Arrogante

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Poche: Hum... (Murmuró poche acomodándose los jeans).

Calle: ¿Por casualidad... (dijo volteándose hacia ella de nuevo) no tendrás ningún tipo de lencería femenina, brasier... algo para mí?

Poche: ¿Algo para ti? Ven, bájame los pantalones, y verás lo que tengo para ti calle. ¿Me ves con cara de coleccionar las bragas de las chicas que me tiro? Ya que no las puedo usar (Dijo poche dando un trago de su cerveza. Y poche reprendió) para luego dejárselas a las mujeres que yo misma protejo.

Calle: ¿Chica tienes que ser tan arrogante conmigo? (Dijo ella negando con la cabeza. Poche la ladeó, afirmando su pregunta.) Vete a la mierda. (Le dijo sin más) eres tú la que me ha llevado aquí. Por lo menos podrías tratarme mejor.

Poche: Nena, yo solo se tratar bien a las mujeres en un sitio, y ese es en la cama. (Poche sonrió) si quieres... te trato bien.

Calle: Encima guarra.

Poche: ¿Guarra? No, por dios. Realista. (La miró descaradamente) mírate, tu cuerpo me pide que me lo coma. Vas provocando como una cualquiera. (Le espetó sin remordimientos) ¿Por qué no te has puesto los pantalones?

Calle: Porque me van apretados y si ya me miras así tapada con este jersey no me imagino como me miraras con esos pantalones.

Poche: Mira por donde... ¿Y que llevas debajo? (Ella le dijo, sabiendo la respuesta. calle se ruborizó).

Calle: Nada.

Poche: Eso afirma lo que digo.

Calle: No soy una cualquiera, no voy provocando, y no es mi culpa si solo se te ocurre dejarme ropas tuyas, que eres un minion comparada conmigo.

Poche: Nena, es lo único que tengo aquí... (Calle hizo una mueca que hizo reír a poche).

Calle: ¿Tienes ya la cena hecha? (Preguntó, simpática de nuevo, a pesar de todo) es tarde, ¿no tienes hambre? Yo puedo preparar algo.

Poche sonrió. Calle era la primera vez que la veía sonreír tan confortablemente.

Calle: Haz lo que quieras, pero seguro que será mucho mejor que la comida de Mario.

Ella se rió y buscó algunas sartenes, sacando algo de la nevera. Se agachó, haciendo que el jersey subiera, dejando ver mucho más que el muslo. No había manera de que la erección de poche bajara. Y ella para nada se la tapaba, aunque calle no se había fijado. Tenía algunos fogones encendidos, cuando se giró.

Calle: ¿Vas a estar mirándome todo el rato? (Dijo sintiéndose observada, y es que así era. Poche no le quitaba ojo).

Poche: ¿Te molesta?

Calle: Bueno... (Dijo arqueando una ceja.) Podrías hacer otra cosa... no sé qué me miras tanto chica. (Dijo riendo).

Poche se levantó y la ayudó a preparar la comida. Le pasó por detrás, rodeándola suavemente. Calle sintió el olor a su seductora colonia, mezclada exquisitamente con su propio olor. También sintió el roce de algo, precisamente en su trasero. Poche cortaba algo a su lado. Ella miró discretamente hacia abajo. Era lo que se temía, una erección... más que enorme. Se sonrojó de inmediato. ¿Poche estaba dura? Era más que evidente, durísima. Poche sonrió, sabiendo que calle estaba totalmente ruborizada por aquello. La miró por el rabillo del ojo.

Poche: ¿Tanto te avergüenza saber que me excitas? (Pregunto ella como si fuera la cosa más normal del mundo).

Calle: No...No es eso. (Mintió).

Poche: ¿Es que te sorprende el tamaño, acaso o es por qué soy mujer con un pene? (Dijo riéndose).

Calle giró la cara, poniéndose más roja que el mismo tomate que poche estaba cortando. Se sentía excitada, Poche era guapísima, tenía un cuerpo que cualquier mujer, por muy pura que fuera, desearía tocar... y ahora el tamaño de su maldita erección creada por ella. Sintió como la excitación le resbalaba muslo abajo. Poche se le acercó desde atrás. Le rodeó la cintura con uno de los brazos. El corazón de calle parecía que se le fuera a salir. No tenía experiencia con esto, no tenía experiencia con el sexo. Y a pesar de sus veintidós años se sentía caliente como una adolescente en su primer coito.

Poche: Hueles tan fuerte... (Dijo poche acariciando su cuello con la boca) prometí no volver a tener relaciones con el trabajo, pero tú eres pura tentación. (La apretó contra su erección. A calle se le escapó un gemido) ¡Joder! Puedo notar desde aquí lo mojada y caliente que estas... huele tan bien... (Le colocó el pelo por detrás de la oreja) déjame probarte... lo necesito.

Poche la agarró de los muslos, sin pensar. No ya no... ¿Pensar? ¿Qué era eso? Se había esfumado de su cerebro. ¿La vista? La tenía nublada. Lujuria, lujuria. Olía tan bien, a mujer, a mujer excitada. Y la enloquecía. Devoró su cuello sin miramientos, subiendo por su boca. Calle intentó zafarse de su brutal abrazo.

Calle: Poche... Poche por favor... (Gimió, aunque nunca había estado tan caliente).

Los sabrosos labios de poche pulsaron con los suyos, metiendo la lengua, descubriendo su boca, ofreciéndole su saliva. Y sabía bien, joder si sabía bien. Calle tenía el mejor sabor, el mejor olor y el mejor todo que había visto en toda su vida. Y la volvía loca, nunca le había pasado, pero aquello se había convertido en una droga en poco tiempo. ¿Qué sería de ella si tenía que tenerla todo un mes en su casa? Era Afrodita en persona, la diosa del amor, del sexo. Y aun no la había probado. Parecía que no hubiera follado desde hacía meses, pero aquel mismo día había fornicado al menos cinco veces con lucia, a pesar de que ella apenas llegó al orgasmo una vez en cambio lucia a varioa. Aquello era anormal... la inocencia y el cuerpo de calle la hipnotizaba, la dominaban como no lo había hecho antes ninguna mujer. El grito de calle la sacó de repente de la nube de lujuria en la que se encontraba. La miró, ahora con la mente clara. Le había hecho daño, en sus ojos había lágrimas. La había tocado demasiado fuerte, sin pensar en la sensibilidad. ¿Sensibilidad? Ella no entendía de eso, pero si sabía que no debía hacerle daño a una mujer en este caso. Ella debía gozar, y calle no lo estaba haciendo. Se separó un poco.

Protegeme || CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora