Poche dio un par de toque a la puerta.
Jefe: Pase.
Giro el pomo y entro a la oficina de su jefe, Raúl. Se sentó en frente de él.
Poche: ¿Y bien? (Dijo poche con una expresión fría en su rostro, la única que ella tenía)
Raúl: Te llame para que nos vuelvas a dar tus servicios.
Poche: Raúl, te deje claro que no volvería a trabajar para la CIA después de lo que paso con Laura.
Raúl: Vamos poche, eso paso hace más de tres años (Saco una foto de una pequeña carpeta. La puso boca abajo. La curiosidad invadió a poche) Esta vez tenemos a una experta masajista Daniela Calle. Ha tratado con personajes importantes, Incluido a Sebastián Villalobos.
Poche: ¿El criminal?
Raúl: Eso creemos. Últimamente han muerto muchas chicas, y tememos que haya sido él. Además, pensamos que Daniela ha tenido relaciones de amistad con Sebastián. Y puede ser la próxima en morir. Tendrás que interrogarla para averiguar si sabe algo y.... (La penetrante mirada de Raúl se clavó en la de poche) protegerla de cualquier peligro. Tú eres la más adecuada para esta situación has sido una de las mejores entrenadas.
María José negó con la cabeza. En ese momento Raúl giro la foto. Poche se quedó mirando a la seductora que había en ella.
Raúl: Piénsatelo.
La jep de color negro aparcó delante de la clínica. Poche se quitó sus gafas y miro por la ventanilla. Jugueteó con la foto en sus dedos. Volvió a mirar a la mujer que había en ella. Preciosa. Daniela era preciosa. Poche se acomodó en el asiento de su auto. Un top negro, unas gafas ray ban y unos jeans que dejaban a la vista unos buenos muslos. Sus alpargatas cannel y su pelo caramelo suelto. Poche sonrió, Daniela era lo suficiente explosiva para que los hombres y mujeres se tuvieran que girar para volver a verla. Algo distrajo su atención. Eran las siete y media de la mañana, y alguien abría la clínica.
La vio, de espaldas metiendo la llave en el cerrojo del portal. Llevaba una blusa media manga y una falda que llegaba por media cintura. De nuevo sus gafas provocativas. Entro y dejo la puerta abierta.
Poche: Bueno, vamos a ver qué aplicada es en su trabajo (Poche intento asomarse, vio a Daniela terminado unos arreglos en la oficina principal. Se relamió al verla agachada. Hermoso culo. Alguien entro por la puerta).
¿?: Buenos días, preciosa (Daniela se giró y se levantó, analizando quien era).
Calle: Hola, Sebastián (Observo que llevaba algo en las manos) ¿Y eso? (Alzo una ceja).
Sebas: Es para ti (Le alcanzo un ramo de flores enorme).
Calle: No hace falta que me regales nada.... (Dijo ella fingiendo una sonrisa).
Poche no dejaba de observarlos. Sacó un par de fotos con la cámara que le había prestado Raúl.
Poche: Así que es cierto que estas con ese criminal, muñeca... (Poche sonrió) la sorpresa que te vas a llevar cuando te diga que Sebastián es un coleccionador de mujeres muertas.
Ella se volvió acomodar en el asiento y siguió observándolos.
Sebas: Espero que hoy aceptes la cena (Dijo sebas acercándose a ella. La intento besar, pero Daniela lo rechazo)
Poche soltó una leve carcajada.
Poche: Buena chica, sigue rechazándolo (Sonrió, una sonrisa limpia y blanca, que haría estremecer a cualquier mujer o hombre en solo verla, cogió su calibre de 38 y lo coloco en su cinturón, camuflado).
Sebas la miro apenado.
Sebas: ¿Qué es lo que no te gusta de mí? (Dijo abriendo los brazos).
Calle: A ver... (Daniela puso los enormes ojos avellana en blanco). Que si, que eres muy atractivo y que tendrás a muchas mujeres detrás. Pero a mi NO ME GUSTAS.
Sebas se le abalanzo. Las alarmas de poche se despertaron y se dispuso a salir. Pero lo único que hizo sebas fue besarla. Daniela lo forzó a dejarla.
Sebas: Piénsalo ¿Si? (Se giró, dejándola perpleja).
Daniela negó con la cabeza y se metió en la clínica masajista de nuevo.
Poche: Bien... (Poche miró el reloj. Las ocho).
Sintió que alguien entraba en la clínica. Se fijó en quien era. Una mujer, más o menos de la edad de Daniela. Rubia, pelo recogido. Iba con una falda apretada negra, dejando ver las piernas. Una blusa blanca, escotada que daba bastante a la imaginación. Poche volvió a sonreír.
Poche: Vaya con la secretaria, tampoco se queda atrás. (Abrió la puerta del coche y salió, cerrando con el mando inalámbrico el precioso Jep).
La mujer que acababa de sentarse en la silla del escritorio principal alzó la mirada. Los ojos cafes recorrieron descarados a Poche. Perfecta diosa griega, podría hacer mojar la tanga de cualquier mujer con solo mirarla. Un crop negro, apretado, que dejaba ver los oblicuos de su estómago y daba a ver que abdomen tendría... unos pantalones del mismo color, no era estrecho. Y unas zapatillas adidas.La secretaria se movió en su asiento, era una mujer excitante se había fijado que aquella mujer delante de ella era intersexual con solo ver su pantalón. La miró a los ojos, intentando recuperar la compostura.
Paula: Hohola... ¿La puedo ayudar en algo?
Poche: Ajá. (Dijo con un tono ronco, vacilante) Quiero hora con la señorita Daniela. Necesito urgentemente que me trate la espalda. (La secretaria miró en la agenda).
Paula: Bueno... ¿para cuándo la quiere?
Poche: Para ahora mismo. (La mujer abrió algo los ojos).
Paul: Oh... creo que esta hora... (Recorrió con el dedo la agenda) Si, está libre.
Poche: Entonces ¿puedo pasar ya? (Dijo con una espléndida sonrisa que terminó de aturdir a la secretaria).
Paula: Sí, claro, claro... (Dijo hundiendo los ojos en los labios de Poche).
Poche: Gracias.
Disimuladamente, colocó un micro cámara en la parte posterior de la mesa de la secretaria. Luego se dirigió a la puerta donde ponía 'espere su turno'. Entró sin avisar, sabiendo que aún era observado por la rubia secretaria.
Paula: Madre mía. (Susurró observando la espalda y trasero de Poche).
Daniela no se dio cuenta de que alguien había entrado en la clínica. Y A esa hora no venía prácticamente nadie. Así que se había dispuesto a cambiarse. Poche se encontró en un pasillo, no muy largo. Dedujo que era la primera puerta a la derecha. 'Dra. Calle'. Poche entró sin picar a la puerta.