Lifer

235 32 6
                                    

La luna se posaba en lo más alto del cielo negro de la noche, sentía que había pasado un año desde la llegada de todas esas personas a su planeta, pero solo había pasado un mes, ya no podía escaparse tan constantemente para investigar lo que sucedía con ella cuando se enojaba, se frustraba, se sentía una bomba a punto de estallar y una muy peligrosa.

El rey intensifico la guardia en su habitación y en la de su pequeña hija para evitar cualquier complot contra él o su familia que podría llevar al derrocamiento de su gobierno, vivía con los pelos de punta, preocupado y perseguido por todas las actitudes de su servidumbre y la de su familia, mientras que Juno estaba preocupada de ver a su esposo así, era algo que lo llevaría a la ruina o simplemente su muerte.

Acalía volvía a despertarse en medio de la noche, no podía hacer más que dar vueltas en su habitación pensando en todo lo que pasaba, quedaba muy poco para su cumpleaños numero 7 donde tendría sus primeras clases dentro de la biblioteca, podría investigar más ahí, toda su inocencia había desaparecido al momento de sentir la fuerza dentro de ella, una fuerza que no la estaba dejando dormir y gritaba en sus interiores implorando ser explorada, estudiada y manejada.

Se levantaba en su pijama infantil bordado con plata blanca de las montañas del norte, estudiaba si se quedaba en su habitación como lo hacía a menudo o simplemente se arriesgaba y salía un rato a caminar, pensaba en las excusas que daría y como manipularía la situación para que sus padres no se enteraran de lo sucedido, se armo de valor y abrió la puerta secreta que conectaba su habitación con el pasillo libre de guardias.

Gateaba lentamente hasta ponerse de pie, lamentaba no haberse puesto zapatos por el frio del mármol en conjunto del frio del invierno la estaba congelando los pequeños pies, caminaba lentamente por los pasillos mirando para todos lados intentando no ser detectada por alguien que estuviera merodeando como ella.

De pronto vio en los grandes ventanales la luna blanca y resplandeciente, al momento de bajar la mirada al pie de ese ventanal como en su descanso estaba sentado un niño que sollozaba, su respiración entre cortada y su llanto ahogado mirando hacia afuera daba a entender que no quería ser molestado, sus ropajes eran totalmente oscuros, pero lo que más le llamo la atención, que era aquel niño que había visto hace un mes y que sus cabellos rojizos como lo había descrito su madre, eran especiales, él era un niño especial.

Tímidamente se acercó a él, y cuando estuvo lo suficientemente cerca para tocar su hombro vio en su rostro escondido se veían moretones oscuros.

-Hola – decía Acalía bajito tratando de llamar su atención – mi nombre es Acalía Éadrom.

El niño dejó de llorar de golpe, pero ni siquiera la miró.

-Hace frío, como te llamas? – Acalía insistía en hablar con él.

El niño se dio vuelta lentamente y la miró a los ojos, ella se percato del bello color brillante que tenía en sus ojos, no sabía el nombre del color, pero era algo totalmente nuevo, él era algo extraordinario nunca antes visto por sus tierras, ni en la más locas de sus travesías, ni en los libros que había explorado, ni las historias ni relatos ni en los sueños había pensado que podría encontrar alguna vez en su vida a alguien tan extraño.

Ella luego de explorar sus ojos tomo en cuenta que él también quería hablarle, pensaba que quizás hablaría una lengua extraña que estaba dispuesta a aprender para poder comunicarse fluidamente con él.

Una voz rompió sus pensamientos para volver a poner sus pies en el frío mármol dándole un escalofrió que recorrió su cuerpo.

-Mi nombre es Armitage – dudo por unos segundos – Armitage Hux.

Coróin di Caliopé(Armitage Hux)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora