Lagrimas

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Poche se tuvo que tomar un par de tilas para calmar las emociones que tenía dentro. Creía que eso lo hacía el efecto de la bomba, o alguna de esas mierdas. Pero en el fondo sabía que no era así. ¿Laura no estaba muerta? ¿Qué hacía allí? Dejó que el agua caliente le recorriera el cuerpo, quitándole los restos de sangre que tenía. Ella salió de la ducha y pasó una mano por el empañado espejo. Observó su cuerpo, bronceado y fuerte... ahora adornado por decenas de cortes. Suspiró y se empezó a peinar su pelo negro lacio. ¿Por qué no había salido corriendo detrás de Laura en cuanto la había visto? Durante casi tres jodidos años había pensado que ella estaba muerta, y ahora... ahora que había conocido a Calle, que sabía que Lucia era su hermana y que ellas habían tenido mucho que ver con Sebastián Villalobos... volvía a aparecer. ¿Por qué?

Se metió dentro de su bata, cubriéndole el dolorido cuerpo. Salió de allí. Los ronquidos, delataron que Mario, baldado, ya estaba durmiendo. Con la dura piel que tenía su compañero, y la masa de puro musculo que tenía en los brazos, le había costado un poco cerrarle la brecha del brazo. Supuso que Daniela también estaría durmiendo. Había tenido un duro día, y las copas de más se le habían bajado de golpe con la mar de sustos y altibajos que habían tenido aquella tarde. Se dirigió hacia su habitación.

Poche: ¿Qué haces? (Dijo, mirando a Daniela que estaba sentada en su cama, mirando no sé qué. Poche se enfadó cuando vio lo que era).

Calle: ¿Es esa Laura? (Dijo mirando el retrato de esa chica que Poche tenía guardado en uno de los cajones de la mesita de noche. Poche se lo arrebató de las manos).

Poche: No puedes entrar aquí sin mi permiso. (Dijo Poche) mi habitación... es mi intimidad carajo.

Calle pudo ver de nuevo aquella mujer fría que había conocido en un principio. Se dio una bofetada mental a sí misma, por tonta, por imbécil, por haber pensado... que Poche podría sentir algo más por ella que buscar simple satisfacción o... o tan solo un caso más de trabajo. Pero ahora veía lo tonta que había sido. Caer de nuevo... no era ninguna novedad para ella.

Calle: Lo siento... (Murmuró, apretando los labios para intentar no llorar. Se dirigió a la puerta, deseando que Poche la detuviera).

Poche: Daniela... (Ella se giró, sonriendo, al escuchar su voz, llamándola de nuevo. Llenando su corazón de alguna pequeña esperanza).

Calle: ¿Sí? (Dijo sin dejar de mirarla. Pero ella... ella la miraba seria).

Poche: Ahora que todo ha terminado, podrás irte ya a tu casa... (Se sentó en su cama, guardando la foto de Laura de nuevo a su mesita de noche.) ¿No es lo que querías? Mira... al fin y al cabo no ha durado mucho más de dos semanas. Ya podrás volver a tu vida normal. Mañana por la mañana te ayudaré a que recojas todo y te llevaré a tu apartamento de nuevo.

A Calle se le encogió el corazón al escuchar todo lo que Poche le dijo. Solo se le escapó un ahogado 'si' de la boca. Se fue, ágilmente, hasta su habitación. Y allí... ya no pudo contener más las lágrimas.

Poche no podía dormir. Se había pasado con Calle, estaba confusa, cabreada por todo... pero no con ella. Ella era lo único que se salvaba, era la que le había hecho reír, la que le había traído alegría... la que había acaparado su atención durante esas dos escasas semanas. Y ¿Ahora? ¿Ahora la tenía que devolver a la ciudad, a donde pertenecía? ¿Para qué? ¿Para que las dos siguieran como si nada? ¿Para olvidarse de todo? ¿Para negar que no hubiera pasado nada? ¿Para... para seguir fingiendo que no se había enamorado de ella? ¿Qué si dejaba ir a calle, el recuerdo le carcomería para el resto de su vida? El recuerdo de Laura... ¡Por qué no fuiste detrás de calle! ¡LA AMAS!

Protegeme || CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora