Gan leithscéalta

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Acalia se acercaba al gran comedor donde anteriormente desayunaba con su familia, pero este día era diferente, extraño, tanto que las personas que solían servirle el desayuno estaban tan sorprendidas de verla acompañada, una compañía poco recurrente para la realeza, el que se creía un enemigo para cualquier Tafneriano estaba sentado en la mesa se sentaba junto a ella a compartir la primera comida.

Los sirvientes les entregaban la comida sin antes dar una mirada curiosa al acompañante de su reciente nombrada reina, Armitage se reía bajando la mirada al sentir lo estrafalario que era ver algo así, el hecho de poder hacer algo luego de tantos años estando junto a ella le parecía un sueño, un sueño que pendía de un hilo por los planes que tenía la primera orden para él con su nuevo grado.

-Te gusta el té? – Acalía le decía bajito para que nadie escucharlos.

-Siempre me ha gustado, recuerda que también crecí aquí- le respondía malhumorado.

-Despertaste de mal humor – le levantaba ambas cejas sorprendida por la hostilidad.

-Contigo? Imposible.

-Entonces, ¿a qué se debe? – le hacia referencia a su mala respuesta.

-Debo irme mañana a la supremacy, no quería dejarte.

-Y te enojas conmigo? – Acalía se reía – Que es tan importante que aleja a mi esposo de mi lado y descuida la base de Tafnedara?

-Es secreto Acalia, lo sabes.

Acalia comenzaba a molestarlo burlándose de sus planes secretos.

-No, secretísimo – se reía mientras tomaba un sorbo de té – como si la republica no supiera de ustedes y su movimiento radical separatista.

-Los separatistas no tuvieron éxito – Armitage la miraba serio, su broma no le había causado gracia.

-Y ustedes sí?

-Por lo menos no necesitamos de alguien que nos financie.

-Por que todos los recursos del imperio los heredaron ustedes.

-Estaremos eternamente sacándonos cosas en cara mi amor – Armitage miraba su reloj.

-No – Acalía aún mantenía su risa burlesca – seguiremos en la tarde, hay junta del consejo y quiero que estés ahí, es mejor dejar las cosas claras antes de que te vayas a tus planes super secretos – se levantaba a media oración y al terminarla besaba la frente del general – Te amo.

Acalia sin haber comido mucho se despedía de su esposo y se alejaba del lugar, tenía un par de cosas de las cuales tenía que resolver antes de la junta del consejo que sería complicada para todos los que estuvieran ahí, habían cambiado muchos mandos dentro de la organización de la distribución de las responsabilidades y era riesgoso que el consejo estuviera dudando frente a la nueva portadora de la corona, y mucho más con las decisiones que estaba por tomar, pero eso no era lo único.

Caminaba entre la gente saludándola como nunca antes, sus padres al estar tan asustados con el destino de la que fue la princesa, siempre la mantuvieron alejada de las personas, pero ahora con un poco más de libertad podía hacer las cosas que antes no, como el simple hecho de saludar a sus pobladores.

Llegaba al templo entrando en silencio, ya nadie la seguía y en solitario llegaba hasta el principio de este, se asustaba al escuchar a Neferet desde su espalda.

-La estaba esperando reina Acalia – le decía Neferet mientras le hacia una reverencia – Que es lo que perturba? –

-La oscuridad.

...

Armitage caminaba por la residencia de la primera orden mientras todos se corrían al verlo caminar, su mirada penetrante los dejaba petrificados a todos y llegaba hasta la puerta del despacho que había sido de su padre, en ese momento sería de él, al entrar se encontrar a Rae Sloane sentada en el que era su lugar.

-Armitage, has crecido mucho no? – Rae miraba por la ventana.

-Sí, supongo.

-Y me vas a explicar como mataste a Brendol? Aunque no te estoy recriminando por haberlo hecho, ese viejo se lo merecía.

-Te sorprenderá saber que no lo hice yo – se sentó frente a Rae – fue con una toxina de un escarabajo de Parnassos.

-Parnassos? – Rae pensaba en su cabeza quien podría haber extraído ese veneno de tal forma que no fuera descubierta – debes tener cuidado que no te traicione a ti, porque ella es muy hábil – le decía convencida de quien lo había hecho.

-Me cuida las espaldas, pero creo que es algo de ambos – la miró alzando una ceja – ¿qué haces aquí?

-Viendo como el hijo que críe se vuelve un general que anda bajo las faldas de una mujer que pone en peligro la primera orden.

-A que te refieres Rae? – Le fruncía el ceño enojado.

-Crees que no me iba a enterar que te casaste con Acalia? Te dije que tuvieras cuidado, ahora toda la primera orden sabe que el general Hux tiene esposa, tienes suerte que es un rumor de pasillo y que no ha llegado al líder supremo.

-Es por eso por lo que quieren que me vaya mañana a la supremacy?

-Armitage, ordena tus prioridades, la base starkiller está casi completa, espero que tu vida de adulto no nuble tus ideales de niño, esos que Rax vio en ti.

Rae se levantaba de la silla del escritorio saliendo del despacho que ahora siendo de Hux aún lo sentía como si estuviese en un lugar extraño, ciertamente la vida adulta que le daba Acalía estaba desviándolo de la verdadera razón por la cual él vestía con orgullo esas dos franjas que le daba el respeto que siempre se había merecido, el poder que anhelaba y con su mano en su barbilla y sentado de una forma extraña volvía a pensar en su futuro y como seria, en algún momento tendría que abandonar Tafnedara y Acalía no podría ir con él, pero no sabía si él abandonaría la primera orden y su nuevo status por ir con ella.

...

-Son recurrentes?

-Más de lo que me gustaría, sé del equilibrio que debería darle a la fuerza, pero es muy atrayente.

-Acalía, cuando fue la ultima vez que tuviste una visión.

-Ya no sé que es una visión, porque lo que creí que sería, no lo fue.

-A veces las visiones se confunden con nuestros deseos, queremos tanto algo que podemos llegar a verlo como una visión, los que no son usuarios de la fuerza pueden llegar a confundirlo con sueños.

-Me ví portando la corona, pero Armitage estaba junto a mí.

-Pero él no estaba junto a tí cuando fuiste coronada como reina, pensaste que él estaría ahí, porque siempre estuvo.

-Siempre pensé que la fuerza me atraía a él, esas visiones eran claras para mí.

-No fue la fuerza Acalía, eras tú quien lo quería en tu vida, y en las conficiones que están ahora.

-A qué condiciones se refiere?

-Sin ninguna, no es casualidad que ustedes ahora estén con toda la libertad de poder vivir el matrimonio que llevan hace un tiempo.

-Yo lo ví mientras recibía su nuevo cargo.

-Es la fuerza de su vínculo, nada es casualidad Acalia, y mientras mantengan ese vínculo siempre podrás verlo.

-Y él a mí?

-No lo hará mientras no quiera hacerlo.

-Entonces él no quiere verme?

-Él no cree en muchas cosas, y su vida de adulto nubla su visión de niño.

-Y que hago con todo lo demás?

-Sabrás cuando será el momento de enfrentarte a la oscuridad.

-Será pronto?

-¿Por qué la pregunta?

-Porque en mi visión veo el día en el que me enfrentaré a la oscuridad, y es el día de mi muerte.

Coróin di Caliopé(Armitage Hux)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora