Cinntí feoite

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El abrazo fuerte y la pesada capa negra que utilizaba Acalía habían sido la cobija de ambos hasta la mañana siguiente que llegaba rápidamente sobre ellos, desde que eran pequeños no dormían juntos, al momento de crecer, las ocupaciones de cada uno se habían incrementado exponencialmente, el frío de la mañana los despertaba de a poco pestañeando, acostumbrándose a la luz que se filtraba entre la densidad del bosque.

-Armitage! – Acalía se levantó sentados en la banca.

El joven se exalto al escucharla gritar su nombre.

-Que pasa? – se dio cuenta donde estaba – ¿Que hora es?

-No lo sé, tengo que irme – se levantó y comenzó a caminar.

-Acalía, espera! – también se levantó corriendo detrás de la chica.

-Te das cuenta de la estupidez que hicimos? – le decía mientras trataba de ordenar su oscuro cabello.

-Tranquila, mientras nadie nos vea llegar juntos estará bien.

-Así genio, como lo harás? – se paró en seco para mirarlo

-Yo me quedaré aquí un rato mientras te devuelves.

-Sí? ¿Recuerdas que tenías que estar al alba con los soldados de Rax?

-Sí, tú te quedas verdad.

-Vete – le respondía seria.

Armitage se acercó a Acalía y beso suavemente sus labios despidiéndose de la princesa mientras sostenía su nuca para mantenerla cerca, con eso comenzó a correr hacia el lago.

Acalía comenzó a caminar en círculos para dar una buena excusa de porque no había llegado al desayuno con su padre y con Inkle, maldecía sus actitudes de adolescente, aunque ella lo era, no podía seguir comportándose como si no tuviera obligaciones, así jamás su padre y el consejo confiarían en ella la corona.

Habían pasado unos minutos y ella comenzaba a caminar hacia el castillo, ya llegando a este mismo se dirigió a la biblioteca donde se sentó rápidamente y tomo cualquier libro, estaría segura de que su padre la estaría buscando por todos los rincones posibles del castillo, y era mejor que la encontrara estudiando.

De pronto escucho la puerta abrirse y cerrar fuertemente, alguien se había sentado frente a ella y le dejaba comida al lado de su mano.

Acalía levantaba la mirada para ver a Inkle.

-Sé que no llegaste a dormir anoche.

-Estuve en mi cuarto toda la noche Inkle, no me levantes injurias, eso es pecado y traición a la corona – volvió la mirada despreocupada a su libro que recién estaba tomándole el tema.

-Por qué no contestabas tu comunicador Acalía?

-Tengo todo el derecho a no contestarte.

Inkle se levantó y camino enojado hacia ella, la tomo fuertemente de la muñeca levantándola de su asiento.

-Suéltame...-Acalía lo miró fulminante a los ojos.

-No me vas a engañar Acalía, yo sé que estabas con él.

-No seas idiota Inkle, entre él y yo no hay nada.

-Recuerda que seré el rey de Tafnedara Acalía, no me faltes el respeto revolcándote con un bastardo.

Acalía comenzó a ahorcar a Inkle con la fuerza, este preocupado la soltó y se agarró su garganta desesperado por la falta de aire, la chica lo soltó y el cayó al suelo de rodillas recuperando el aliento perturbado por la fuerza que manejaba la princesa.

Coróin di Caliopé(Armitage Hux)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora