El llanto de calle aumentó. Empezó a sollozar. Poche empezó a preocuparse.
Poche: Mi vida... (Dijo suspirando, y abrazándola fuerte.) ¿No estarás sensible porque tienes tu periodo? (Ella bajó la mirada, separando sus piernas con uno de sus muslos. Observó. No, definitivamente no será eso).
Calle apretó sus manos contra la espalda de su novia.
Calle: Abrázame, no me sueltes. (Susurró.)
Poche sonrió de nuevo y ella sintió, como ahora la cubría con sus fuertes brazos, como la protegía.
Poche: Gordaa... (Musitó) harás que llore yo también.
Calle: Tú no lloras. (Sonrió).
Poche: Te he hecho reír.
Calle sonrió más, intentando apartar las lágrimas, aunque se desvanecieron por si solas con la ducha que se estaban tomando.
Calle: Poche... dime que me amas. (Dijo haciendo puchero).
Poche: Lo sabes y de sobras... (Fue a besarla de nuevo) te amo, te amo, te amo muchísimo. Infinito, para ser exactos, de aquí a Plutón. (Calle rio de nuevo, aunque era una mezcla entre lloro y risa.) ¿Me contarás porque estas así? (Dijo Poche con una voz graciosa, un rintintín adorable, confortable).
Calle: No sé... es que... dios, eres perfecta... lo que me dices, no te merezco.
Poche: Soy yo quien no te merece. Sabes que soy una cínica, que he matado a muchas personas, que trabajo en algo peligroso y que me he recorrido medio mundo con mis misiones. Y no sé cómo tuve la oportunidad de conocerte a ti.
Calle: El destino, quizás.
Poche: Puede ser bebé (Poche se la quedó mirando. Amaba sus ojos. Cuando lloraba se le aclaraba la vista, se le tornaban de un color entre café miel, precioso, grande.) Tú si eres perfecta. (Musitó). Volim te, moj zivot.
Calle: ¿Poche? (Se rio) ¿Qué dices?
Poche: ¿No que nos vamos a Croacia? Algo de croata sí que se... lo justo para decirte que te amo en diferentes idiomas. (Acarició el lateral de su cara, poniendo su pelo mojado detrás de la oreja) no quiero que tengas dudas sobre mí. Te amo, te amo a morir...
Y Calle volvió a estallar en lágrimas. Puede que no, puede que no tuviera el periodo, pero esa era una señal de que... definitivamente le estaba por venir. Poche miró a calle, como descansaba, medio dormida. Desnuda. En su cama. Paseó su dedo índice por el cuerpo curvilíneo. Se detuvo en diferentes sitios. Era imposible no excitarse viéndola así. Empezó el recorrido de nuevo. Empezó acariciándole el pelo, bajando por el cuello, por el hombro. Por el pecho. Rodeó uno de los oscuros pezones. Era bellísima. Siguió paseándolo por su plana tripa. Le entraron unas ganas inmensas de despertarla dándole besos allí, cerca del ombligo. Siguió paseando su dedo, en el paseo más erótico que podía experimentar.
Por la curva que unía el pecho con la cadera. Deliciosa, como una montaña, definiendo su cuerpo. Ahora su dedo bajaba, y luego volvía a subir, por la anatomía de Daniela. Su cadera, su muslo. Se detuvo allí, no llegaba más allá que de medio muslo. Así que se dispuso a subir de nuevo. Detuvo su dedo en su feminidad. Le entraron unas ganas terribles de comérsela. De que se despertara jadeando. Se movió y separó las piernas con cuidado. Se inclinó, deteniéndose en los rosados labios internos. Paseó su lengua, ahora, por allí. Un suspiro se escuchó más arriba.
Sonrió y metió más su lengua. Ella no estaba ni húmeda ni seca. Pero poche haría que su coño empezara a mojarse. Para nada iba a comérsela seca...Poche: Mi vida... (Murmuró divertida). Despierta, te quedaste dormida...
Chasqueó la lengua, dándole un golpecito a su clítoris. Sabía exactamente donde le gustaba, cómo y cuánto. ¿Experta en el sexo con mujeres? No, experta en Calle.
Ella abrió los ojos, arqueando las caderas en un envite. Poche abrió la boca para aceptar toda su vulva, mientras la repasaba con la lengua.
Calle: Oh... (Sintió que jadeaba ella más arriba. Y también sintió su mano, entrelazando sus dedos en su pelo) Poche...
Poche: ¿Si? (Dijo ella, separándose un poco. El aliento fresco chocó contra su ya húmedo sexo, haciendo que palpitara de la necesidad).
Calle: Sigue... (Le rogó, alzando las caderas. Poche vio como la mano de ella se deslizaba hacia su sexo. Y se tocaba, abriéndolo para ella).
Poche: Mmh... tócate. (Dijo separándose un poco más.) Me gusta lo que haces.
Calle estaba ya en una burbuja de éxtasis. Así que lo hizo. Metió su fino dedo dentro y se empezó a tocar. Poche jadeó ante la visión.
Poche: Sigue Calle, enséñame como te das placer. (Un segundo dedo fue a parar adentro, en su vagina.) Así... me pones dura... muy dura...
Poche no evitó poner su mano encima de la de ella, y acompañarla con uno de sus dedos. La sentía, sentía su mano, sentía la suya, las sentía juntas. Y ella debería sentirla más. El dedo índice de poche era más largo, mientras que los de ella eran más pequeños.
Calle: ¡Sí! (Gimió, arqueando las caderas.) ¡Poche!
Ella miró la expresión de la cara de calle. Estaba tan guapa cuando se iba a correr. Entonces sacó su mano, junto con la de Daniela y ella hizo una mueca de desaprobación.
Poche: ¿Quieres algo mejor? (Dijo meciendo su pene hacia su entrada).
Calle la miró, ya convertida en la mujer salvaje, la que lo quería todo, todo lo que poche le diera. Poche gruñó, al frotar todo lo largo de su polla contra el sexo húmedo, caliente de ella.
Poche: ¿Lo quieres?
Calle: Si, si... (Jadeó desesperante.) Lo quiero, te quiero a ti.
Poche sonrió, envistiéndola de una santa vez. Ella gimió ante el contacto, lo grande, lo gruesa que la tenía, lo tanto que la llenaba.
Calle: ¡Ahh...! (Le agarró el trasero de poche y la apretó contra ella.) Más. (Pidió.)
Poche: Adoro cuando gritas... más si es mi nombre. (Dijo poche sin moverse, quedando quieta aunque su pene palpitaba del deseo de follarla duro.) Solo te daré duro si lo gritas fuerte, alto, que te oigan los vecinos, que sepan que estas gozando con tu novia...
Ella se mordió el labio, asintiendo energéticamente. Poche la cogió de las piernas y se retiró de su interior, para volverse a meter en ella, de una manera potente. No hizo falta que calle se propusiera gritar el nombre de poche. Salía solo.
Calle: Ah... ah... ¡Poche! (Jadeó a causa de cada dura y placentera embestida) ¡Sí! ¡POCHE!
Poche había dejado de pensar. Captivada por sus gemidos, que la invitaban a seguir. El coño de su novia que no podía apretar más su rabo a cada envite. Apretó los dientes. ¿Cómo una mujer podía hacerle sentir todo eso? Era genial... Sintió como calle se iba a correr. Adoraba sus orgasmos, dios, si... eso hacía que ella se corriera de gusto también. Y terminaron por gritar las dos. Jadeante, Poche se desplomó casi encima de calle. La abrazó y plantó un beso, aun con sabor a ella, en sus labios.
Calle: Magnifico... (Murmuró calle sonriente.) ¿Dónde comemos hoy? ¿En casa o salimos?
Poche se quedó pensativa, mientras intentaba recuperar su lado coherente.
Poche: ¿Qué prefieres?
Calle: Vámonos al italiano que hay en el centro. (Dijo haciendo puchero.) Me apetece pasta. (Se mordió el labio.) A no ser que tú me prepares... canelones... (Dijo con una voz sensual, con doble sentido)
Poche: Vámonos al italiano... (Dijo levantándose.) Y si te portas bien... (Le dio una suave cachetada en el pompis) ya veremos si esta noche te preparo canelones.