33. El beneficio de todo

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- Adelante. - Abrí la puerta y me lo encontré, con sus piernas cruzadas y detrás de aquella mesa tan demandante. - Hacia tiempo que no nos veíamos, ¿me echas de menos?

- Quería saber cómo ejecutaste tu plan de hace unos días. - Me senté en la silla libre, frente a frente con él.

- Gracias a ti resultó ser bastante beneficioso,  todo ha salido a pedir de boca. Ten se encuentra ahora teen el hospital y sin tu ayuda Taeyong también podría haber resultado dañado, menos mal que no fue así. - Se cruzó de piernas y alzó su ceja.

- ¿Tú plan original era matar a Ten?

- Jaehyun, parece que no me conoces... - Me miró con superioridad. - Si hubiera sido así lo habría matado yo, a nadie más le podría dar tal placer que ver la luz yéndose de su mirar.

- ¿Cómo es que le tienes tanto rencor a ese niñato?

- Me alegro mucho de que así fuera. - Contesté.

- Pero, no has venido solo por eso, ¿verdad? - Él me conocía tan bien... - Puedes decirme lo que sea, puedes pedirme lo que quieras. Al fin y al cabo gracias a ti todo ha salido bien, Jaehyun. Distrajiste a Taeyong como te pedí.

- Siempre voy a hacer todo lo que me digas, DoYoung. - Me levanté y fue hasta su sitio. - Siempre estaré a tu lado.

Él me cogió de la corbata y me acercó a él. Sentía su respiración tan cerca de la mía que mis piernas temblaban. Sus ojos eran negros y su lengua resbaladiza surcaba sus labios, como una invitación a que los probase.

- ¿De verdad? - Preguntó en mi oído.

- Sí... - Le contesté en el mismo tono. No podía verle con claridad puesto a que él estaba al lado de mi oreja, pero sabía que sonreía burlesco.

- Estás demente. - Dijo, alejándose.

Me tomó de nuevo de la corbata y me empujó hasta sus labios. Mis manos fueron hasta sus muslos y lo cogí, para estamparlo contra la mesa en esa maraña humana de besos y mordidas. Sus labios eran como el aire que jamás pude respirar. Me encantaba también cuando sus dientes y los míos chocaban por la brutalidad de los besos.

Éramos unos salvajes, y yo era su presa.

Escuché bolígrafos y hojas caerse por el movimiento que teníamos al estar en la mesa, empezando a frotarnos y gruñir. DoYoung bajó con mordidas hasta mi cuello, reclamándolo suyo, yo siempre fui suyo.
Sus manos traviesas empezaron a desabrochar con rapidez los botones de mi camisa, despojándola de mi y sobando mis abdominales.

Su lengua fue buscando todo aquel espacio que ella no pudo alcanzar. Los pies de DoYoung bajaban poco a poco mis pantalones. Sabía cuan desesperado estaba hasta llegado el punto de que ni una palabra era cruzada ahora. Solo nuestros gruñidos, solo las mordidas y succiones por el cuello de ambos.

La piel de Doyoung era blanquecina, tanto que al mínimo toque se tornaba de un carmesí potente. Era precioso ver cómo su semblante duro y frío se transformaba en uno lascivo y vicioso. Verlo tan sumiso ante mi. Como se retorcía en la mesa, como se deshacía de su corbata y, a duras penas, me quitaba el pantalón, empujando con los dedos de sus pies para abajo, dejándome en bóxers.

Sus manos subieron a mi cabello, tirando de él mientras su lengua jugaba con la mía. Sentía como cada vez había menos telas entre nosotros, y como sus uñas arañaban mi espalda al acercar más mi pelvis a sus caderas, restregándonos sin parar.

Cold [ TaeTen ]; Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora