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Disimulando todo aquello que acababa de averiguarme el "Turco" con respecto a Pablo, disfruté el atraco sexual en el baño de su suite

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Disimulando todo aquello que acababa de averiguarme el "Turco" con respecto a Pablo, disfruté el atraco sexual en el baño de su suite. El agua chisporroteando bajo nuestros pies, su cuerpo pegado al mío siendo dominado por el diablo, sus gemidos grotescos en mi oído, permitieron anestesiar mi mente por un rato.

Despidiéndonos en el lobby del hotel, besándonos recatadamente, subí a un taxi apenas salí de allí y me eché a llorar en el automóvil.

Pablo, o quien sea que fuese, me estaba engañando.

¿Cuál era el dato impreciso? ¿Por qué estaba jugando a ser otro? ¿Con qué propósito mentirme en la cara con todo lo que yo le estaba diciendo sobre mí?

Golpeando mi almohada con furia apenas llegué a casa, me indigné conmigo, con el mundo entero.

¿Por qué todo tenía que salirme mal en materia amorosa? ¿Acaso era una cuestión de equilibrio kármico por haberme metido con mi jefe? ¿Las casualidades que giraban en torno a nuestras citas eran tales o eran causalidades generadas por él? ¿No sabría cómo decirme que simplemente quería un romance fugaz?

Solo quedaba esperar hasta la noche.

Abrazándome a mí misma, sentada en la cama, recordé su rostro, sus manos grandes, su lengua sobre cada centímetro de mi piel.

Mil preguntas sin respuestas me aquejaron todo el día hasta que llegó el momento de partir hacia mi empleo. Más apagada que de costumbre, mis sonrisas distantes eran notorias. Cuando Pablo tomó asiento en su mesa, apenas dibujé una en mi rostro con un poco más de énfasis.

— Esta noche me gustaría que vayamos a casa, ¿sí? ― le sugerí entregándole el menú que él ya conocía de memoria.

— Por supuesto, no tengo problemas ― no dudó de mi cambio de planes.

Lo cierto es que quería estar cerca de mi arma, de mi única defensa y dispuesta a saber la verdad.

***

Sobre la mesa, me tomó de un modo primitivo. Parecía un animal herido; rodeaba mi rostro con ambas manos y dueño de un equilibrio innato, empujaba su miembro más y más fuerte dentro de mí. Sus ojos mostraban cierto dolor, cierta nostalgia de la que me fue imposible leer su procedencia.

"A un disparo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora