An chéad phóg

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La mañana siguiente llegó con un frío congelador que se daba a conocer con una niebla espesa que casi no dejaba ver, pero aún así los padres de Acalía, los reyes de Tafnedara partían hacia las islas del sur al funeral de duque Samay, Acalía despedía a sus queridos padres con una mano desde el balcón de su habitación.

Al verlos irse en su transporte, salió caminando rápidamente hacia los campos que estaban detrás del castillo, sabía que por las mañanas Armitage entrenaba ahí junto a los soldados de Rax, muchas veces se escondía detrás de los grandes y gruesos arboles negros para verlo, está vez nadie estaría detrás de ella preguntando cada 5 minutos, saboreaba esa libertad.

Al llegar solo vio a Armitage junto a Rae, una de las cosas que había aprendido con las lecturas de la fuerza era a hacerla sentir en otra persona, como si estuviesen viéndolo, varías veces lo hacía por la noche para despertar a Armitage, le causaba mucha gracia.

Armitage se quedo quieto en medio del campo mirando hacia todos lados tratando de encontrar lo que lo estaba llamando, pero Rae al darse cuenta que se estaba desconcentrando lo golpeo por la espalda.

-Donde estás Armitage!? – Rae le gritaba

-Perdón, tuve una sensación extraña.

-Sigues pensando en la princesa?

-No.

-Como fuiste tan imbécil para que te encontraran con la princesa.

-No pensé que alguien pueda ver de noche.

-Tu padre lo sabe todo.

-No es mi padre.

-No importa, el tema que por su imprudencia ahora tendrás que pagar las consecuencias.

-Cuanto crees que le aleje de aquí?

-No creo que vuelvas Armitage, es mejor que hoy en la noche le digas.

Rae y Armitage estaban muy lejos como para que Acalía pudiera escuchar la conversación, vía la hora y se le estaba haciendo tarde, pensó que ya no lo vería hasta la noche, como era de costumbre para ambos.

...

Para Acalía terminaba el día exhausto con la ultima junta de su día antes de ser totalmente libre, caminaba hasta el templo saludando a la gente del pueblo que estaba su al rededor, hace mucho tiempo que no los veía.

-Buenas tardes joven princesa – Neferet hacia una reverencia ante ella.

Acalía saludaba sin decir una palabra haciendo una reverencia.

-Qué bueno verte, pasa.

La tarde estaba sacando sus frutos, poco a poco Acalía podía conectarse más con la fuerza, pero había una cosa que todavía no podía entender.

-Sacerdote, si los Jedis tenían la fuerza, ¿Por qué utilizaron el sable de luz?

-Escucha Acalía, muchas veces tuvieron que enfrentarse al lado oscuro, pero no creas que son los malos en esta situación, ambos bandos totalmente contrarios y ala vez muy parecidos caían en las mismas malas prácticas.

-Es malo tener un sable de luz?

-Es mejor que no portes uno, no lo necesitaras, ocuparas tu fuerza para dar vida y estabilidad con tu oscuridad Acalía.

Acalía sacaba el sable de luz de un compartimiento de su vestido dejando asombrado a Neferet.

-De donde sacaste eso!?

-Es un regalo que me hicieron por mi cumpleados, lo trajeron de parnasso

-Armitage?

-Sí.

-Acalía una pregunta, alguna vez has tenido una visión con Armitage?

Acalía se quedó callada en ese momento mientras sus mejillas se enrojecían.

-Entonces sí, ¿puedes contármela?

-Lo veía al lado mío, mientras yo portaba la corona de Caliopé.

-Entonces es verdad – Neferet quedó mirando hacia el suelo tratando de entender.

-Verdad qué?

-Sí eres la salvación para Tafnedara Acalía, le darás equilibrio a la fuerza, tendrás que quedarte con el sable de luz – se sentaba un poco angustiado.

-Pero no sé cómo utilizarlo – lo tomaba con ambas manos mientras lo miraba.

-Tendrás que purificar el Kyber primero Acalia, no puedes utilizar un sable de luz tan podrido.

-Como se hace eso?

-Lo haremos ahora...

Coróin di Caliopé(Armitage Hux)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora