Perdón estuve super ocupada el fin de semana pero aqui van los capitulos
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Calle: Si... sigue... (Poche la levantó.) Más... rápido. (Le pidió ella mordiéndole el hombro. )Ah, ah... si...
Poche la apoyó contra la pared, así, teniendo una mejor postura para follarla. Daniela se retorcía contra su cuerpo. Le mordió de nuevo el hombro, le arañó la espalda. Quería que supiera lo que era tener sexo con ella, quería que supiera lo mucho que la deseaba, lo mucho que quería que disfrutara a su lado. Lo mucho que, además, la amaba. Le agarró las piernas y se hundió, completamente en ella.
Calle: ¡Oh, sí! ¡Poche! (Jadeó Daniela contrayéndose alrededor del pene de Poche, apretándola con tanta fuerza que ella pensó que iba a correrse en ese mismo instante).
Vamos a ver... Poche intentó pensar, entre aquella nube de lujuria que cubría su vista. A diez centímetros de su vagina. Esto es fácil para mí. Poche movió circularmente las caderas y volvió a embestirla, Calle se intentó agarrar a la pared. Gritó. Te encontré.
Calle: Dios mío... (Murmuró con la respiración agitada).
Poche volvió a tumbarla en la cama. Volvió a colocar sus piernas verticalmente contra su abdomen. Sentía como Daniela palpitaba, encerrándola en sus entrañas. Le besó las piernas.
Poche: ¿Quieres más? (Dijo Poche besándole el cuello).
Calle: Si... si...
Poche: ¿La palabra mágica?
Calle: Por favor...
Poche: Falta algo...
Calle: ¿Qué? (Dijo calle, abriendo los ojos).
Poche: Di que me amas. Esa es la palabra mágica (sonrió).
Calle: Te amo gordis. (Ella le devolvió la sonrisa).
Poche volvió a torturar ese lugar, hasta estar totalmente dentro de Calle. Ella la sentía tanto... que pensó que iba a perder el conocimiento. Y ella... a ella la apretaba, como un puño, cada vez que la embestía, cada vez que embestía el punto G de Calle. Y más, ahora. Ahora... sintió como ella se deleitaba en poche, sintió como se corría, como le entregaba hasta el alma. Y poche le otorgó lo mismo, dejando que Daniela la ordeñara hasta la última gota de semen.
Daniela terminó de vestirse junto con Poche. En el preciso instante en el que ella se abrochaba los pantalones, Mario entró, corriendo.
Mario: ¡Poche!
Poche: ¡Mario! Te he dicho mil veces que toques a la puerta antes de entrar. (Llega a ser cinco minutos antes y nos pilla a las dos en el polvo del siglo.)
Mario: Lo siento, lo siento pequeña. (Dijo apresurado).
Poche: ¿Qué quieres? (Poche se puso el jersey. Daniela no dejaba de observarla. Perfecta, era la mejor palabra que la describía.)
Mario: Raúl nos vino a buscar. El helicóptero está allí... afuera. (Poche observó por la ventana. Vio uno de los helicópteros de la agencia, en funcionamiento, en su pequeño y privado aeropuerto. ¿Cómo era posible que no se hubiera dado cuenta? Eso era... otra prueba más de que, cuando esta con calle. Lo demás, le importa una mierda.)
Poche: ¿Nos vino a buscar?
Mario: Nos surgió un imprevisto... en Rusia.
Poche: ¿Qué dices?
Mario: Pues eso... nos necesita. Dice que solo serán unos días.
Poche: Siempre hace lo mismo...
Mario: Ya, pero... sabes que estamos en medio de unos conflictos con los rusos...
Poche: ¿Y a mí qué?
Mario. Pues que dice que eres una de las mejores con... manejo de armas... que nos necesita Poche.
Ella se quedó pensando por un momento.
Poche: Dile que ahora voy.
Mario: No hace falta que cojas nada, él ya... ya tiene todo lo necesario.
Poche: De acuerdo.
Mario desapareció por donde había entrado. Daniela se acercó a Poche.
Calle: ¿Tienes que irte? (Murmuró, preocupada.)
Poche: Si cariño... (Le acarició la mejilla) pero te prometo que en tres días, como mucho, estoy aquí.
Calle: No te vayas gorda... (Le suplicó Calle). ¿Si te hieren? Estarás en medio de una guerra...
Poche: No me pasará nada.
Calle: ¿Y lo de ayer?
Poche: Fue un despiste.
Calle: Llévame contigo.
Poche: No mi amor... si te pasara algo, si te hicieran daño, no me lo perdonaría nunca.
Calle: Pero gordis...
Poche: Nada de peros. (Le acarició los labios y la besó, lentamente, saboreando hasta la última gota de ese tiempo que compartían juntas) volveré.
Daniela seguía en la casa de Poche, intentando distraerse con algo. Pero no podía. Las horas le parecían años enteros, sin ella no era lo mismo. Sin su mal genio de vez en cuando, o sus momentos picantes, sin sus sonrisas, ni sus miradas que tanto la excitaban. Sin sus abrazos... sin nada. La casa parecía vacía. Ni el televisor podía sacarla del aburrimiento y la preocupación. Hasta que pasaron las noticias... dentro de los tres días que Poche había prometido y más. Ya había pasado una semana, y nada.
Reportera: Se organizó una guerra en Rusia... (Decía la joven reportera. Daniela solo podía ver cadáveres e incendios)...había agentes y soldados de por en medio, prominentes sobre todo de Estados Unidos... (A calle se le puso la piel de gallina, deseando que Poche estuviera bien. Siguió escuchando atenta)... treinta y dos muertos y siete heridos graves, otros tantos desaparecidos.
Los ojos de Daniela se humedecieron. ¿Ninguno que no hubiera sufrido daños? ¿Alguno siquiera que solo fuera herido leve? Dios mío, rezaba que al menos, Poche fuera uno de esos siete. Llamaron a la puerta. Daniela fue a abrir a toda prisa.
Calle: ¡Mario! (Lo abrazó con todas sus fuerzas. Él sonrió amargamente).
Mario: Cuidado, nena... (Ella se apartó. Observó que estaba algo mal herido y sobre todo, lleno de polvo).
Calle: Perdóname... (Sonrió, buscando algo de esperanza en los ojos del compañero de Poche. Pero no vio nada. Solo un destello. ¿Es que acaso ese rudo hombre estaba a punto de llorar? La chispa de esperanza que le quedaba a Daniela se esfumó. Los ojos se le inundaron de lágrimas, sintió una gran opresión en el pecho, el aire le faltó. La garganta le ardía, tenía un nudo en el estómago. Negó con la cabeza, apretando los labios. Y murmuró su nombre) Poche...
Mario: Lo siento... (Mario la miró, la abrazó, y él también... dejó que salieran las lágrimas) Lo siento, nena.... (Hasta a él se le ahogó la voz.) Me dijo que te diera esto... (Se sacó un sobre de su pantalón y se lo entregó a Calle) Al menos, ella ha muerto dignamente.