16. Voy a ir

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Llovía demasiado.

Creía que los cristales se romperían a cualquier roce de mis manos.

Era un día demasiado triste, donde cualquiera volvería a lo que le hace daño.

Hansol estaba a mi lado, durmiendo plácidamente, con una de sus camisetas que se ponía usualmente para dormir la siesta junto a mi. Yo sonreí como un bobo y acaricié la piel suave de su mentón. Sus labios estaban algo entreabiertos y su cabello azul revuelto, como un mar encabritado. Acaricié cada parte de su rostro como si fuese porcelana. Luego, me incliné unos centímetros y dejé varios besos inocentes sobre sus labios, escuchando ese breve suspiro de que se había levantado.

Me separé de él lentamente y vi como abría sus ojos con una sonrisa.

- Buenas tardes... - Y bostezó, cerrando sus ojitos y sonriendo después. - ¿Me has estado mirando mientras dormía? Que tétrico.

Yo reí ronco.

- No, me acabo de despertar, lunático. Aunque la idea de mirarte mientras duermes durante horas no la descarto. - Dije sonriendo pícaro.

Él alzó su ceja inquisitivo.

- ¿Solo tienes esa idea?

- Sabes que no. - Respondí, demasiado cerca de sus labios, demasiado cerca del peligro.

Él tiró de mi camiseta, acercándome más y uniéndonos, en un apasionado beso. Sentía algo de saliva en la comisura de sus labios debido a la siesta que acababa de pasar. Me daba igual, yo, al contrario de lo que haría cualquiera, ingresé mi lengua en su boca, explorándole y cegándome del más dulce sabor, que era él.

Poco a poco me subí a sus piernas y ambos compartimos una buena sesión de mimos, con la lluvia y los chasquidos de los besos como música chill out.

[...]




Desperté con las mejillas en carne viva. Cómo cuando tienes una pesadilla, pero, está no era mala y, de hecho, había ocurrido.

- ¿Por qué ahora pienso en esos días? - Hablé solo.

Hace unas semanas también tuve un sueño así, pero era del momento en que Hansol cerraba la puerta y se fue a Busan, diciéndome que no me amaba. Esa sí que había sido una pesadilla.

La vibración de mi móvil me sobresaltó. Alguien me llamaba a las ocho y cuarto de la mañana. Era una llamada entrante de Yuqi, la vecina de Ten. ¿Qué quería a tal hora?

Descolgué la llamada y puse el móvil en mi oreja roja, por el apoyo de la almohada.

- ¿Si?

- Hola Yuta, soy Yuqi, ¿Te pillo bien?

Su voz llena de ilusión y algo grave llenó mis oídos, tanto que alejé el aparato, no acostumbrándome aún a la llamada y estar despierto. Ni siquiera había dado un bostezo, Dios.

- Estaba durmiendo... - Murmuré, intentando no sonar molesto.

- ¡Oh! Lo siento, Oppa.

- No pasa nada. - Si pasaba. - ¿Que querías, Yuqi?

- Hace días que no veo a Ten y ayer un hombre de traje lo buscaba. Era del banco. Dentro de dos días desalojaran su casa pero, yo a él llevo sin verlo casi una semana. ¿Sabes algo?

- Ahora vive con su novio.

- ¡Oh! Menuda noticia, no lo sabía.

- Tranquila, a todos nos ha pillado de sorpresa. - Dije algo molesto y entre dientes.

Cold [ TaeTen ]; Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora