Calle se giró totalmente ruborizada. Su primera reacción fue subirle el bóxer y los pantalones a Poche, de un tirón. Luego se levantó de un salto de la mesa, bajando su bata, lo máximo que pudo. Poche se acomodó su pelo.Pau: ¡La madre que me parió!
Kim: Es... es...
Pau: Un sueño...
Kim: No me importaría que me secuestrara a mí también.
Calle empujó a ambos chicas hacia a fuera.
Calle: ¿Qué hacéis aquí?
Kim: Sentimos interrumpir. (Se rió Kim).
Calle: No interrumpieron nada...
Pau: ¿A no? (Dijo Pau.) Entonces dime porque tu chica está tan caliente.
Sus ojos recorrieron a Poche, completa y descaradamente. Ella deambulaba por el despacho de calle, intentando que se le bajara la erección, y haciéndose la desentendida.
Calle: Serás perra. (Dijo calle, cerrando la puerta.) No vuelvas a mirarla así. (Dijo ella, con un rubor en las mejillas. Quién sabe, si sería de vergüenza o de rabia y celos).
Kim: Hay... que la gata maula se nos pone celosilla. (Dijo Kim pellizcándole la mejilla).
Las dos amigas rieron.
Pau: Venimos a hacerte una visita. ¿Esta tarde al final, como quedamos? (Sonrió Pau).
Calle: No lo sé. (Aún estaba enfadada. ¿Y cómo no? Poche era suya).
Kim: ¿Cómo que no lo sabes? (Masculló Kim.) Tienes que divertirte un poco, ese nuevo centro comercial tiene una pinta...
Calle: Digamos que ya me divertí bastante. Les recuerdo que llevaba unos meses de vacaciones con Poche.
Pau: Y no me extraña que te divirtieras tanto... con una mujer semejante. (Dijo Pau).
Kim codeó a Pau, esbozando una sonrisa falsa en su boca.
Calle: Me estás hartando, Pau. (Dijo entrecerrando los ojos).
Kim: Lo dice en broma, mujer. (Dijo Kim frotando el brazo de Daniela).
Pau: ¿En broma? Pero si Poche está buenísima. Apuesto a que debe ser una maquina en la cama.
Calle abrió la puerta del despacho y se metió adentro, de nuevo, enfadada. Kim miró mal a Pau.
Pau: ¿Qué? No dije nada malo...
Kim: Sabes lo celosa que es calle.
Kim abrió la puerta del despacho. Para entonces Poche ya le había preguntado si pasaba algo. Poche analizó a la ojiverde. Pero rápidamente volvió a mirar a calle, desinteresada en aquella otra mujer.
Kim: Dani, vamos, no te enfades.
Poche volvió a girarse. Esta vez, analizó a Pau. Le llamó algo más la atención. Un corte de pelo por un poco más debajo de los hombros, escalado, que, sinceramente, le quedaba de maravilla. Ojos grandes y almendrados, y un cuerpo generoso. Y a no ser que Poche estuviera enamorada, hubiera agradecido las vistas que le ofrecía Pau. Porque para nada, era discreta. Y para nada, iba vestida como para pasar desapercibida. Sabía que tenía buen tipo y lo usaba de manera que cualquier hombre o mujer se la quedaría mirando.
Calle: Eso, ahora tú, cómetela con los ojos. (Calle cogió alguna otra cosa y se marchó del despacho).
Poche miró interrogativa a ambas chicas. Kim se encogió de hombros, mientras que Pau, le sonrió coquetamente, frunciendo el ceño. Poche hizo caso omiso a ese gesto y se dirigió hacia recepción.
Poche: ¿Dónde ha ido calle?
Mónica la nueva secretaria miró el reloj. Luego puso la cabeza encima de las dos manos, entrelazadas.
Mónica: ¿Dónde crees tú que habrá ido? Son las dos. El turno de Daniela termina ahora. Y por lo que a mí me parece, está algo enfadada, novia. (La rubia siguió organizando algunos papeles, mientras que Poche, bufando, se dirigió a paso ligero hasta su precioso auto).
Nada. Ni rastro de Daniela. ¿Dónde se habrá metido? Poche adoraba que se pusiera celosa, eso la ponía sobradamente... pero cuando pillaba estos cabreos, la irritaba. Y la irritaba más no encontrarla. La preocupación no disminuía, su cuidad era suficientemente peligrosa como para que una mujer como Daniela anduviera sola por ahí. Ya eran las cuatro. En casa no estaría, y seguramente ya hubiera terminado de comer. Volvió hasta el centro de fisioterapia para ver si había vuelto allí. Cuando atravesó la puerta, quitándose las raybans, produjo algún que otro suspiro de alguna de las chicas y chicos que estaban allí. Pero Poche no tenía tiempo no quería de mirar a ninguna de ellas. Abrió la puerta del despacho de Daniela. Nada. Bueno, sí, algo...
¿?: ¡Poche! (Dijo ella cuando Poche se acercó).
Poche negó con la cabeza. Se sintió mareada.
Poche: Pero qué mierda... (Dijo mirándola).
Laura: Mi vida... (Laura le acarició la mejilla).
Poche: No. (Le apartó la mano, de golpe.) Ni mi vida ni mierdas. (La miró, más enfadada que nunca.) ¿Por qué has vuelto?
Laura: Pensé que te haría ilusión saber que no estoy muerta.
Poche: ¿Sabes? Me da lo mismo, si estas viva o muerta.
Laura: ¿Con que esas tenemos? (Ella sonrió, tan maliciosamente como solo ella sabía hacerlo) No me mientras... estuvimos tanto tiempo juntas... (Se acercó a ella, casi rozando su boca. Ese contacto, ese perfume, ese color tan rojo de los labios... y tantos...) Que no me creo que me hayas olvidado. Me amas... te amo... tantos... recuerdos.
Pero Poche tuvo el valor de rechazar el beso de Laura.
Poche: ¿Qué te crees que estás haciendo? (Ella dijo levantando una ceja.) Te repito que ahora mismo estoy muy bien sin ti. He conocido a una mujer a la que tú no le llegas ni a la suela del zapato.
Una risa aguda salió de la garganta de ella.
Laura: ¿Eso piensas poche? Después de pasar tantas noches junto a mí, repitiéndome que me amabas más que a nadie...
Poche: Eso creía, pero acabo de descubrir que es el amor de verdad y... y es lo que siento por Daniela.
Laura: Cuando te canses de ella, vendrás a buscarme, como siempre. Tú no has cambiado preciosa, ni cambiaras, siempre has sido una hija de puta.
Poche sonrió.
Poche: Que te den, zorra. Y ni se te ocurra juzgar a calle.
Laura: Cuidado. (Dijo Laura haciendo una mueca) Mira como tiemblo...