2°T || Un lugar Perfecto

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Laura entró cargando las maletas.

Poche: Deja, ya te ayudo. (Dijo Poche, refunfuñando. Y cogió las dos maletas enormes de ruedas como si nada. Sus músculos se tensaron).

Laura: Creo que no soy muy bienvenida por tu parte.

Poche: Escucha, si hago esto es por Daniela. No sé qué mierda le has dicho para que le caigas bien.

Laura: No le he dicho nada, simplemente soy yo misma. Por eso le agrado, de la misma manera que te agrade a ti. Hasta llegar a enamorarnos. (Le guiñó un ojo).

Poche: Yo no me enamoré de ti. Y tú de mí tampoco. Si no, no te hubieras ido de esa manera, haciéndome pensar que estabas muerta.

Laura: No lo hice por gusto. Lo tenía que hacer.

Poche: ¿A sí? (Dijo Poche, intentando parecer sorprendida.) Mira, dejemos el tema, lo hecho está hecho, ya no hay nada más que hablar sobre lo que pasó entre tú y yo.

Laura: Será mejor que los días que estemos aquí nos llevemos algo mejor. (Laura se inclinó, tan peligrosamente, que a Poche se le aceleró el corazón). Gracias por acogerme. (Y le dio un suave pico).

Poche: Apártate. (Gruñó Poche, dándose la vuelta y hiendo hacia la habitación de invitados.) No vuelvas a hacer eso, si no te hecho a patadas de mi casa.

Laura: Cuidado. (Dijo Laura, irónica.) Que viene la matona.

Poche la miró mal. Luego se relajó al ver la misma cama donde había tenido un sexo magnifico hacía nada, con calle. Sonrió al saber que Laura dormiría allí, sin saber lo que había pasado.

Poche: Esta es tu habitación.

Laura la observó de arriba abajo.

Laura: Confortable. (Sonrió y pasó.) Puedes dejarme las maletas aquí mismas. (Lo dijo en un tono imperativo que a Poche no le gustó nada).

Poche: Toma anda. (Dejó ir las grandes maletas) intenta que no sea un total caos esto.

Laura: ¿No sabes que yo soy muy ordenada? (Sonrió) no se tu querida novia como será, pero sabes que yo siempre cuido bien las cosas, lo que es de otros, pero sobretodo lo mío. (Quizás eso lo dijo en un sentido literal, mirando a Poche. Como si ella entrara en esas cosas).

Poche negó con la cabeza y se fue hacia su habitación. Ya eran las once de la noche y solo quedaba un día para marchar hacia Galesnjak, Croacia.

Calle: ¿Qué tal está Laura? (Dijo en cuanto la vio entrar).

Poche: Demasiado bien, creo yo. ¿Seguro que es buena idea irnos y dejarla sola?

Laura: No te preocupes, Poche. (La voz de Laura apareció al otro lado de la puerta. Las observaba a las dos. Una chispa de envidia saltaba a la vista que yacía en sus ojos.)

Laura: ¿Pero por qué? , Ya hablé con calle; creo que ella mantiene la mínima confianza como para saber que no haré nada malo en o con su casa.

Calle: Si, Poche, ¿qué podría pasar? ¿Qué montara una fiesta descomunal? Laura no conoce a casi nadie aquí en Estados Unidos.

Poche no dijo nada más. Aunque seguía no muy convencida. Poche observó la expresión de la cara de calle.

Calle: Dios, esto es precioso... mi vida... (Sonrió, y se acercó a ella para agradecérsele con un beso. Aunque eso era poco, demasiado poco).

Poche: Todo por ti... estas van a ser nuestras... (Ella se quedó pensando) segundas vacaciones... las primeras de verdad (las dos rieron) y quiero que sean especiales... aunque mi amor... cada momento que paso contigo es especial... (La cogió de las mejillas y presionó sus labios contra los de ella, impregnándose de su gloss con sabor a fresa).

Calle miraba fascinada la casa que Poche había alquilado. Eso le habría costado un montón. Calle la rodeó por detrás y le besó la nuca.

Poche: Entonces, ¿te gusta, gorda?

Calle: Muchísimo. (Sonrió y volvió a besarla).

Poche: Vas demasiado guapa. (Dijo dándole una palmada en el pompis).

Calle: Voy normal.

Poche: Demasiado guapa. (Repitió Poche con ese rintintín).

Y era verdad. A ella le gustaba vestirse bien, normal, cómoda. Pero a la vez guapa, solo para ella y su poche. Llevaba unos pantalones pitillo tejanos y unas camperas de tacón. Y la chaqueta con la capucha emplumada.

Poche: ¿Entramos? A dentro encenderé la chimenea, ya verás que bien se estará. (Mordió el lóbulo de la oreja de calle y ella se estremeció).

Calle: Vamos.

Poche sacó unas llaves y abrió la puerta de entrada. Calle aún quedó más fascinada por el interior.

Calle: Esta casa es fantástica.

Poche: Si quieres la compro y venimos aquí a pasar las vacaciones.

Calle la miró boquiabierta.

Calle: ¿Estás loca? Ya bastantes gastos tenemos con nuestra casa en Los Ángeles. Además de que tienes una cala privada con esa casa...

Poche: ¿Y qué? Pues bien que nos podemos permitir algunos lujitos.

Calle: Tú te lo puedes permitir, Poche. Yo tengo un oficio en el que cobro bien, muy bien para ser exactas, ya que tengo mi carrera y todo eso. Pero no estoy forrada como tú. (Alzó una ceja y a Poche le pareció muy gracioso).

Poche: Sabes que mi dinero también es tuyo.

Calle: Demasiado que lo sé. (Dijo mirando hacia el suelo.) Parezco una niña de papá y mamá de lo mimada que me tienes.

Poche: No, no pareces una niña de papá y mamá. (La volvió a abrazar, pellizcando una de sus mejillas y viendo esos ojos, ligeramente maquillados, deliciosamente teñidos de un color precioso.) Eres la niña de Poche. (Y ambas rieron).

Calle: Eso, ni lo dudes.

Poche: ¿Sabes que aquí no vive nadie? (Rio Poche) quiero decir, si, hay gente, pero esto es muy turístico... perfecto para los amantes, pues la isla tiene forma de corazón.

Calle no dijo nada. Y poche cogió su mano. Aún llevaba las uñas pintadas de ese granate oscuro, pasional. Las uñas, ni largas ni cortas, sin morder, perfectas. Poche Quiso que en esos momentos esas perfectas manos le cogieran... allí abajo y hasta clavaran aquellas uñas. Provocando una sensación de placer y dolor. La lujuria creció en el interior de Poche.
Besó su mano, entrecerrando sus pequeños ojos color cafeverde. Y lamió sus dedos, haciendo gemir a calle. Le desabrochó la chaqueta y le empezó a quitar el jersey, sin dejar a parte esos eróticos y seductores besos, que ahora subían por su brazo. Calle la retiró, suavemente.

Calle: Será mejor que vayamos a dar una vuelta. Quiero visitar el lugar, ahora que hay la luz del día.

Poche: Pero...

Calle: Por la noche... (Dijo inclinando la cabeza) Te juro que nunca me canso de hacerlo contigo gordis, y nunca me cansaré. Pero... dejémoslo por la noche. (Sonrió y la esquivo). Ahora voy hacer de la chichi... llevo todo el viaje aguantándome.

Poche sonrió. Aun que se había quedado con las ganas de más, de mucho más. Sintió como su dolorida erección se movía dentro de su buzo Adidas. Se quitó la chaqueta, esperando a calle. En el comedor había un espejo grande. Observó su reflejo por unos instantes. No cabía duda de que era atractiva, ¡dios! Se fijó en un detalle. Sus ojos, oscurecidos por la excitación. ¿Siempre se le ponían así cuando calle la calentaba?
Concluyó que sí. Eso lo hacía aún más erótica. El negro de sus ojos se había extendido de tal manera, y solo por la excitación.

Poche: Que me has hecho Daniela... (Entonces, se dio cuenta de todo lo que había podido cambiar por una mujer.)

Ya no era fría, ya no. No solo pensaba con la polla. Pensaba más con la cabeza... de arriba. Pero sobre todo con el corazón. Por muy cursi que sonara, estaba enamorada de Daniela. Ella nunca había sentido todo esto, pero no se arrepentía. De nada, hasta el momento.

Poche: Que me has hecho, amor de mi vida... (Se volvió a repetir, sonriendo y negando con la cabeza).

Protegeme || CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora