Créacht foirfe

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Un escolta real bien vestido entraba respetuosamente a la pequeña sala que había dentro de uno de los cuartos del castillo haciendo una reverencia ante la reina consorte Juno y la joven princesa Acalía.

-Princesa Acalía, su prometido el duque Samay de las islas del sur está esperando en la sala de reuniones del ala oeste.

-Muchas gracias – inclinaba lentamente la cabeza – puedes retirarte.

El escolta al salir de la habitación su madre se apresuró a levantarse.

-Estás emocionada?

-La verdad es que no madre.

-Ay Acalía hija, tú la verdad no tienes corazón.

-La luna así lo designo madre – reía bajito.

Acalía se levantó al igual que su madre y caminaron en total silencio hasta la puerta de la sala de reuniones, la princesa daba un profundo respiro antes de abrir la puerta, al comenzar a abrirla entró quedando perpleja dando un pequeño grito silenciado por su mano que iba rápidamente a su boca al ver esa sádica escena de asesinato.

La reina consorte al igual que Acalía estaba atónita, pero salía de ese shock para salir y buscar a alguien que la ayudase.

Sacaron a la princesa del lugar para llevarla a su habitación que estaba siendo vigilada a toda hora para mantenerla a salvo, pero ella no quería estar ahí, quería saber que era lo que había sucedido, ese acto había sido una grave violación a las reglas Tafnerianas que solo permitían la muerte de una persona por causa natural o las personas que eran sentenciadas a muerte por delitos graves.

El hecho de que mataran a un hombre era sentencia de muerte, pero este caso había sido un miembro de la corona, que se aumentaba la pena, que podría llegar a ser deshonra para él, su sentencia de muerte y la expulsión a la familia del asesino.

Habían pasado varias horas donde Acalía solo caminaba por el cuarto dando vueltas, estaba muy peligroso salir de la manera furtiva que tenía, era mejor permanecer ahí y esperar alguna señal de sus padres, que no demoro en llegar.

Por su comunicador personal que tenía en la habitación hacían el llamado de escoltar con máxima seguridad a su pequeña hija hasta la escena del crimen.

Al llegar ahí, el cuerpo del recién fallecido había sido escoltado para criogenizarlo para llevarlo a sus tierras donde se le daría sepultura como correspondía, se habían comunicado con la familia de las islas del sur para darle el triste deceso.

-Acalía hija, quiero que sepas que tienes todo nuestro apoyo y que encontraremos al culpable de tu perdida – el rey se le acercaba para abrazarla.

Acalía no sentía pena por el difunto, se sentía extrañada por la causa de muerte, si bien se había impactado por la escena, el hecho de que muriera le tranquilizaba la vida de tener un esposo del cual tenerse que esconderse constantemente.

-Tranquilo padre – cerraba los ojos haciendo una reverencia – cual fue la causa de muerte?

-Atravesaron su corazón, el problema que el corte fue tan limpio y simétrico que es difícil detectar, pero se sabe que fue por detrás de la silla, porque se ve el agujero.

Acalía se acercó a la escena donde estaba la silla y la miró fijamente, antes había visto un corte tan limpio y estaba segura del arma homicida.

-Padre, por casualidad pudo haber sido un blaster de corto alcance, para que no impactase en la pared – apuntaba a la silla – esta herida está hecha con un láser.

Juno y Elion se miraron asombrados por la deducción de su pequeña hija, estaba en lo cierto y no comprendían porque habían pensado en esa situación.

-Un sable de luz – dijeron ambos mirándose uno al otro al unisonó.

Acalía actuó como si no supiera de lo que hablaban, pero en su cabeza hervía el culpable del acto, la única persona en el planeta de Tafnedara que tenía un sable de luz era Armitage.

-Que es un sable de luz? – le preguntaba a sus padres que estaban aún asombrados.

Elion y Juno ignoraron la pregunta de la princesa y comenzaron a murmurar respuestas.

-Es imposible, no hay de esas personas aquí, es muy lejos para que lleguen.

-Tafnedara es un planeta indetectable para república, aparte ellos están extintos por el imperio.

Acalía aún esperando una respuesta que no necesitaba miraba a sus padres con una curiosidad falsa.

-Quienes se extinguieron?

-Nada hija, ve a tu habitación y no salgas por ninguna razón, puede que este por aquí y ese asesinato es una clara declaración de guerra por ayudar a la primera orden.

El escolta que había llevado a Acalía la llevaba nuevamente a su habitación, pero esta vez no se quedaría allí, tenía que buscar al idiota de su amigo para asesinarlo.

Cuando la dejaron dentro de la habitación, ella en un movimiento mágico de ilusionista se escapaba con una capa negra que cubría su rostro, sus clases del día habían sido canceladas por el acontecimiento.

Caminaba rápidamente sin ser detectada hasta la residencia de Armitage, entrando sigilosamente a la habitación de este que estaba solo sin camisa recién vistiéndose de una ducha que se había dado.

-Eres un idiota – se acercó y le dio una cachetada que retumbo en toda la habitación.

Armitage se tapo la mejilla enrojecida por el golpe propinado.

-Que te sucede!?

-Mataste a Samay?

Armitage se quedo callado otorgando la verdad.

-Armitage te das cuenta de que si te descubren te mataran!, ¿¡porque te metes en más problemas!?

-No podía dejar que se casara contigo – decía mientras se ponía la camina negra manga larga.

-Eso no tendría que decidirlo yo?

-No lo harías, porque te sientes obligada a hacer todo lo que te dicen que hagas, no has hecho nada en tu vida que no te hayan dicho que hagas.

Acalía lo miró fijamente con furia y decepción.

-A mi nadie me a obligado a quererte Armitage, piensa en eso.

Armitage se acercó a Acalía para abrazarla, estos se fundieron en un abrazo profundo, Acalía cerro sus ojos fuertemente para evitar llorar, Armitage había complicado todo, que le costaba dejar que se casara? A nadie hería al casarse y seguir con la línea de la corona de Tafnedara.

Acalía se separo al darse cuenta que ya se había desaparecido mucho tiempo, casi como un vals se retiraba de la habitación sin antes hacerle una amenaza a su amigo.

-No podré salvarte toda la vida Armitage, pásame el sable de luz – le extendía la mano.

El joven le entregaba su regalo a la chica y ella en un beso furtivo en su mejilla ya estaba corriendo, escapando de todas las miradas.

Armitage se moría si ella se casaba con otro, Acalía se moría si no tenía a Armitage.

La corona de Caliopé, estaba en su cuenta regresiva.

Coróin di Caliopé(Armitage Hux)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora