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Animada como nunca colgué la ropa, puse música fuerte y canturreé los estribillos de "Pocker Face" de Lady Gaga

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Animada como nunca colgué la ropa, puse música fuerte y canturreé los estribillos de "Pocker Face" de Lady Gaga.

Enérgica, feliz, me sentía viva.

A pesar de haber descubierto una gran mentira, también había descubierto una gran verdad: que Valentín me amaba y estaba dispuesto a cuidarme tal como yo necesitaba.

¿Yo lo amaba a él? ¿Qué era realmente el amor? ¿Mi sentimiento por Simón había sido un espejismo?

Inmersa en un mar de inquietudes, me había dejado arrastrar por mis latidos: Valentín era un hombre sincero e inocente, que había querido jugar al detective en la fiesta de una doña en la cual creyó encontrar a su hermano con las manos en la masa.

¿Cómo habría sido la infancia de estos chicos dentro de una familia que inconscientemente, los haría competir por el amor y aceptación de ambos padres?

Omar llamó preocupado; haber descubierto a las 3 de la madrugada que quien estaba enredado en mis sábanas no era quien yo pensaba, había resultado ser un shock.

— Rusa, ¿estás bien? ¿qué pasó con el tipo?

— Está todo bien, Omar. Simplemente usó otro nombre porque estaba tras la pista de Simón y no quería alertarlo...―resumí injustamente. El "Turco" merecía más que una breve oración.

— ¿Y quién era? ¿Para qué lo buscaba? ― dudé en decirle la verdad, pero se lo había ganado en buena ley.

— Es el hermano.

— ¿El hermano? ... ¿González tenía un hermano?

— Es una larga y trágica historia. Lo estaba buscando porque la madre falleció y necesitaba encontrarlo. No mantenían una buena relación, es más que evidente. Alguien le pasó el dato de dónde trabajaba y fue a Buenos Aires...después regresó a Mendoza porque le batieron data.

Mi amigo hizo silencio por un momento.

— Entonces...¿me puedo quedar más tranquilo?¿Resolvimos el misterio?

— Algo así.

— Volviendo al tema de anoche, ¿significa que vos...y ese Salvatierra...?

— Que yo y él ¿qué?

— ¡Que están juntos, Trini!

— No...no sé...

— A mí no me engañas...vos querías saber quién era el flaco éste porque te importaba de un modo bastante personal.

Mordí mi labio, concediéndole en mi falta de palabras, la respuesta.

―Supongo que ahora sí ya no tengo chances con vos ― finalmente largó con el tono desahuciado.

―Omar, yo...yo siempre te quise como un amigo...no...no me pongas en el compromiso de tener que aclarar las cosas de vuelta. El beso que nos dimos en ese bar no fue nada...estábamos con unas cervezas de más...ya hablamos de esto...

Su suspiro fue elocuente.

— ¿Vas a volver a Buenos Aires?

— No está en mis planes, de momento.

— ¿Entonces también me olvido del chivito y el vino? ― fue bromista y eso, descomprimió la incomodidad de su ilusión sentimental.

— Vas a tener la misma paciencia que tuve que tener yo para saber si anduviste o no con Corbalán. No me olvidé que me dejaste pendiente ese detalle.

— Prometimos hablar del tema cuando estuvieses aquí...así que te espero...― tenía muchas ganas de viajar a reencontrarme con los chicos de la comisaría ―. Y decime entonces, ¿alguien sabe dónde está González? ¿Se esfumó o qué? ¿Está involucrado en lo de la muerte de tu compañero?

— Parece que sí, que el cordobés se quedó con un vuelto ― afirmé desilusionada ―. Y a Simón lo siento cerca...muy cerca...― tal como pregonaba el mensaje a medianoche...

***

Cerré con llave mi departamento y bajé por las escaleras los tres pisos de siempre. Busqué mi bicicleta en el pequeño garaje del condominio y salí rumbo a mi trabajo.

Las nubes eran amenazantes, pero nada detenía mi buen ánimo; estaba dispuesta a confesarle a Valentín, con miedo, que yo también lo amaba, que lo que sentía iba más allá de un deslumbramiento.

Como una burbujeante adolescente de 15 años pedaleaba con una sonrisa estampillada en mi cara hasta que algo anduvo mal: una de las cubiertas de la rueda se desinfló por completo, casi destrozada. Molesta, detecté que tenía un extraño corte.

Restaban varias calles para llegar al restaurante y desconfié de la lluvia venidera; contaba con tiempo para regresar a casa, dejar mi movilidad y pedir un taxi, por lo que hice lo más inteligente.

Caminando a pasos agigantados junto a mi bicicleta averiada, llegué antes de la tormenta, puse las llaves en la puerta y de repente, todo se hizo de noche.
Y no por falta de luz.

*****

Batieron: dijeron.

"A un disparo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora