Dlínsí dearbhaithe

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Había evitado cualquier contacto y dar cualquier explicación sobre lo que había sucedido la noche anterior, era complicado de aclarar y difícil de entender, solo sería una pérdida de tiempo para todo lo que tenía que hacer a diario desde que su madre había muerto, no sabía si Armitage seguía en el castillo o en el planeta, era tan probable que no estuviera que se relajó un momento sin sentir ese vacío de abandono que estaba teniendo tan constantemente.

Arreglaba su peinado mientras veía el atardecer por el ventanal de su habitación, el complemento gris, blanco y negro que se veía al horizonte se veía empañado por la llegada de la nave transportista de su prometido, estaba tan segura de que sería momento la complicada conversación, de la cual no estaba lista.

Unos minutos después, el comunicador de su habitación le estaba avisando que Inkle Kiliam estaba a la espera de su presencia en una de las salas de espera que tenían en el castillo.

Tomaba una bocanada grande de aire y se guardaba de su sable de luz en el bolsillo de su gran vestido negro, un atrevido y controversial vestido negro, ya que la etiqueta de la corona no dejaba que las mujeres vírgenes pertenecientes a la familia real del planeta utilizaran negro y cortes que mostraran atributos de su cuerpo, pero Acalía no dejaba que eso la limitara a utilizar lo que ella quisiera, no por ser parte de la corona tendría que prohibirse cosas que para ella eran absurdas.

Su escolta personal la llevaba hasta la sala donde Inkle estaría esperándola, cuando llegó lo vio parado frente al fogón desteñido, mientras daba toques leves a la pipa de tabaco.

-Buenas tardes, como fue tu día querido? – se acercaba besando su mejilla delicadamente.

-Acalía, tenemos que hablar.

La joven princesa se sentaba en un sillón negro camuflándose entre la penumbra de su vestido.

-Lo sé, pero eso no quita que debes saludarme Inkle, no seas mal educado.

Inkle se sentó en un sillón cerca de ella frente al fogón de la chimenea revestida de vulcanita.

-Buenos días, mi amor.

-Que quieres saber de todo lo que sucedió ayer?

-No debería ser yo él que pregunte Acalia – se apoyó en sus piernas mirando al suelo.

Acalía miró al fuego, tratando de buscar las palabras perfectas para explicar todo.

-Soy usuaria de la fuerza, es un poder muy selectivo y delicado, día a día voy al templo y práctico y perfecciono – le decía bajito cuidando que nadie más escuchara – nadie sabe de esto.

-Solo el imperial. ¿verdad?

- ¿Por qué lo dices? – conecto sus ojos encendidos con el de su prometido.

-No se espantó al verte usarlo, pareciera que te ha visto más de una vez usando eso... - apuntó la mano de Acalía extrañado.

-Sí – lo decía exhalando todo el aire de sus pulmones.

-Y que me tienes que decir de él.

-No te diré que no lo conozco, no te mentiré así, menos cuando me viste... ahí – miraba el cielo evitando los ojos inquisidores de Inkle – nos conocimos cuando éramos muy pequeños, no recuerdo exactamente cuando fue, pero estoy segura que fue cuando llegó la primera orden al planeta – se mordió el labio inferior.

-¿No se supone que nadie de Tafnedara, menos de la realeza puede acercarse a la primera orden?

-Se supone...

-Tienen una... relación? Hace mucho tiempo?

-Para tu tranquilidad, no- suspiró profundamente – se había ido hace dos años a la nave principal de la primera orden y volvió... anoche.

Coróin di Caliopé(Armitage Hux)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora