Aithnigh mé

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Le quitaba la mirada de sus ojos para cerrar los ojos y dirigir la mirada hacía la pérgola floreada que estaba al otro lado del lago, Acalía pensó por algunos instantes que era lo que quería decirle su amigo, ¿acaso esa era una señal? Entro un momento a su habitación por que el frio penetrante la estaba congelando, se puso un abrigo y decidió ir donde estaba dirigiendo la mirada Armitage, no perdía nada escapándose algunos momentos de su habitación, no era la primera vez... ni sería la última.

La capa oscura que portaba le daba el calor suficiente para poder llegas hasta allá, su vestido blanco le daba un aura fantasmal, su piel blanca reflejaba en la luna que brillaba más que nunca esa noche.

No le fue difícil llegar hasta el lago, era experta en pasar desapercibida, aunque por sus rasgos y su belleza, a veces se le hacía difícil, pero está vez su peor prueba fue cruzar ese bendito lago, no era común que alguien navegara ahí y podía ser fácilmente detectada, después de unos minutos remando hacía allá, espero sentada en el suelo de la pérgola, en medio de la noche, su capa oscura se camuflaba bien con la noche, era ella luz, pero esa noche se convirtió en la oscuridad misma.

-Pensé que no entenderías – Armitage rompía el silencio apareciendo entre las ramas salvajes del bosque.

-Me sorprende que no creas que soy inteligente – se levantaba para verlo de frente.

-Perdón – tomaba una mano de la joven para besarla mientras le hacía una reverencia.

-No llegaste para mi cumpleaños –

-Estaba en una misión importante Acalía, pero... - sonrió mientras le mostraba una caja – te traje un regalo.

-Por eso eres mi mejor amigo – tomo la caja emocionada.

-Soy tu único amigo – sonreía mientras veía como Acalía intentaba abrir la caja misteriosa.

-Y el mejor – lo miraba fijamente mientras le sonreía.

Acalía se volvió a sentar en el suelo mientras dejaba la caja de madera oscura en el suelo para ver bien el regalo que le había traído su amigo, lentamente levantaba la tapa para encontrarse con un sable de luz envuelto en una tela extraña.

La joven tomaba el arma ligeramente, desenvolviéndola con cuidado para no activar nada, no sabía de donde podría haber sacado ese extraño artefacto por lo tanto no sabía que tan qué tan peligroso o descuidado podría estar.

-Donde lo encontraste? – miraba hacia el lado a su amigo que se había hincado al lado de ella para ver mejor el arma extraña.

-De Arkanis, volví para concretar unas cosas y la encontré en unos restos de una nave imperial.

-Como supiste que era un sable de luz?

-Acalía por favor, llevo 8 años viendo los mismos libros contigo, sé más cosas de los Jedi que ellos mismos, te lo aseguro.

Armitage se sentó al lado de ella acomodándose bien.

-Lo enciendo? ¿Tendrá el cristal? – lo decía mientras revisaba viendo el mango.

-Vamos! ¡Pruébalo! – algo raro sonó en su voz.

La princesa encendió el sable como en los libros lo explicaba, un intenso color amarillo se encendió dejando asombrados a los dos adolescentes, miraban fijamente la luz que emanaba aquella extraña cosa.

Por un momento Acalía miró a Armitage y se quedo un par de segundos concentrada en algo importante de su rostro, ella admiraba mucho la belleza en las personas y las cosas, en ese momento se dio cuenta de los bellos ojos que tenía su amigo de toda la vida.

Apagó el sable de luz tratando de volver en sí, mirando el mango de su regalo, envolviéndolo con cuidado y dejándolo nuevamente en la caja cerrándola para concentrarse en él.

-Muchas gracias – le regalo una sonrisa sincera.

-Tú eres la de la fuerza, creí que sería apropiado regalarte eso, princesa – decía burlón

Acalía entre risas ahogadas le daba un pequeño empujoncito a Armitage jugando por el mal chiste.

-Quieres eran los jóvenes que venían contigo?

-Son los soldados de Rax – cambiaba su expresión – estoy a cargo de ellos mientras me entreno.

Acalía le arregló un mechón rebelde que había salido de su pulcro peinado con sus dedos mientras lo miraba fijamente.

-Volviste cambiado.

-Sigo siendo el de antes Acalía.

-No, cuando llegaste no sentí a mi amigo.

-Que sentiste?

-Oscuridad, se apoderaba de mí.

-Según la leyenda, tú eres oscuridad.

-Pero no era la mía, era la tuya Armitage.

-No te preocupes Acalía, soy el mismo de siempre – se levantaba y le extendía la mano.

Acalía aceptaba su mano, ya completamente de pie lo miró estudiando sus gestos, como caminaba, como hablaba.

-Armitage? – llamaba su atención.

-Dime?

-Hiciste algo malo en tu viaje?

- Nada que no fuese justificado Acalía.

-Prometiste no ser malo.

-No Acalía, nunca lo prometí.

-Mírame – le tomaba del brazo para acercarlo – Mataste a alguien?

Armitage se soltó del agarre de la chica, para tomarla y abrazarla fuertemente poniendo el rostro de la chica contra su pecho bien formado por el entrenamiento exhaustivo.

-Acalía, te prometí que un día, gobernaría toda la galaxia y tú estarás junto a mí – se separó para verla a los ojos – y haré cualquier cosa para que eso se cumpla.

Coróin di Caliopé(Armitage Hux)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora