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- Un lago. - Murmuré, sorbiendo mi nariz rojiza. Taeyong abrió su puerta y me tendió su mano. Por mi lado no sé podía salir, puestos que había unos arbustos bastante espinosos en mi puerta.
Salí por su lado con cuidado de no manchar mucho la tapicería y miré alrededor. Eran eso de las cinco de la tarde. Habíamos estado dos horas en coche hasta llegar a una zona frondosa de un bosque. Una parte estaba vallada por unos hierros encadenados. Taeyong se bajó y abrió las vallas para dejarnos pasar con el coche. Seguramente sería alguna finca privada.
Taeyong cerró la puerta detrás de mi y caminó por el pasto verde. Yo no pude resistirme y me quité los zapatos, y luego las calcetines. Los dejé al lado de una rueda y comencé a caminar por el suave césped que cada vez se hacia más placentero al pisar y brillante por la luz del sol. Taeyong ya estaba en la orilla de aquel lago tan cristalino, donde había algunos juncos asomando en el agua dulce.
Yo aceleré mi paso y fui hasta él. Quería que llegase la primavera, porque así la calor y el viento me lo susurraban. Taeyong, cuando estuve lo suficientemente cerca me tiró con sus manos algo de agua.
- ¡Ah! - Me quejé. - Eso no vale. - Me remangué el bajo de los pantalones y fui hasta la orilla a tomar con mis manos algo de agua para lanzársela, pero él fue más listo y esquivó mi tiro. Yo reí sincero. Observé más allá de algunos árboles y descubrí una catarata preciosa de dónde saltaban algunos peces. No era la época de los salmones, debería ser algún otro tipo de pez, o eso suponía yo.
- Ten. - Llamó él. También se había remangado su pantalón vaquero. Hoy llevaba uno de estos y una camisa holgada blanca que dejaban ver una porción de su pecho blanquecino. - ¿Quieres seguir tirándome agua o ver algo magnífico?
- Dime que es una cesta con comida que nos ha preparado Jiwoo. - Dije de broma.
- Casi, aunque tengo una en el maletero. - Se alejó de la orilla y comenzó a caminar hasta la superficie. Yo le seguí, curioso.
Taeyong se dirigía a unos frondosos árboles con tiras y tiras de hojas. Era como una cortina de hojas, pero finas como algas. Taeyong dejó un hueco para que entrasemos ambos, yo le seguí de nuevo.
Él, aprovechó que pasaba esa cortina natural para tapar mis ojos. ¿Qué tramaba?
- Taeyong, ¿qué haces? - Le dije, cruzando mis brazos.
- Cállate, lo vas a estropear. Habla muy muy bajo. - Susurró ronco en mi oído.
Sus manos comenzaban a alejarse de mis ojos a ritmo tortuoso. Yo no me pregunté nada puesto que confiaba en su palabra de permanecer callado. El suelo no era tan suave en esta zona, pero seguía siendo césped y hacia algo más de calor que fuera.
Abrí mis ojos maravillado.
Rayos de sol iluminaban aquel lugar, lleno de mariposas de colores. Unos colores vivos, llamativos, que incitaban a la más profunda celebración en tu interior. El aleteo era débil pero estable, y revoloteaban sobre flores muy grandes.
- WoW. - Murmuré. - Esto es precioso, Taeyong. - Le cogí la mano emocionado.
Nunca había visto a estos insectos tan naturalmente. Eran preciosas. Las alas, los tamaños de estas, los colores tan esperanzadores...
El ver a Yuta se me fue con estas pequeñas que empezaban, misteriosas, a acercarse a nosotros.
Una de colores azules y alas medianas empezó a volar hasta mi mano, alzada con delicadeza. Se posó en uno de mis nudillos y yo miré a Taeyong, gritándole con el alma lo que me animaba esto.
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Cold [ TaeTen ]; Completa
RomanceEn la tierra hay todo tipo de personas. Altos, bajos; ricos y pobres. Pero, por ejemplo, hay hombres y mujeres exitosos que saben lo que quieren, impulsados, disfrutan siempre de una compañía atractiva a su lado. El dinero no es un problema, por lo...