Seacht mbliana déag

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Seis meses habían pasado desde que la reina consorte de Tafnedara había muerto, una gran incertidumbre había nacido en las tierras por la proximidad del casamiento de la pequeña princesa, lo que abriría la posibilidad de nuevos reyes en el planeta, aparte de tener insistentemente al General Hux tratando de dominar el planeta por detrás de la gestión del solitario rey Elion.

-Cuando se casaran? – el rey le conversaba a su yerno y a su hija mientras cenaban.

-En un año, cuando Acalía cumpla los 18 años rey – Le decía con mucho respeto.

-A Juno le hubiera encantado verte de blanco hija – Elion miraba a su hija que lo poco que le agradaba hablar del matrimonio.

-Ella quería verme feliz, y lo vió – dejó los cubiertos en la mesa.

-Hija, se nota lo mucho que quieres casarte – se reía desganado.

-Sí quiero hacerlo padre, solo estoy un poco cansada – trataba de decirle con ternura para no preocuparlo.

-Quizás te suba el ánimo si te digo que puedes acompañarme a la reunión con Hux hoy – le decía mientras disimulaba emoción.

-De verdad Padre!!!!? – le decía emocionada

- ¿Qué tiene de especial esas reuniones? - Inkle estaba confundido.

-Muchas cosas querido, como que esa es una función especial del rey o reina, y es muy importante tratar de lidiar con Hux - trataba de explicarle tranquilamente.

-No me da buena impresión el General Hux – les decía mientras hacia una mueca.

-A nadie querido – suspiraba mientras se levantaba – a nadie.

Acalía y Elion se dirigieron a la sala de reuniones, luego de saludarse con las personas que estaban ahí, ambos tomaban asiento uno al lado del otro, mientras veían las raciones entregadas y las nuevas noticias por parte de la primera orden.

-Esta noche llega la oficial Phasma para supervisar las nuevas tropas de asalto y llevarse a soldados, así que, si ven una nave esta noche, es ella.

Acalía le llamó la atención aquella noticia, podría ser...?

-La oficial Phasma, ¿viene sola? – Acalía le preguntaba curiosa.

El rey vio a Acalía sorprendido, porque le preguntaría si lo acompañaría alguien más de la primera orden si se supone que ella no tenía ningún vínculo con el movimiento extremista militarizado.

-¿Por qué me pregunta eso princesa? – Hux comenzó a reír medio burlón sabiendo el trasfondo de la pregunta.

-Sí, viene sola, es una misión... secreta princesa – le respondía aun riendo.

Todos se despidieron y Acalía un poco decepcionada por la respuesta comenzó a caminar solitaria por los pasillos del castillo, hoy tenía ganas de entrenar, era tarde y ella estaba cansada.

De repente Inkle apareció por un pasillo llamándola y corriendo hacia ella, la actitud que estaba teniendo con ella no era la correcta, su relación dependía de un hilo y la portadora de las tijeras era Acalía, que mantenía muchas ganas de ocuparlas.

-Acalía! – se acercó a ella – Podemos ir a dar un paseo ... nocturno – le decía mientras le tomaba de las manos.

Sin nada más que hacer, aceptaba, tenía que obligadamente arreglar esa relación, no podía vivir un matrimonio amargado para toda su vida, arreglar la situación con una caminata podría ser la opción más viable.

Comenzaron a caminar hasta el banco en medio del bosque, con algunas conversaciones casuales, nada importante, Inkle le preguntaba por la reunión que tuvieron con Hux, pero ella no podía decir a alguien que no fuera de la corona, así que solo se limitaba a decir que todo iba bien, que no se preocupara porque podía mantener a raya a Hux.

Cuando ambos se sentaron en el banco, este quiso besarla, pero ella en corto desvió su beso.

-Ya no sé qué hacer para agradarte – le decía mientras miraba hacia el suelo.

-No tienes que hacer nada, solo ser un buen esposo – una voz seria y una cara sin expresiones se aparecía.

-¿No hay nada que pueda penetrar tu duro corazón?, Acalía – se levantaba y se hincaba frente a ella para que lo viese – llevamos mucho tiempo juntos, y tu padre me dice que tenga paciencia contigo, que eres una buena mujer, pero solo te emocionas con temas banales , ¿nunca podre poseer tu amor?

-Inkle, el amor no se posee, se comparte, mi felicidad y el amor que entrego no dependen de una persona, y es tiempo que lo aprendas – suspiraba reteniendo la respiración – y no son temas triviales, es la primera orden, un grupo de dementes que quieren conquistar lo que tienen a su paso, y su primera jugada será Tafnedara, no dejaré que mi planeta y la gente que confía en nosotros terminen siendo esclavos de una locura.

-Tú no crees en la república – Inkle le decía serio mirándola a los ojos.

-Pero tampoco en la primera orden, somos libres de elección, y deberíamos tener la opción de escoger ser libres.

-Pero tú no eres libre de elección.

-Ni tampoco soy libre, pero así nací – tomo un mechón de su azabache cabello – este cabello y la profecía, me condenaron a una vida encarcelada en un calabozo de mármol, lleno de atenciones, muy solitaria...- miraba hacia un lado – no esperes que ame a una persona que recién estoy conociendo.

-Nos conocemos hace un año y medio –

-Tengo diecisiete años Inkle – se levantó y le extendió la mano para que se levantase con ella – pase quince años sola y – cerró los ojos para pensar mejor - ... estoy haciendo lo que puedo para poder amarte y quizás jamás lo logre, pero estoy dando todo de mí para que esto funcione.

En ese momento, luego de mucho tiempo pensando las cosas, dejando atrás el hecho de volver a ver a Armitage, lo soltó, dejó ir el amor que sentía por él para abrirse campo y lograr ser feliz con alguien, aunque eso le depare una vida infeliz, quería que Armitage no fuera parte de su infelicidad.

Tomo su nuca para acercarlo lentamente posando sus labios pálidos y fríos sobre los del chico, un beso tierno y lento, pero aun queriendo dejarlo ir, recordaba su tacto, como si su último beso no haya sido hace dos años, sino ayer.

...

Comenzaron a caminar hacia la entrada posterior del castillo y escucho como retumbaron los cielos, era la nave que Hux le había contado que llegaría, se quedaron viendo ambos dado de las manos como aterrizaba y dejaba pasar a una Strormtrooper algo diferente a lo que recordaba, muy alta y con su armadura hecha en cromo pulido, más que temor, era un espectáculo verla.

Detrás de ella y bajo un gorra militar negra bajaba un par de ojos verdes...

Coróin di Caliopé(Armitage Hux)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora