36. Nunca.

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- ¿A dónde vamos? - Es lo único que le dije al llevarme al gran parking. - ¿No tenías que estar en la oficina?

- Era una excusa. Inocente.

Estaban todos sus coches, incluida una moto que me recordó a una de estas que utilizan los pilotos.

- Verte triste es lo único que no quiero, así que iremos hoy a pasar una... Una... Algo que se hace cuando estás ya sabes... - Chasqueó su lengua.

- ¿Una cita? - Terminé yo, sonriente. Me hacía sonreír todos los jodidos días.

- Sí, más o menos. - Taeyong sacó unas llaves de su bolsillo y me las pasó. - Iremos a donde quieras, pero me dejarás ir a una tienda.

- ¿Qué tienda?

- Es una sorpresa. - Pulsé el botón al azar, a ver si cualquier coche se abría. - Bebé, bebé. Es el rojo.

Tomó mi mano y la guío hasta un gran deportivo rojo de dos plazas.

- Vaya. - Me sorprendí al ver aquel Ferrari tan grande y bonito. No era muy fan de los coches, pero aquel me llamó la atención como ninguno.

- Sabía que te gustaría. - Llegamos hasta él y admiré por dentro como eran los asientos. - ¿Sabes conducir? - Dijo desde la otra parte.

- Aprendí hace tiempo con el coche de Hansol.

Apoyó su cabeza en el techo del coche y me miró curioso. - Cógelo.

- ¿Perdón?

- Que conduzcas hoy tú. Adelante, nene. - Me pasó las llaves por el techo y caminó hasta a mí. - Venga, demuéstrame como lo haces. - Sabía de sobra que eso lo decía de doble sentido.

Pasé por su lado, él tenía una mezcla de aroma que me fascinaba. Tabaco y sexo. Olía a aquello. Y yo me quería impregnar en su olor.

Hacía meses que no cogía un coche. Yuta me enseñó en el coche de su hermano pero ¿me acordaría?

Bueno, el mundo era de los valientes.

Cerré la puerta del piloto. Era muy extraño estar en el lugar de Taeyong.

- ¿Me guíaras? - Metí la llave.

- Cariño, estamos en el centro de Seoúl, puedes ir a un puto Burger King que no me quejaré.

- Está bien. Iremos a un restaurante que me conozco.

- Me fiaré de ti.

[...]

Escuchamos el grito ensordecedor de nuestra madre y acto seguido un gran olor a madera quemada.

- ¿Yuta?

Y de repente, parte del techo se nos vino abajo, y con el una marea de llamaradas y brasas.

No podía procesar todo lo que se me avecinaba. El humo pasaba por todas las estancias de la casa. Yo no paraba de toser al igual que Hansol, y ambos nos veíamos para coger todo lo de valor y abandonar. Yo tenía la carta en mi bolsillo.

Fue Doyoung, fue él. Y ahora estaba viendo mi casa en llamas.

- ¿Hansol? - Había partes de madera quemando la quema, el humo no me dejaba ver dónde estaba él. - ¿Hansol? - Había un montón de lágrimas dejándome ya sin campo visual. - Por favor, Hansol. ¡Contéstame!

Cold [ TaeTen ]; Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora