrimas que demostraban su vulnerabilidad. No quería que nadie lo viera así pero primero debía calmarse un poco.

Mientras respiraba lentamente para calmarse y cerraba sus ojos en el acto alguien entró. Se trataba de David.

– Hombre. Te tardabas mucho en el baño que tuve que ir a buscarte, ya te preguntaban. Por qué demorast... – David notó la miraba de miedo de Samuel, tenía sus ojos rojos y lagrimosos.

Samuel por otra parte no sabía cómo explicarle a su mejor amigo sobre esta situación que le ocurría a lo que solo lo abrazó. David sin entender le devolvió el abrazo sin decir ni una palabra. Nada.

Al minuto Samuel se separó de David. Trataba de articular alguna oración, explicándole con trabas por qué lloraba pero algo lo interrumpió y fueron los labios de David contra los de él.

David tomó la cara de Samuel entre sus manos y lo acercó hacia un beso inocente. Samuel estaba confundido y alarmado. No esperaba esta reacción de su amigo, pero debía admitir que se sentía bien.

Al rato comprendió lo mal que estaba esto, se separó del beso al empezar a volverse salvaje. Quizás David ya estaba en efectos del alcohol y no quería que cometiera un error.

Aunque la verdad... Para Samuel, era como si algún chico de ojos verdes lo consolara con sus labios color carmín...

| People (Rubegetta) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora